El agujero en la capa de ozono de este año, que creció hasta ser más grande que la Antártida, finalmente se cerrará esta semana, dijeron científicos atmosféricos.
Actuando como un escudo, el ozono absorbe la luz ultravioleta del Sol. Su ausencia significa que una mayor cantidad de esta radiación de alta energía llega a la Tierra, donde puede dañar las células vivas.
La capa de ozono se agota por reacciones químicas, impulsadas por la energía solar, que involucran los subproductos de sustancias químicas artificiales que permanecen en la atmósfera.
El tamaño del agujero anual, que se forma durante el verano del hemisferio sur, depende en gran medida de las condiciones climáticas y se ve reforzado por el frío.
A pesar de estas fluctuaciones naturales, los expertos esperan que el agujero se cierre permanentemente para 2050, en respuesta a las restricciones impuestas a los productos químicos que agotan la capa de ozono introducidas en 1987.
Próximo cierre del agujero de la capa de ozono
El agujero actual, que ha sido inusualmente grande, está en camino de durar solo unos días menos que su contraparte del año pasado, que fue el más longevo registrado desde 1979.
Según el European Centre for Medium-Range Weather Forecasts (ECMWF), el hoyo de este año fue el noveno más grande registrado, alcanzando 22.8 millones de kms cuadrados.
De hecho, en su máxima extensión, el agujero era tan grande como el área de la Antártida y Europa juntas, dijeron los expertos de la ECMWF.
En contraste, el agujero de 2020 fue el undécimo más grande, con 22.5 millones de kms cuadrados, y el más grande registrado se formó durante 1998, con 24.34 millones de kms cuadrados.
Vincent-Henri Peuch, director del Copernicus Atmosphere Monitoring Service (CAMS) del ECMWF, dijo en un comunicado:
“Tanto los agujeros de ozono antárticos de 2020 como los de 2021 han sido bastante grandes y excepcionalmente duraderos”.
Estos dos episodios seguidos más largos de lo habitual no son una señal de que el Protocolo de Montreal no esté funcionando, aunque, sin él, habrían sido aún más grandes.
Vincent-Henri Peuch agregó:
“Es por la variabilidad interanual debida a condiciones meteorológicas y dinámicas que pueden tener un impacto importante en la magnitud del agujero de ozono y se superponen a la recuperación a largo plazo. CAMS también vigila la cantidad de radiación ultravioleta que llega a la superficie de la Tierra y hemos visto en las últimas semanas índices ultravioleta muy altos, superiores a 8, en partes de la Antártida situadas debajo del agujero de ozono”.
Un poco de historia
El agotamiento de la capa de ozono fue detectado por primera vez por los científicos en la década de 1970 y se determinó que era mayor de lo que podrían explicar factores naturales como la temperatura, el clima y las erupciones volcánicas.
En cambio, se determinó que los productos químicos fabricados por el hombre, en particular los refrigerantes halocarbonos y los clorofluorocarbonos (CFC), estaban agravando el agotamiento.
En 1987, la fabricación y el consumo de estos productos comenzaron a eliminarse gradualmente en virtud de un tratado internacional conocido como Protocolo de Montreal.
Sin embargo, el hecho de que muchas sustancias que agotan la capa de ozono puedan permanecer en la estratosfera durante décadas significa que la recuperación de la capa de ozono es un proceso muy lento.
De hecho, los expertos han predicho que pasará hasta la década de 2060 antes de que las sustancias nocivas utilizadas en los refrigerantes y los aerosoles hayan desaparecido por completo de la atmósfera.
El Dr. Peuch dijo en un comunicado:
“CAMS monitorea y observa la capa de ozono proporcionando datos confiables y de acceso libre basados en diferentes tipos de observaciones satelitales y modelos numéricos. Esto hace posible el seguimiento del inicio, desarrollo y cierre de los agujeros de ozono anuales de forma detallada. Los datos recopilados, junto con nuestras previsiones, nos permiten seguir la temporada de ozono y comparar su desarrollo con los de los últimos 40 años”.
Se espera que uno de los agujeros de ozono de mayor duración registrados se cierre este miércoles después de varias semanas de exponer la vida silvestre y las personas en la Antártida a niveles muy altos de radiación ultravioleta.
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