Hoy vamos a sumergir al lector en la vida de Carl Sagan, cuyo impacto aún resuena en el recuerdo público, como una de las personalidades científicas más brillante de su tiempo.
Pero la herencia de Sagan no solo tocó el mundo académico, sino que su universo, expandió conciencia en latitudes impensadas, especialmente cuando Cosmos irrumpió en la televisión de los ochenta. Aquellas emisiones supusieron una auténtica revelación, marcando una nueva forma de comunicar ciencia, hasta entonces, dueña de un lenguaje ilegible a los iniciados.
Quién escribe, fue una de las tantas espectadoras en quedar hechizada, por la magia irradiada en sus presentaciones, que hicieron de Cosmos un programa único. Y es que Sagan, tuvo esa rara habilidad de convertir la ciencia en un lugar más amigable, logro, que generaciones posteriores, aún celebramos. Este es nuestro pequeño homenaje hacia una personalidad, que la humanidad no olvida. A Carl, donde quiera que estés.
Carl Edward Sagan – Biografía de una mente diferente
“Cierto día en las estaciones de trenes de Washington, un mozo ayudó a Carl Sagan con su equipaje, como hacía con cualesquiera otros pasajeros. Sin embargo, cuando Sagan sacó su billetera para darle la propina de rigor, el mozo hizo un gesto de rechazo. Aunque lo relevante de la anécdota no es el gesto en sí, sino la frase con que el mozo lo acompañó: ‘Guarde su dinero señor Sagan. Usted ya me ha dado el universo'”. Recordando a Carl Sagan. E.J. Rodríguez.
Nativo de Brooklyn, New York, Carl Edward Sagan nació un 9 de noviembre de 1934, en plena Gran Depresión. Fue hijo de una humilde familia de rusos ucranianos, Sam Sagan, 1905-1979, obrero de construcción, y Rachel Molly Gruber, 1907-1908, sencilla ama de casa. Los Sagan, fueron descritos, como practicantes de un judaísmo de corte liberal. Una hija, Carol May Sagan, apodada Cari, 1940, completaría el grupo.
Desde temprana edad, Carl, empezó a llamar la atención de su entorno. En 1939, siendo un pequeño de cinco años, fue llevado por sus padres a visitar La Exposición Universal de New York.
Bajo el slogan, «Construyendo el Mundo del Futuro», la muestra destacó no sólo por ser sede de la Primera Convención Mundial de Ciencia Ficción, sino que también promovió la exhibición de una Cápsula del Tiempo, conocida como Cupaloy, fabricada por la firma eléctrica Westinghouse, almacenando en su interior, los objetos más representativos de su época.
Más tarde Carl Sagan confesaría, la fabulosa muestra tuvo un gran impacto en el desarrollo de su posterior trabajo. Por aquella misma época Carl, alentado por su madre, comienza a frecuentar las bibliotecas públicas neoyorquinas, en busca de respuestas a sus apetitos intelectuales, centrados en asignaturas como la ciencia, y el espacio. Aunque resulte extraño, su época escolar mostró una mente brillante, pero sin lograr conectar con la enseñanza tradicional. Carl se aburría en sus clases, y sus maestros recomendaron a sus padres, matricularan al inquieto joven en escuelas para superdotados, alejado de la educación pública. Cuando cumplió 20 años, Carl obtuvo su primer título en Ciencias, al que seguiría un máster en Física, y luego doctorados en Astronomía y Astrofísica.
Todos estos grados los obtuvo en la Universidad de Chicago. Mientras lleva a cabo esta impresionante formación, la NASA lo reclama en sus filas, y desde 1950 se dedica al asesoramiento, de las futuras misiones espaciales. Ocho años después de iniciada esta colaboración, en 1958, Carl Sagan verá su nombre involucrado, en un misterioso y controvertido proyecto secreto. Veamos.
Proyecto A119 – Protohistoria de la militarización espacial
Esta información que ahora vamos revelar, fue liberada en 1990 por el propio Carl Sagan a uno de sus biógrafos, Keay Davidson, revelando los títulos de dos documentos clasificados, Posible contribución de la detonación de armas nucleares lunares, a la solución de algunos problemas en la astronomía planetaria, y Contaminación radiológica de la Luna, por detonación de armas nucleares.
