En 1966 un médico gaditano tuvo un increíble encuentro cercano con un OVNI y su enigmático ocupante. Como prueba de su experiencia obtuvo una fotografía a todo color del extraño artefacto posado en tierra. Años más tarde se perdió la pista de esta fantástica evidencia. 5 décadas después conseguimos entrevistar en exclusiva al testigo para reconstruir la historia y ofrecer nuevas y esclarecedoras pistas sobre el posible paradero de esta fotografía que pudo revolucionar el panorama ufológico internacional.
Desde que concedió su primera y única entrevista a principios de la década de los ochenta del siglo pasado el Dr. José Juan Rivera no había vuelto a hablar de su inquietante experiencia con ningún investigador o periodista. Pese a que multitud de medios de comunicación habían llamado a su puerta, el médico, muy conocido en su localidad, se había negado en redondo a conceder más entrevistas. No quería volver a hablar del asunto. Desde que el veterano ufólogo gaditano Andrés Gómez Serrano y el afamado escritor J. J. Benítez consiguieran su testimonio, el silencio se había instalado en la vida del médico algecireño. No quería más exposición mediática tras aparecer en el mítico libro «La Punta del Iceberg» (1983) del reportero navarro. Pero el destino quiso que, gracias a la colaboración de Pablo Villarrubia, y un sinfín de curiosas casualidades, que, tras más de 20 años buscando aquella entrevista, me sentara al final frente al Dr. Rivera en una céntrica cafetería de Algeciras. Pero comencemos por el principio.
Un encuentro inesperado
En octubre de 1980, el jefe de policía Andrés Gómez Serrano fue el primero en tener noticias a través de un familiar del Dr. Rivera que este había protagonizado una increíble experiencia OVNI en su juventud. En poco tiempo el ufólogo localizó al médico, y logró entrevistarlo en los pasillos del Hospital Punta Europa en Algeciras donde trabajaba. Allí conoció por boca del propio Rivera la extraña vivencia que había protagonizado a mediados de la década de los sesenta en una apartada zona de Algeciras (Cádiz).
Todo comenzó la tarde del 26 de agosto de 1966, sobre las 16:30 o 17:00 horas, cuando el ginecólogo José Juan Rivera, de 26 años, a bordo de su motocicleta se dirigió hacia la zona de Punta Carnero con la intención de realizar una sesión fotográfica del estrecho además de recoger amonitas a las que era muy aficionado.
Circulaba lentamente por la angosta y solitaria carretera que serpenteaba junto al enorme acantilado mientras respiraba el aire puro de la bahía. La tarde era esplendida y el joven Rivera no presagiaba de ninguna de las maneras lo que estaba a punto de ocurrir. De pronto, en mitad de un camino pedregoso, alejado de la carretera principal, se sorprende al sentir que todo el ambiente se halla inmerso en un profundo silencio. Tal y como recogió en un informe de la época Gómez Serrano:
“Al parar el motor de su vehículo sintió algo muy extraño; “había un gran silencio en un radio bastante amplio”. Este silencio le extrañó sobremanera, pues notaba que ni las olas del mar (muy cercano) ni los ruidos propios del campo, ni el ruido del viento, ni siquiera el de las ramas bajos sus pies». Entonces de un lado del camino surgió un pequeño humanoide oscuro, que en un principio creyó que se trataba de un mono, que se desplazaba dando grandes saltos. Según dijo el Dr. Rivera en su consulta privada a J.J. Benítez el 29 de diciembre de 1980, aquel ser: «Iba campo a través dando grandes saltos y con los brazos (unos enormes brazos que le llegaban hasta la mitad de las rodillas) rígidos, como pegados al cuerpo. Todo él era o vestía de negro, con un cráneo muy redondo tipo negroide.”
En esos momentos el joven doctor decide seguir a la carrera a la misteriosa criatura, que pasó a poca distancia del testigo y que se perdió entre el follaje de la zona. Tras atravesar una zona de matojos Rivera contempla estupefacto, que en un claro qué se hallaba más abajo, a unos 15 o 20 metros de distancia, había una extraña máquina. El ginecólogo describió de la siguiente forma el OVNI al periodista navarro:
“Aquel vehículo tendría unos 15 metros de longitud. Era ovoide y con la parte trasera cerrada, rectangular y con estrías. En una de las bandas había una línea más oscura. En su parte delantera (en la proa, para que nos entendamos) observe una moldura, que interpreté como el ‘puente de mando’. No aprecie movimiento ninguno. Estaba claramente posada en tierra y en total silencio”.
