El tema OVNI vuelve a despertar la misma curiosidad e interés que hace décadas. Decenas de publicaciones, libros y documentales lo demuestran. Y ahora, una revista científica se hace eco de las investigaciones efectuadas por un grupo de especialistas sobre los restos encontrados tras un avistamiento OVNI. Código Oculto te ofrece todas las claves de esta sensacional publicación que ha levantado un gran interés en los medios.
“Metamateriales” ¿De dónde proceden?
Garry P. Nolan, Jacques F. Vallee, Sizun Jiang y Larry G. Lemke han publicado un artículo en la revista científica «Progress in Aerospace Sciences» titulado «Improved instrumental techniques, including isotopic analysis, applicable to the characterization of unusual materials with potential relevance to aerospace forensics» donde exponen el resultado de sus investigaciones sobre los restos encontrados en un incidente OVNI ocurrido en 1977.
El informe comienza indicando que:
“El problema de la caracterización precisa, el análisis y la eventual identificación de materiales desconocidos se plantea en muchos campos, que van desde la arqueología a la meteorología, la medicina, la aplicación de la ley, las ciencias forenses nucleares, la exploración espacial y las agencias de inteligencia nacionales (estadounidenses y extranjeras). En el análisis de materiales de metales y otros inorgánicos, el enfoque puede adoptar muchas formas, dependiendo de la naturaleza de las sustancias estudiadas. En general, se empieza por los componentes básicos, como la composición elemental, y se pasa al estudio de la estructura interna, si la hay.”
Los autores centran su estudio en un material encontrado tras un avistamiento OVNI ocurrido hace varias décadas en los Estados Unidos pero que está perfectamente contrastado:
“Un suceso que tuvo lugar en Council Bluffs, Iowa, en la noche del sábado 17 de diciembre de 1977, ofrece una interesante oportunidad para comparar las metodologías de prueba adecuadas para el análisis del material recuperado de los objetos aéreos. El caso de Council Bluffs ha sido relatado previamente en detalle por Jacques Vallée y en un libro del profesor Peter Sturrock del Instituto de Investigación del Plasma de la Universidad de Stanford. Ese día, a las 19:45 CST (01:45 GMT) una masa roja y luminosa fue observada por dos residentes de Council Bluffs mientras caía a tierra cerca de los límites del norte de la ciudad, lo suficientemente lenta como para que su trayectoria aproximada se notara. Se vio un destello brillante, seguido de llamas a 10 metros de altura. Al llegar al lugar de los hechos, los testigos se encontraron con una zona cubierta por metal fundido que brillaba de color rojo anaranjado, incendiando la hierba. La policía y un bombero llegaron en pocos minutos y vieron la masa (con estimaciones que van de 15 a 25 kilogramos) ‘resbalando, hirviendo hasta los bordes del dique’ en un área de 1.20 por 1.80 metros aproximadamente. La parte central permaneció caliente al tacto durante aproximadamente 2 horas”.
En su día se hizo un análisis de los restos hallados en la zona:
“El informe indicaba que la microestructura sugería que la muestra estudiada era de acero al carbono que se había fundido, recalentado posteriormente a unos 1.000 °C y enfriado a una velocidad intermedia, de modo que se asemejaba al hierro forjado (el hierro forjado es una aleación que contiene un bajo contenido de carbono en el 0.08% o a menos nivel). En el informe histórico no se facilitaron imágenes de la ‘microestructura’. El problema de esa determinación era que nada explicaba la forma en que una gran cantidad de ese material muy pesado y extremadamente caliente podría haberse depositado en esa zona en estado fundido, tras la clara observación de un objeto luminoso en el cielo, (la supuesta fuente del material) que permanecía sin identificar”.
Los investigadores evidencian que se descartó el fraude intencionado y que los restos hallados en la zona fueran producto de una fundición cercana.
