Una de las épocas más trascendentales en la historia de la humanidad fue la Edad de Cobre, también conocida como el Chalcolítico. Sin temor a exagerar, se trató de uno de los pasos cruciales del hombre hacia la civilización. Con el cobre se introdujo la metalurgia en la sociedad, lo que a su vez produjo grandes cambios en su estilo de vida.
El paso de la piedra al cobre
Para la mayoría de los historiadores, la Edad del Cobre es vista como un periodo de transición entre la Edad de Piedra y Bronce. Algunos ven a la Edad de Cobre como una parte extendida de la de Piedra, ya que el uso de herramientas de piedra no se eliminó por completo de la vida del hombre.
En todo caso, hay que recordar que cada edad duró miles de años y se traslaparon entre sí. Además, es de suponer que a ciertas culturas y civilizaciones les tomó mucho tiempo entender la naturaleza de fundir minerales para obtener metales. La transición fue lenta, pero a la vez muy emocionante para el hombre acostumbrado al uso de la piedra.
Claramente, las personas de esa época tan temprana veían las grandes ventajas que el uso del cobre tenía frente a la piedra. El cobre era mucho más maleable, resistente, fuerte y versátil, un material ideal para la fabricación de armas y herramientas de caza. Es más, el cobre le dio una ventaja considerable a aquellas tribus y comunidades que dominaron su proceso de creación.
El uso del cobre y su impacto social
Rápidamente, el uso del cobre sentó las bases para la formación de nuevas culturas y la aparición de nuevas formas de prestigio. El cobre se convirtió en un símbolo de poder, riqueza y autoridad, y los objetos de cobre pasaron a ser de uso exclusivo para los círculos sociales más pudientes. De hecho, fue el cobre el que propició el surgimiento de élites dominantes con un mayor nivel de prestigio.
Además, el uso del cobre dio origen a un nuevo ámbito económico y a una nueva ocupación laboral con nuevos y mejores ingresos. La vida del hombre empezó a ser más sedentaria, y se formaron ciudades en torno a los yacimientos naturales del mineral. Las caravanas de comerciantes aparecieron, transportando objetos de cobre y otros minerales preciosos.
La metalurgia empieza a dominar el mundo
Como es de suponer, la Edad de Cobre no empezó al mismo tiempo en todos los rincones del planeta. De hecho, en algunas comunidades el uso del cobre fue un proceso aislado que se desarrolló paulatinamente. Los expertos aseguran que la Edad de Cobre duró aproximadamente desde el siglo V a.C. hasta principios del tercer milenio antes de Cristo.
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Poco antes del final de la Edad de Cobre, los metalúrgicos descubrieron que, añadiendo estaño al cobre, podían obtener un metal mucho más fuerte y duradero, el Bronce. Es entonces cuando la Edad de Bronce comenzó, y con ella una nueva etapa en el recorrido del hombre hacia la era moderna.
La Edad de Cobre en Europa
Cuando la Edad de Cobre estaba en pleno desarrollo, las tierras europeas estaban habitadas por los llamados Proto, o antiguos europeos que conformaban las comunidades primitivas. Con la llegada de los hablantes indoeuropeos, finalizó la Edad de Cobre y comenzó la Edad de Bronce propiamente dicha.
Durante muchos años, los expertos concordaron en que la Edad de Cobre comenzó en Europa alrededor del año 3500 a. C. y duró hasta el 1700 a. C. Ahora bien, hallazgos recientes desplazan la fecha de inicio varios siglos hacia atrás, lo que ha generado nuevos intentos de reinterpretar la historia.
Por ejemplo, en la ciudad de Serbia de Prokuplje se encontraron hachas de cobre y hornos de fundición. El área pertenece a la civilización Vinca que dominó la región, y los utensilios encontrados datan del 5.500 a. C. De tal manera que sigue siendo difícil establecer una fecha exacta para el inicio de la Edad de Cobre.
Momentos cruciales para la humanidad
Con el uso del Cobre, los seres humanos pasaron de ser recolectores y cazadores a fundidores y metalúrgicos, dando inicio a una nueva era para la humanidad. Las aldeas y comunidades amuralladas se generalizaron, y un nuevo monopolio de poder y ambición vio la luz.
Artículo escrito por: Luisa Lugo, redactora de CodigoOculto.com
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