Al parecer en 1958 la fuerza aérea norteamericana, planificó llevar a cabo, El Proyecto A119, conocido como, El Estudio de Vuelos sobre Investigación Lunar. El objetivo perseguido por los militares, fue planificar una detonación nuclear en suelo lunar. Según se rumorea, aquel intento buscaba responder interrogantes acerca de astronomía, y astrogeología planetaria.
Pero tras esta fachada se ocultaba un deseo mayor, el reconocimiento del poderío de Estados Unidos, en su creciente enfrentamiento con Rusia. La operación fue cancelada en 1959, temiéndose una reacción pública negativa.
Carl Sagan que en ese entonces tenía 25 años, habría asistido al astrónomo Gerard Kuiper como su ayudante, mientras se encontraba preparando sus doctorados. Actualmente el gobierno norteamericano niega la operación.
Me pregunto si estos datos filtrados por el 2000, al publicarse la biografía de Keay Davidson, Carl Sagan. A Life, habrán incidido en la divulgación de Mirlo Rojo, polémico documental que en 2004 diera a luz el ufólogo español Juan José Benítez, especulando sobre detonaciones atómicas en la Luna, destruyendo supuestas ruinas, tema que un día, me propongo abordar.
Finalizada su intervención en el polémico proyecto, Sagan continuó con sus estudios que desde 1960 a 1962, lo tuvieron disfrutando de una beca en la prestigiosa Universidad de Berkeley, California. Luego Sagan sería acogido por el Smithonian Astrophysical Observatory, Cambridge, Massachusetts, que desde 1962 a 1968, lo tuvo en sus aulas.
Fue durante ese importante período, donde la contracultura norteamericana se encontraba en su apogeo, y nuevas ideas parecían desafiar los rígidos cánones académicos, al son de la nueva era, que Sagan va dar a luz una publicación desafiante. Veamos.
Carl Sagan, y la teoría de antiguos astronautas
“Si allá afuera hay seres explorando sus cielos, en búsqueda de las noticias de una nueva civilización técnica, tendrán conocimiento de ella para bien o para mal. Si el vuelo espacial interestelar por civilizaciones técnicas avanzadas, es un lugar común, podemos esperar un emisario en los próximos centenares de años. Tenemos la esperanza que, para entonces, seguirá existiendo una civilización terrestre próspera, para recibir a los visitantes, de las estrellas remotas”. Vida Inteligente en el Universo. Sagan, C.; Shklovsky. I, 1968.
En 1968 se publica un texto enigmático, Vida Inteligente en el Universo. El libro es resultado de una colaboración en conjunto, entre Carl Sagan, y el prestigioso astrónomo ruso Iósif Shklovsky. Según narra el propio Sagan, fue en 1962 cuando enviara a su colega ruso un ensayo, Contacto directo entre las civilizaciones galácticas, por vuelo espacial interestelar relativista, más tarde incluido en un trabajo de Shklovsky, Universo, Vida y Pensamiento, 1963.
La unión de estas dos obras dio por resultado, Vida Inteligente en el Universo. Teniendo en cuenta el contexto de la época, dominado por la guerra fría, fue un gesto audaz por parte de Sagan que decidió llevar adelante su publicación en los Estados Unidos. Sin embargo, el gesto parece guardar otra connotación, si pensamos en los orígenes familiares del propio Sagan, descendientes, como ya dijimos, de ucranianos rusos.
Cuando Sagan emprende esta tarea cuenta con 34 años, y asesora entre otras tareas a la NASA en sus misiones espaciales. También es un observador destacado del fenómeno OVNI, que desde 1947 desconcierta al mundo científico. Tal es su prestigio, que en 1966 será llamado como evaluador del célebre Proyecto Libro Azul, presentando un informe demoledor sobre el accionar de la Fuerza Aérea Norteamericana, en sus investigaciones sobre los OVNIs.
Les reprochará su poca apetencia científica, en el manejo de los casos. Se enfrentará incluso con Allen Hynek, uno de los motores del Proyecto Libro Azul, a quién en 1969, desafiará a debatir sobre la espinosa cuestión de los OVNIs. Sagan se mostrará inflexible en su posición, desplegando un escepticismo feroz, para consternación de Hynek.
Años más tarde rumores de un Sagan confesando a Hynek su creencia en el fenómeno OVNI como algo real, opinión que decide silenciar a nivel público, para no ver comprometida su posición, dividirán las aguas entre los estudiosos, desconfiando de esta afirmación.
