En 1944 la pequeña localidad de Mattoon, en Illionis, experimentó uno de esos eventos raros de la historia. Varios de sus habitantes manifestaban experimentar diferentes síntomas de envenenamiento por gas y pronto cundió la histeria porque muchos dijeron haber visto, en las inmediaciones de sus viviendas, a un inquietante sujeto ataviado de negro portando una pistola de insecticida.
El primer caso
El primer evento registrado, fue el de una mujer que se acostó en la cama con su hija de 3 años. Pronto le llegó un olor muy dulce al que al principio, no dio importancia, pensado que sería de las flores que había en su ventana pero pronto ese olor se hizo más fuerte y denso, tan dulce que resultaba empalagoso y curiosamente, no tardó mucho en notar que no podía mover las piernas, estaba paralizada. Se asustó y llamó a gritos a su hermana que se encontraba en otra habitación. Contactaron a la policía y al marido de la víctima que cuando llegó, vio a un individuo mirar por una de las ventanas de su casa. Iba vestido de negro y llevaba un gorro ajustado en la cabeza.
Ese mismo día, le pasó algo similar a una vecina que no vivía demasiado lejos. Según se reportó, se despertó escuchando toser a uno de sus hijos pero no se pudo mover, notaba las piernas paralizadas.
El gas se esparció por la ciudad
Pronto comenzaron a surgir más y más casos similares. Olor fuerte y posterior parálisis, nauseas, mareos, dolores de cabeza y debilidad mayoritariamente. Por fortuna, todos estos efectos no fueron permanentes, sino que se desvanecían pasados un par de días.
Una instancia singular fue la de una pareja, que al llegar a su casa, se encontró con que alguien había dejado un paño blanco colgado en su puerta que desprendía un olor extraño. La mujer instintivamente lo agarró y se lo acercó a la cara para olerlo mejor, a ver si así identificaban lo que era, casi al momento comenzó a sentirse enferma, la garganta le quemaba y se le paralizaron las piernas.
Y tras los primeros reportes, la prensa se hizo eco de la situación. A partir de ahí, el número de casos se disparó…
¿Histeria colectiva?
El pánico cundió de una forma bastante sorprendente. Se formaron patrullas vecinales cuyos miembros recorrían las calles armados y las mujeres, cuando salían solas, llevaban hasta bates de béisbol. Nadie quería quedarse solo en casa por las noches por lo que muchos se iban a dormir a las viviendas de amigos y conocidos.
Las autoridades por su parte, en un principio no dieron mucha importancia a estos sucesos hasta que la prensa comenzó a señalar su inacción públicamente. Entonces, empezaron a buscarse culpables: sobre todo se apuntó a un posible caso de histeria colectiva y a plantas industriales cercanas a la localidad que pudieran producir residuos tóxicos. La principal empresa a la que se acusó, respondió que era imposible, que sus contaminantes estaban almacenados siguiendo todas las normativas sin que hubiera habido escapes y les resultaba extraño que si hubieran sido ellos, sus trabajadores no hubieran experimentado ningún síntoma.
La policía en aquel momento consideró que algunos casos sí que habrían sido fidedignos si bien, un buen número de reportes habrían sido también el resultado de la histeria del momento pero entonces… ¿quién era el gaseador que produjo esos casos reales y por qué lo hizo? Nunca llegó a saberse e incluso se duda de su existencia, pero si de verdad lo hizo una persona, lo intrigante sería conocer qué motivos habría tenido para hacer algo así y qué sustancias utilizó.
Nuestra compañera Sonia Gupta del canal AEnigma nos cuenta más sobre esta y otras personas misteriosas de la historia en el siguiente video:
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