En una reciente publicación, el Profesor titular de Química Analítica de la Universidad de La Laguna, Javier Hernández Borges, ha dado a conocer que cada semana comemos una cantidad de plástico equivalente a una tarjeta de crédito.
Las toneladas de plástico que llegan cada año a los mares y océanos hace mucho tiempo que comenzaron a regresar a nuestro organismo, provocando consecuencias que aún resulta difícil establecer con total precisión.
Así lo advertía recientemente, en un artículo de divulgación publicado en la prensa local, el profesor e investigador Javier Hernández Borges.
Hernández Borges dijo:
“Es evidente – advierte este profesor – que tenemos un problema de contaminación por plástico a nivel global probablemente mucho mayor de lo que imaginemos. De todo el plástico que se produce a nivel mundial (unos 359 millones de toneladas en el año 2018), se estima que aproximadamente un 8-10 % acaba en mares y océanos”.
La cuestión es -según destaca Hernández Borges – que aunque, con razón, nos parezca muchísima la basura plástica que vemos en el litoral, ésta representa solamente un 1 % del total.
Hernández Borges dice:
“El 99 % restante – añade el químico – no sabemos exactamente dónde está, aunque cada vez aparecen más estudios que muestran que podría encontrarse ampliamente distribuido en los fondos oceánicos o incluso bastante fragmentado”.
Hernández Borges también aclara:
“Y es que uno de los grandes problemas para la Salud humana que plantea la liberación de plásticos al medioambiente está en estas partículas de pequeño tamaño, denominadas en su mayoría microplásticos o, si son aún más pequeñas, nanoplásticos. Tendemos a pensar que los microplásticos sólo aparecen en el medio marino, donde son más perceptibles, pero también existen en grandes cantidades en los suelos e incluso en el aire que respiramos”.
Y, claro, como casi todo la basura que regalamos al medioambiente, «los microplásticos también acaban volviendo a nosotros».
Hernández Borges dice:
“Su distribución es tal que ya han entrado en la cadena trófica de los animales y, a través de ellos, acaban en nuestros organismos. Se han encontrado microplásticos en las heces de los seres humanos. Se estima que ingerimos el plástico equivalente a una tarjeta de crédito a la semana”.
Según aclara Hernández Borges:
“Todavía necesitamos más estudios que nos ayuden a discernir qué efecto puede tener la ingesta de microplásticos por parte de los organismos vivos, sobre todo porque estos contienen ciertos aditivos que podrían desprenderse durante su ingesta, al igual que los contaminantes que son capaces de retener, dado que actúan como si de esponjas se tratara, preconcentrando ciertos compuestos, algo que no es muy conocido”.
Lo que sabemos hasta ahora es que definitivamente no es beneficioso para nuestra salud.
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