El ginecólogo bosquejó en una tarjeta de visita con unos trazos muy simples la forma de la nave. En esos momentos agarró su máquina fotográfica que le colgaba del cuello y logró una magnífica instantánea de aquel objeto. Y de pronto, en ese mismo momento, todo su valor se esfumó de repente y un pánico atroz se apoderó de Rivera. El médico huyo de la zona a lomos de su Lambretta dejando aquella cosa en mitad del campo. Días después reveló la valiosísima diapositiva en color, que mostraba en primer plano, el misterioso OVNI aterrizado. La imagen permaneció en un cajón del despacho del médico durante 12 años, hasta que, en una convención médica celebrada en Málaga, un colega catalán se la pidió prestada y nada más se ha vuelto a saber de la misma. Ni siquiera las pesquisas conducidas posteriormente por el periodista J.J. Benítez pudieron dar con el paradero de la codiciada diapositiva.
Una nueva entrevista
Pese a la popularidad alcanzada por el medico algecireño tras salir publicado el libro de Benítez, nunca quiso aparecer en más medios u ofrecer otra entrevista para narrar su encuentro, aunque muchos periodistas e investigadores lo intentaron a lo largo de los años. Querían apartarse por completo de la notoriedad que estaba alcanzado. Y así permaneció por espacio de 3 décadas, hasta que un cúmulo de curiosas eventualidades me llevó a acceder a José Juan Rivera, tras casi 30 años de silencio. Pese al tiempo transcurrido aún tenía fresco en la memoria lo ocurrido aquella enigmática tarde:
“No lo puedo olvidar, aquello está en mi cabeza y lo recuerdo como si fuera ayer”.
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La primera pregunta era obvia ¿Qué pensaba de todo lo que le ocurrió después de tantos años?:
“No tengo ni idea de lo que pudo ser, no tengo respuestas y mira que lo he pensado, aquello no era de este mundo, de eso estoy seguro. Mira, lo primero raro que ocurrió fue aquel silencio, no se escuchaba ni las chicharras del campo, ni el viento, nada, aquello fue muy raro, y fíjate de pronto apareció aquella cosa, a unos dos metros de distancia”.
Según me describió el médico era una criatura de un metro y medio de altura, cubierta por un ajustado traje, con capucha, que incluso, por lo apretado del mismo, podría pasar por su propio pelaje. Poseía un abultado cráneo con unos grandes ojos negros marcados en el rostro. Sus brazos eran muy largos, casi llegaban al suelo y permanecían rígidos pegados al cuerpo sin moverse. Sus manos eran oscuras. Las facciones de la cara le parecieron humanas. En las muñecas y tobillos se observaba una línea gruesa más oscura.
Rivera afirmó que:
“Se desplazaba dando saltos, pero parecía flotar sobre el suelo, no lo tocaba. Se perdió entre unos matorrales cercanos”.
Y tal como confesó décadas atrás a Gómez Serrano y Benítez, tras perseguir a la carrera al misterioso visitante, durante quizás unos 30 metros, se topó con la maquina:
“Estaba allí, en una pequeña vaguada, donde había un trozo de terreno despejado de árboles y maleza. Era metálica, de color grisáceo mate y en su parte posterior, que es la que mejor veía, se apreciaba una puerta parecida a las que tienen los comercios, con un cierre de persiana, resaltaban los bordes. También tenía dos salientes puntiagudos en la parte trasera como los de algunos coches americanos de la época. Y en su parte superior delantera una especie de cabina transparente que creo yo debía ser el puente de mando de aquel aparato. No puedo asegurar si estaba posada sobre tierra o flotaba a poca distancia del terreno”.
Durante un buen rato estuvimos intentando reconstruir, ayudados de decenas de bocetos, la forma del objeto para hacer un diseño lo más ajustado a su relato. Y al final de su exposición me comentó, quizás, el detalle más trascendental del caso y que lo diferencia de la mayoría de estos encuentros:
“Yo estaba a unos 15 o 20 metros de eso y le hice una fotografía y entonces me entró mucho miedo y me fui de allí”.
El médico no vio despegar aquel objeto, e incluso desde su domicilio, con ayuda de unos prismáticos estuvo vigilando un buen rato por si lo veía partir hacia el cielo con nulo resultado. Rivera fue extremadamente prudente con lo ocurrido y solo se lo contó a algunos amigos muy allegados que no le creyeron, incluso a su novia tardó algunos meses en decírselo.
¿Dónde está la fotografía del OVNI?
Pero la principal incógnita por resolver de esta nueva investigación era intentar desvelar el paradero de la famosa fotografía. Preguntado por ello Rivera me contestó que:
“Me gustaba mucho la fotografía y llevaba una cámara kodak de segunda mano que le había comprado a un conocido. Solía tirar diapositivas para después proyectarlas en casa (…) Cuando vi aquello, no me lo pensé. Cogí la cámara y le hice una foto. La llevé a revelar y a las pocas semanas la tuve en mi casa”.