Pero volvamos a Vida Inteligente en el Universo, el lector se va encontrar con un texto clásico, sobre astronomía y cosmogonía, nada fuera de lo común. Pero es rozando el final del libro cuando un capítulo, Posible Consecuencia del Contacto Directo, parece escapar al cerrojo académico, ensayando tras su desarrollo, algunas respuestas sobre el caso de Antiguos Astronautas. Aunque la tónica aplicada no deja de ser escéptica, un pasaje destaca.
Escribe Sagan:
“Es posible que la Tierra haya sido visitada por civilizaciones galácticas. No está fuera de duda que existan todavía artefactos de esas visitas, aunque hasta la fecha no se haya encontrado ninguno, o que incluso que dentro del sistema solar se mantenga alguna especie de base, para proporcionar la continuidad a expediciones sucesivas. A causa de la meteorización, y del posible descubrimiento y obstáculo por los habitantes por los habitantes de la Tierra, les pudo parecer preferible no erigir esa base en la superficie en la Tierra. La Luna parece un lugar posible para el emplazamiento de esa base, pero hasta la fecha no se ha podido hallar”.
Es a todas luces una declaración sorprendente por parte de Sagan, emitida a sólo un año antes que la misión Apolo XI, marcara su huella en la superficie lunar. Me pregunto cuál fue la opinión de Sagan, sobre las posteriores revelaciones realizadas por los astronautas, acerca de sus experiencias en el espacio, donde la sospecha de una civilización estelar avanzada, y en actividad, parecen rondar estos relatos.
Retomando la lectura de Vida Inteligente en el Universo, y el pasaje citado, hay una breve referencia muy interesante hacia la figura del estudioso ruso Matest Mandelevich Agrest, 1915-2005. Agrest se considera el primer científico con doctorado en ciencias, física, y matemáticas, en sostener la hipótesis del Paleocontacto, resaltado por su libro de 1961, Cosmonautas en la Antigüedad, también conocido como Los Astronautas de Lore. Según Agrest, la idea sobre visitantes alienígenas en el pasado terrestre, había surgido en su mente, luego de abordar la Biblia.
Sagan también admitió en sus inicios, estar intrigado por algunas cuestiones bíblicas, aunque más tarde desechó estas comparaciones. Vida Inteligente en el Universo fue muy bien recibido por el público, aunque el mundo científico ratificó cierta distancia con sus postulados, considerados un tanto audaces para la época. Increíblemente el mismo año que M.M. Agrest publicara su curioso libro, 1961, otro extraño proyecto involucró a Sagan. Conozcamos su historia.
La Orden del Delfín – Orígenes del Proyecto SETI
“Para mi la Orden de los Delfines tuvo un significado especial: me proporcionó la ocasión de reunirme y realizar charlas con los delfines, e incluso, en cierta medida hacer amistad con ellos”. La Conexión Cósmica. Carl Sagan, 1973.
Los sucesos que ahora me apresto a narrar dieron inicio el 1 de noviembre de 1961 cuando el Observatorio Nacional de Radioastronomía de Green Bank, en Virginia Occidental, USA, congregó en sus instalaciones a diez científicos de prestigio, con el objetivo de iniciar un proyecto que fuera capaz de captar señales alienígenas, nada menos que CETI (Comunicación con Inteligencias Extraterrestres), más tarde reducido a SETI (Búsqueda de Inteligencia Extraterrestre)
Entre los participantes además de Carl Sagan, sobresalen nombres como el astrofísico Frank Drake, mentor de SETI, y autor de la ecuación que lleva su nombre, el físico Phil Morrison, integrante del Proyecto Manhattan, donde se creara la bomba atómica, Melvin Calvin, elegido ese mismo día premio nobel de química, Su Shu Huang, importante astrónomo chino, Otto Struve, astrónomo de Green Bank, organizador de la reunión, y el neurocientífico especialista en delfines, John Cunningham Lilly.
Según narra Sagan en su libro de 1973, Conexión Cósmica:
“Estando tan cautivados por los relatos que nos contaba Lilly sobre los delfines, nos bautizamos a nosotros mismos como la ‘Orden de los Delfines’. Calvin tenía un alfiler de corbata como alfiler de membresía; era una reproducción de una moneda que está en el Museo de Boston, una antigua moneda griega en la que aparece un muchacho sobre un delfín”.