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Del mismo modo se descarta la probabilidad de la reentrada de chatarra espacial o el impacto de un meteorito. Los autores indican que:
“El material recuperado en Council Bluffs consta de tres componentes: metal sólido, escoria e inclusiones de ceniza blanca en la escoria (…) Se encontró que el metal era principalmente hierro, con menos del 1% de metales de aleación como el níquel y el cromo. La escoria era un material espumoso que contenía hierro metálico y aluminio con cantidades menores de magnesio, silicio y titanio, “probablemente presentes como sus óxidos”. Las inclusiones de ceniza blanca eran ‘principalmente de calcio con algo de magnesio, también probablemente como óxidos’. ‘La primera prueba, realizada el 21 de diciembre de 1977 (a cuatro días del incidente) por el técnico de laboratorio Jack Coan (en Griffin Pipe Products), se ejecutó en dos exposiciones de la muestra de metal utilizando un instrumento ‘Spectro-Comp’ que podía identificar 18 elementos espectroscópicamente. Encontró carbono en un 0.70%, manganeso en un 0.56%, silicio en un 0.52% y otros elementos sólo como trazas. El informe Ames más completo confirmó el hecho de que el material no era de origen meteorítico, ya que ‘en ese caso se esperaría un contenido de níquel mucho mayor’. Los autores añadieron que el hardware espacial fabricado por el hombre también sería poco probable como fuente: ‘Este tipo de hardware suele incluir aleaciones con una relación resistencia-peso mucho mayor que contiene altas cantidades de níquel, cromo y titanio. Nuestro primer juicio fue que el material se parecía al hierro fundido’. ‘Curiosamente, los aceros al carbono suelen estar configurados para contener entre y 0.05 un 3.8% de en peso de carbono. Dado que el carbono es aproximadamente 4.5 veces más ligero que el hierro, y suponiendo que el material es principalmente hierro, entonces por composición porcentual el carbono debería estar presente entre el 0.23 y el 17%. Esto no estaba representado en ninguno de los datos del informe del laboratorio Ames. A continuación, el profesor Frank Kayser, de la división de metalurgia de la Universidad de Iowa, en Ames Iowa, examinó la muestra de metal de forma metalográfica e informó de que probablemente se trataba de un acero al carbono, confirmando el juicio de la empresa Griffin Pipe Products’. Señaló que ‘a pesar de su nombre, los aceros al carbono contienen menos carbono (aproximadamente 1.0-1.2%) que el hierro fundido (aproximadamente 4%)’. ‘A partir de la microestructura, juzgó que el metal había sido fundido, recalentado posteriormente a 900 °C – 1000 °C y enfriado a una velocidad intermedia, de modo que se asemejaba al hierro forjado. Estas fueron las observaciones de que dispusimos cuando emprendimos el estudio de las relaciones isotópicas en los principales componentes de las muestras metálicas'”.
Análisis de un misterio aéreo
Tras conseguir una muestra en posesión de Jacques Vallée los científicos realizaron nuevos análisis:
“Sobre esta base, nuestra conclusión inicial fue que los componentes de la muestra eran consistentes con un origen terrestre (…) Todas las relaciones isotópicas fueron similares entre las muestras y no mostraron desviaciones estadísticamente significativas con respecto a la normalidad terrestre esperada, excepto para el Fe57. Al examinar los valores de los iones en torno al Fe57 se observa que este valor ligeramente alto de Fe57en las muestras puede atribuirse a una contribución menor de un pico diatómico alrededor de 57,05 (Fig. 9B, panel derecho). Dado que el Fe56 es el 91,72% del Fe terrestre, es probable que esto se deba a una pequeña contaminación de iones diatómicos de Fe-hidruro procedentes de la contaminación fuentes C-H u O-H.”
Llegados a este punto los investigadores señalan convenientemente que:
“Aunque no se observaron diferencias significativas en las relaciones isotópicas medidas que no pudieran explicarse por interferencias artificiales, sí observamos diferencias significativas en la homogeneidad de los elementos comparados a través de los 5 granos de submuestra de la muestra madre CB_JV-1. Nótese que la cantidad relativa de Al detectable varía hasta 2 veces entre las submuestras, el Fe hasta 10 veces y el Mg hasta 20 veces. Aunque esto puede explicarse potencialmente por los niveles de oxidación relativos de los componentes individuales que alteran las eficiencias de ionización, las muestras elegidas no mostraron una oxidación superficial significativa y más allá de las profundidades de las muestras (alrededor de 200-500 nm), había no hay diferencias aparentes en la detección relativa de estos 4 elementos. Por lo tanto, podría ser razonable concluir que la muestra no era homogénea (mezclada de forma incompleta) en su totalidad por razones aún por determinar. El examen del espectro de masas completo sugiere la presencia de varios oligoelementos potenciales en la muestra. El más significativo es el Ge (72) con una masa de 71.922. Sin embargo, de nuevo, el pico de los datos recogidos está en 71.83, lo que sugiere de nuevo que una diatomea de los constituyentes elementales de la muestra es la explicación.”
