Recientemente, un equipo de científicos ha detectado algo inusual en la atmósfera: nanopartículas de esporas de hongos.
El aire que respiramos a diario podría contener de dos a tres veces más fragmentos de esporas de hongos de lo que se creía anteriormente.
Las nanopartículas presentes en el aire podrían contribuir a enfermedades como asma y alergias, así como también podría intensificar la formación de nubes, especialmente las nubes formadas por cristales de hielo, que se conoce se forman en los alrededores de partículas similares.
Michael Lawler, químico de la University of California, Irvine (UCI), dijo en un comunicado:
Estos fragmentos son probablemente fragmentos de esporas de hongos que se han reventado después de hincharse con agua. Fue inesperado identificarlos como fragmentos de hongos. La aparición de grandes cantidades de nanopartículas atmosféricas generalmente se atribuye a las reacciones de gases en la atmósfera, que crecen a partir de moléculas en lugar de descomponerse a partir de partículas más grandes”.
Esporas de hongo en la atmósfera
Los investigadores utilizaron un dispositivo que recolectó partículas ambientales que miden entre un rango de 20 a 60 nanómetros de diámetro, para luego colocarlas en un delgado filamento de platino.
Más tarde, el contenido fue vaporizado y se usó un espectrómetro de masas de alta resolución para estudiar los gases obtenidos.
Las células fúngicas medían aproximadamente 30 nanómetros de tamaño (en comparación, una hoja de papel tiene 100.000 nanómetros de grosor). Ahora, los investigadores creen que anteriormente no habrían detectado estas esporas por no haber trabajado con escalas lo suficientemente pequeñas.
La atmósfera puede contener células intactas con un tamaño de miles de nanómetros, lo que podría indicar que las esporas de hongos tendrían un efecto de «metralla» biológica que afectaría los pulmones mucho más de lo pensado.
Esto significa un potencial problema para el asma y las alergias, y además explicaría por qué los días lluviosos empeoran el asma en algunas personas.
También hay que considerar la formación de nubes. De acuerdo a anteriores estudios, estas nanopartículas podrían causar la aparición de núcleos de hielo, con la capacidad de convertirse en cristales en la atmósfera y contribuir en la generación de nubes.
Lawler agregó:
Las células biológicas grandes e intactas son extremadamente raras en la atmósfera, pero hemos identificado nanopartículas fúngicas en concentraciones de órdenes de magnitud más altas, por lo que si algunas o todas estas son buenos núcleos de hielo, podrían desempeñar un papel en la formación de nubes de hielo”.
Lawler también indicó que las muestras de aire fueron tomadas de un lugar al norte de Oklahoma, durante un mes en el año 2016, por lo que no podrían aplicarse necesariamente a cualquier otro lugar. Sin embargo, el equipo indica que los eventos demostraron «similitudes con eventos no aclarados reportados previamente en la Amazonía».
Sin duda, los hallazgos son impresionantes, pero requerirán mayor investigación. Ahora, los investigadores planean analizar en mayor detalle las células y su relación con la formación de nubes, Esto podría ayudar a determinar un modelo climático más preciso y a una mejor comprensión del aire que respiramos.
Los hallazgos de la investigación han sido publicados en Science Advances.
Fuente: University of California, Irvine
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