El futuro de la Tierra es un “mundo infernal inhabitable”, según sugieren los datos de una reciente investigación. Pero, hay una buena noticia, los humanos desaparecerán a causa de la crisis climática antes de que ocurra lo peor.
El planeta Tierra existe desde hace 4.500 millones de años, más o menos, y ha cambiado mucho en ese tiempo. Lo que empezó como una bola de magma fundido y agitado acabó enfriándose y formó unas cuantas placas tectónicas pequeñas; unos miles de millones de años después, más o menos, el planeta estaba adornado con varias formaciones de supercontinentes y repleto de vida.
Pero la Tierra es todavía joven, cosmológicamente hablando. Apenas ha transcurrido un tercio de su vida útil y aún quedan muchos cambios por producirse.
250 millones de años en el futuro
Por desgracia, parece que no sobreviviremos a ellos. Según un estudio publicado el año pasado, en el que se utilizaron superordenadores para modelizar el clima de los próximos 250 millones de años, el mundo del futuro volverá a estar dominado por un único supercontinente, y será prácticamente inhabitable para cualquier mamífero.
Alexander Farnsworth, investigador asociado del Cabot Institute for the Environment de la University of Bristol y autor principal del estudio, dijo en un comunicado:
“El panorama en un futuro lejano parece muy sombrío.
Los niveles de dióxido de carbono podrían duplicar los actuales. Como también se prevé que el Sol emita alrededor de un 2.5% más de radiación y el supercontinente esté situado principalmente en los trópicos cálidos y húmedos, gran parte del planeta podría enfrentarse a temperaturas de entre 40 y 70 °C [104 y 158 °F]”.
Nuevo supercontinente Pangea Ultima
Según Farnsworth, el nuevo supercontinente -denominado Pangea Ultima, en referencia al antiguo supercontinente Pangea- supondría un “triple golpe”: no sólo el mundo tendría que hacer frente a un 50% más de CO2 en la atmósfera que los niveles actuales; no sólo el Sol estaría más caliente que ahora -esto les ocurre a todas las estrellas a medida que envejecen, debido al tira y afloja evolutivo entre la gravedad y la fusión que tiene lugar en el núcleo-, sino que el propio tamaño del supercontinente lo haría casi totalmente inhabitable. Esto se debe al efecto de continentalidad, es decir, al hecho de que las zonas costeras son más frías y húmedas que las del interior, y la razón por la que las temperaturas de verano e invierno son mucho más extremas en, por ejemplo, Lawrence, KS, que en Baltimore.
Farnsworth explica:
“El resultado es un entorno mayoritariamente hostil, desprovisto de fuentes de alimento y agua para los mamíferos.
Temperaturas generalizadas de entre 40 y 50 grados centígrados, y extremos diarios aún mayores, agravados por altos niveles de humedad acabarían por sellar nuestro destino. Los humanos -junto con muchas otras especies- expirarían debido a su incapacidad para deshacerse de este calor a través del sudor, enfriando sus cuerpos.”
En el mejor de los casos…
Y aquí viene lo bueno: se trata del mejor de los casos.
Benjamin Mills, profesor de Evolución del Sistema Terrestre en la University of Leeds, que dirigió los cálculos para el estudio, dijo en un comunicado:
“Creemos que el CO2 podría aumentar de unas 400 partes por millón (ppm) en la actualidad a más de 600 ppm muchos millones de años en el futuro.
Por supuesto, esto supone que los humanos dejarán de quemar combustibles fósiles, de lo contrario veremos esas cifras mucho, mucho antes”.
Así pues, aunque el estudio pinta un panorama premonitorio de la Tierra dentro de muchos millones de años, los autores nos advierten de que no olvidemos los problemas que están a la vuelta de la esquina.
Eunice Lo, investigadora de Cambio Climático y Salud de la University of Bristol y coautora del trabajo, dijo en un comunicado:
“Es de vital importancia no perder de vista nuestra actual crisis climática, que es el resultado de las emisiones humanas de gases de efecto invernadero.
Ya estamos experimentando un calor extremo que es perjudicial para la salud humana. Por eso es crucial alcanzar las emisiones netas cero lo antes posible”.
Los hallazgos de la investigación han sido publicados en la revista Nature Geoscience.
[H/T: U Bristol]
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