Los autores del presente estudio indican que:
“El origen de los materiales recogidos en Council Bluffs siguen siendo un misterio tentador, lo que llevó a especular sobre teorías más esotéricas acerca del objeto flotante con luces giratorias independientemente descrito por dos de los testigos. Uno se pregunta cuáles serían los requisitos para determinar si esos materiales no fueron fabricados por el hombre, sino que se originaron en una fuente desconocida, ya sea en el vecindario solar o en otro lugar de la galaxia. Esto incluye la posibilidad de que el material haya sido diseñado de manera puramente convencional por los humanos para fines aún desconocidos. El hecho de que dos testigos (Mike y Criss Moore) vieran un objeto redondo flotando (‘no cayendo’) con ‘luces rojas parpadeando alrededor de la pe- riferia’ es intrigante. Un objeto así podría haber expulsado la masa de material observado por los otros testigos y recuperado por la policía. Incluso en un ámbito tan especulativo, los pasos científicos que hay que dar no son fundamentalmente diferentes de los que hemos expuesto anteriormente. Habría que preguntarse si el catálogo de elementos encontrados en el material nos hace creer que no procede de nuestro planeta. Los materiales de Council Bluff no muestran ninguna evidencia que sugiera que han sido diseñados o manipulados. No se espera que el material se forme de forma natural, y como se ha mostrado tiene una inhomogeneidad inusual. Aunque no podemos adivinar el propósito, eso no significa que no pueda ser creado por métodos incluso existentes en la década de 1970”.
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Conclusiones
Todos los firmantes del artículo concluyen como hipótesis que:
“Uno de los aspectos del material es que se afirma que cayó desde un vehículo aéreo. ¿Podría el metal líquido formar parte de algún sistema de propulsión o generación de energía? En palabras de J.R. Bumby, de la Universidad de Durham, ‘la alta conductividad de los metales líquidos los convierte en un atractivo medio de captación de corriente para las máquinas homopolares'”.
¿Se trató del combustible de una nave espacial extraterrestre? Sin duda es un tema demasiado especulativo a tenor de las eximias evidencias recabadas.
Hasta el momento lo único que pone de manifiesto una vez más los análisis científicos de restos OVNIs, es que los resultados obtenidos, pese a la indudable extrañeza de los sucesos, no difieren en demasía de cualquier composición terrestre conocida. En su libro «TRINITY: The Best-Kept Secret» (2021) Jacques Vallée y Paola Harris analizaron los restos de un supuesto OVNI estrellado en 1945 y determinaron que:
“El análisis químico ha confirmado ahora que el soporte no era un artículo de alta tecnología, sino que era coherente con los conocimientos contemporáneos de aleaciones metálicas.”
También hicieron referencia a los famosos restos del OVNI de Ubatuba:
“Algunos fragmentos fueron analizados en Brasil por la Dra. Luisa Barbosa especializada en análisis de producción de minerales. Ella identificó los componentes principales como magnesio de alta pureza, más puro que el magnesio producido comercialmente. El trabajo posterior bajo la dirección del profesor Peter Sturrock se llevó a cabo en la Universidad de Stanford y en la Universidad de Orsay en Francia, confirmando que el material era magnesio y óxido de magnesio, con una pequeña cantidad de ‘impurezas’, principalmente aluminio, calcio y hierro. Por supuesto, no sabemos qué papel pueden jugar aquí las ‘impurezas'”.
Así que, hasta la fecha, no parecen existir explicaciones convincentes, al menos desde el punto de la hipótesis extraterrestre, para que una gran cantidad de restos hallados después de un incidente OVNI contengan tantos materiales comunes de origen terrestre. No es lógico que no posean un nivel más elevado de extrañeza o reflejen, al menos, la existencia de una tecnología desconocida (siempre se habla de escoria metálica y no de porciones o restos de instrumental avanzado). Recordar que Francis Laabs del Laboratorio Ames, quien realizó las pruebas iniciales a las muestras indicó en su día que:
“Encontramos que los restos que recibimos para examinar eran consistentes con escoria de fundición, muy similar a la de algunas operaciones en el este de Nebraska donde estaban usando chatarra de automóviles para hacer tapas de alcantarillas, etc.”
Sin duda todo esto no hace sino reforzar lo enigmático de un fenómeno que se resiste a ser desenmascarado pese a los años transcurridos de sus primeras manifestaciones.
El estudio científico titulado: «Improved instrumental techniques, including isotopic analysis, applicable to the characterization of unusual materials with potential relevance to aerospace forensics» ha sido publicado en la revista Progress in Aerospace Sciences.
Autor: José Antonio Caravaca
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