La pregunta era lógica, ¿cómo salió la imagen; borrosa, movida, enfocada? Rivera fue contundente en su respuesta:
“Se veía perfectamente, solo estaba un poquito movida, pero se apreciaba perfectamente aquella cosa a todo color, ten en cuenta que eso fuera lo que fuera ocupaba casi toda la diapositiva. Por miedo y por mi posición se la enseñé a muy poca gente”.
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Pero la historia de la imagen sufre un vuelco inesperado en 1978 tal y como me refiere el propio médico en este punto crucial de la entrevista:
“Ese año fui a un congreso de medicina que se celebraba en Málaga, allí en una reunión informal un conocido medico catalán, de enorme prestigio, y con el que había coincidido en otros lugares, tras escuchar mi historia quiso ver la imagen. Tal fue su interés que incluso cambio el vuelo de regreso a Barcelona. Nos fuimos a mi casa en Algeciras y allí se la enseñe. Se quedó asombrado y me dijo que, si se la podía prestar para enseñárselas a unos amigos, y como era un médico tan conocido y de tanto prestigio que no tuve dudas y se la presté. Ya no la vi más”.
Pese a las insistentes peticiones de Rivera por teléfono para su devolución nunca le fue devuelta. Incluso el médico algecireño llegó a ir personalmente a la clínica que poseía su colega en Barcelona.
“Me rehuía no quería verme y eso que me pase horas aparcado en la puerta de su clínica. Imposible. Nunca dio la cara y su secretaria siempre me ponía excusas”.
Tras algunas averiguaciones supe que este célebre médico tenía como pacientes en su clínica a militares de alta graduación, políticos y destacados miembros de la Casa Real. Por lo que no es de extrañar que alguno de ellos fuera el “amigo” al que quería mostrar la increíble imagen de Rivera. Y es muy probable que, por su importancia, la diapositiva fuera «confiscada» con la advertencia de que no hablara nunca más sobre ella. De hecho, en las investigaciones efectuadas por Benítez en la década de los ochenta este médico decía incluso no conocer a su colega gaditano.
Para concluir el Dr. Rivera me aseguró que, al igual que otros testigos de lo insólito, a lo largo de los años había vuelto a ver OVNIs, sobre todo extraños objetos triangulares en el cielo en varias ocasiones. Pero quizás el caso más sorprendente le ocurrió en la década de los ochenta cuando regresando de un viaje a Canarias en avión, observó durante un instante, como, de detrás de una nube, surgía un objeto metálico con varias esferas en su parte inferior. Lo vio durante escasos segundos. Rivera me confirmó que aquel «objeto» tenía semejanzas con el OVNI fotografiado por el polémico Adamski…
A día de hoy, la experiencia del Dr. Rivera sigue siendo un expediente X sin resolver, una interrogante que por siempre acompañará al testigo y cuya valiosa prueba, la única que podría despejar dudas, desapareció poco antes de que fuera visitado por los investigadores. Lamentablemente nos tememos que esta imagen reposa guardada en el fondo de algún cajón bajo el epígrafe CONFIDENCIAL acumulando polvo…
Bibliografía
Libros:
- Benítez, J. J.: La punta del iceberg. Planeta. Barcelona. 1983.
- Caravaca, José Antonio. OVNIS ¿Una arquitectura psíquica desconocida? Introducción a la Teoría de la Distorsión. Editorial Guante Blanco. Almería. 2018.
Sitios web:
- El increíble encuentro con un humanoide en Punta Carnero (Algeciras)
https://fronterainvisible.wordpress.com/2019/05/29/el-increible-encuentro-con-un-humanoide-en-punta-carnero-algeciras/ - España: El increíble encuentro con un humanoide, en Punta Carnero
http://alternativaovni.blogspot.com/2018/06/espana-el-increible-encuentro-con-un.html
Artículo escrito por José Antonio Carav@ca, colaborador de CodigoOculto.com
Visita su sitio web: https://caravaca.blogspot.com/
No quedo claro si le dió la foto a un amigo que pasó con la diapositiva?
Hola Sergio como he indicado en el artículo el médico amigo de Rivera nunca le devolvió la diapositiva, es más, ni siquiera admitía haberla visto.
«Pese a las insistentes peticiones de Rivera por teléfono para su devolución nunca le fue devuelta. Incluso el médico algecireño llegó a ir personalmente a la clínica que poseía su colega en Barcelona. “Me rehuía no quería verme y eso que me pase horas aparcado en la puerta de su clínica. Imposible. Nunca dio la cara y su secretaria siempre me ponía excusas”.»
Saludos