No cabe duda de que la Gran Pirámide de Giza es una de las mayores maravillas de la humanidad. Según los antiguos registros, en su cúspide el Piramidión brillaba intensamente cuando el Solla alumbraba. Esto ha llevado que algunos estudiosos se pregunten, los reflejos proyectados eran simplemente al azar o tenían un objetivo preconcebido: ¿iluminar otros lugares sagrados?

Aquellos que han visitado las Pirámides de Giza en persona siempre quedan asombrados por su tamaño (particularmente las pirámides de Keops y Kefrén). Es imposible capturar con la cámara la sensación de estar en presencia de tantos bloques de piedra enormes, apilados tan alto.

Sin embargo, como muchos lectores saben, cuando se construyeron por primera vez, las pirámides se habrían visto aún más impresionantes, ya que estaban terminadas con piedras de revestimiento hechas de piedra caliza pulida, alisando los lados de los monumentos antiguos y «pintándolos» de blanco, lo que les permitió para reflejar brillantemente la luz del Sol.

¿Apuntando a otros lugares sagrados?

Pero, ¿podría este revestimiento reflectante también haber enviado la luz solar desde las pirámides a otros sitios de importancia? Donald E. Jennings, un físico retirado del Goddard Space Flight Center de NASA, señaló que la piedra caliza Tura de alta calidad utilizada para las cubiertas exteriores de la pirámide podría haber sido pulida hasta el punto de permitir la reflexión especular (todavía se pueden ver fuertes reflejos especulares en piramidiones de granito pulido de Amenemhet III y Khendjer), similar a la de una ventana de vidrio. En base a esto, Jennings se preguntó si los egipcios usaron esto con buenos resultados.

Jennings dijo:

“Los reflejos hacia puntos en el horizonte habrían sido visibles desde grandes distancias. En un día y una hora en particular en que el Sol estaba correctamente situado, un observador estacionado en un sitio distante habría visto un destello momentáneo cuando el reflejo del Sol se movía a través de la cara de la pirámide”.

Piramidión

Jennings estaba bastante intrigado con la idea de que modeló reflejos especulares de la pirámide de Keops y derivó las fechas y horas anuales en las que habrían sido visibles en importantes sitios antiguos del calendario egipcio, así como con equinoccios solares, solsticios y otros fenómenos. Su investigación está documentada en un artículo publicado en arXiv.org, titulado: «Specular Reflection from the Great Pyramid at Giza».

Los sitios que Jennings incluyó en su investigación incluyeron Heliópolis (la «Ciudad del Sol», hogar del Templo de Ra), la pirámide de Dyedefra y Memphis (la capital del Reino Antiguo en Egipto) al sur de Giza. Al modelar la trayectoria del Sol y cómo su luz se habría reflejado desde las pirámides hacia esos sitios, pudo precisar las fechas en las que se habría producido el efecto.

Jennings escribió:

“La celebración de Wepet-Renpet, que en el momento de la construcción de la pirámide tuvo lugar cerca del día del cuarto cruzado de primavera, habría estado marcada por un barrido especular de sitios en el horizonte sur. En los días cruzados de otoño e invierno, las reflexiones se habrían dirigido a Heliópolis. Imagínese estar parado en Heliópolis a principios de febrero de 2560 a. C. mirando hacia el suroeste a través del valle del Nilo. La pirámide gigante recientemente terminada, llamada el ‘horizonte de Keops’, brilla de color blanco y domina el horizonte. De repente, justo antes del mediodía, la pirámide comienza a iluminarse y pronto brilla como un segundo Sol, imitando una puesta de Sol. El resplandor dura algunos momentos antes de atenuarse. Durante ese breve tiempo, la gran pirámide ha controlado al Sol, enviando un pedazo de él a su hogar”.

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El artículo de Jennings también calcula las horas y lugares en los que el reflejo del Sol fue enviado al horizonte, además de señalar que en el solsticio de invierno, «el reflejo del Sol desde la cara sur de la pirámide de Keops estaba en 39.8˚, casi directamente en sí mismo. En esta disposición, el Sol en cierto sentido estaba ‘viendo’ su propio reflejo». Sin embargo, señala que, si bien esta alineación peculiar fue el resultado de la pendiente de 51.8˚ del lado de la pirámide, es poco probable que haya sido un efecto intencional.

(Public domain)

Además, en general Jennings reconoce que «no conoce ningún registro antiguo de estas exhibiciones» sobre las que está hipotetizando, y «si las grandes pirámides produjeron reflejos especulares no se puede saber con certeza», ya que sin la evidencia del registro arqueológico «no podemos estar seguros de que la cubierta de piedra caliza se pulió hasta obtener un acabado de espejo» Sin embargo, como señaló anteriormente, sabemos que los piramidiones de granito pulido existentes arrojan reflejos especulares, y se cree que algunos piramidiones estaban recubiertos de oro, lo que habría producido un reflejo intenso.

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Pero, según Jennings, «dado el papel central del Sol en su cultura, es probable que los egipcios hubieran considerado el efecto especular solar en su arquitectura». Y quizás el efecto ni siquiera tenía que haber sido planeado en la arquitectura; su manifestación en el entorno aún se habría notado y quizás venerado:

“Las relaciones únicas reveladas en las reflexiones, incluso después del hecho, podrían tomarse como confirmación de la procedencia divina. Ya sea parte del plan original o revelado más tarde como consecuencia, los destellos especulares de la Gran Pirámide, junto con su brillo difuso siempre visible, habrían sido impresionantes a cualquier distancia, un recordatorio sorprendente de la magnificencia del mundo egipcio”.

Ver la Pirámide reflejando de tal manera la luz solar habría sido un evento espectacular de mirar. Es casi seguro que los antiguos egipcios quedaron maravillados ante este espectáculo, que obviamente fue ligado con orígenes divinos. ¿Tuvieron una intención o no de reflejar a otros lugares históricos? No lo sabemos, pero sabemos que es posible, pues nuestros ancestros poseían grandes conocimientos de astronomía y esto es posible verlo en otros monumentos arqueológicos donde incluso sabían el día y la hora en que se produciría uno de estos fenómenos.