John Cunningham Lilly, 1915-2001, fue todo un personaje. Hijo de una acaudalada familia de Minnesota, desde niño mostró una mente inquieta. Se dice su lectura del célebre trabajo de Aldous Huxley, Un mundo feliz, lo inspiró en sus estudios del cerebro. Luego de recibirse como médico especializado en neuropsiquiatría, decidió centrar sus investigaciones en áreas poco convencionales.
En 1954 Lilly inventó el tanque de aislamiento, «consistente en un depósito de agua salada, donde el sujeto de experimentación flotaba, en estado de privación sensorial». Lilly también centró su interés, en los efectos del LSD sobre el cerebro. Parte de estas experiencias, serían retratadas en el film de 1980, Estados Alterados. Pero la verdadera obsesión de Lily tiene un nombre, «delfines». Es así que en 1961 lanza el exitoso, Man and Dolphin, que va a catapultarlo a la fama.
En ese fascinante trabajo Lilly haría algunas afirmaciones sorprendentes, especulando los delfines podían comunicarse telepáticamente, considerado ésta habilidad, clave, para la comunicación extraterrestre. Sugirió también, los militares estadounidenses podían emplear sus habilidades, entrenándolos para misiones propias.
Y hasta propuso, los delfines, podían enseñar a los humanos a vivir en el espacio exterior sin gravedad. Sus ideas no tardaron en causar impacto, y surgieron mecenas poderosos, entre ellos la NASA, que decidió aportar fondos para sus experimentos con delfines. En 1963 Lilly instaló en Saint Thomas, Islas Vírgenes, América Central, su «Casa de los Delfines», donde empezó a trabajar en su educación, proponiéndose los cetáceos aprendieran inglés. Sagan se involucró como observador del flamante proyecto.
Sobre su contacto con Lilly Sagan diría:
“Su Instituto, ahora desaparecido, sin lugar a dudas realizó un gran trabajo acerca de los delfines, incluyendo la producción de un importante atlas del cerebro del delfín. Aunque aquí exprese ciertas críticas sobre algunos aspectos del trabajo de Lilly, sin embargo, deseo expresar mi admiración hacia cualquier intento serio de estudiar los delfines y en particular hacia los pioneros esfuerzos de Lilly en este terreno. Desde entonces Lilly se dio a la tarea de investigar la mente humana desde su interior, inducida por medios farmacológicos y no farmacológicos”.
Sin embargo, Sagan, si bien simpatizó con Lilly, se dio cuenta que la experimentación con los delfines estaba lejos de probar una inteligencia natural, que creía tan solo funcionaba por el estímulo de la retribución. El uso de LSD por parte de Lilly, sino también aplicados a los delfines, fue un factor que a la larga se salió de control, especialmente cuando se descubrió ciertas prácticas sexuales entre entrenadores y los delfines. Aquello horrorizó a la NASA, que determinó retirar su patrocinio. A pesar de este fracaso, el excéntrico Lilly continuó sus actividades cada vez más místicas, que lo llevarían a instalarse en Sudamérica. Otro día prometo ocuparme de sus andanzas. Dentro de esta etapa lisérgica Sagan prefirió sumergirse en la marihuana, hábito que mantendría toda su vida, en vez del LSD, al que temía debido a sus efectos residuales.
A un amigo le confió:
“Espero que no falte mucho para que ese momento llegue, la ilegalidad del cannabis es escandalosa, un impedimento a la utilización plena de una droga, que ayuda a producir la serenidad y la perspicacia, la sensibilidad y la fraternidad, que tan desesperadamente se necesita en este mundo, cada vez mas demencial y peligroso”.
Todas estas audacias empezaron a tener un costo para Carl Sagan, especialmente entre sus colegas más ortodoxos, que resentían de su franqueza sin límites, y celaban su rápido ascenso en cargo claves. También era algo mediático, y eso molestaba.
Algunos lo llamaban tan sólo un teórico con suerte, y achacaban su formación científica, como de escasa preparación, principalmente en ramas como las Matemáticas. Su promulgación de la Exobiología, como estudio central para la búsqueda de vida inteligente, le estaba acarreando problemas, y granjeándole burlas por parte de otros académicos, que argumentaban la Exobiología, es la ciencia de la nada. Cuando Harvard rechazó entregar a Sagan una cátedra fija, muchos se aliviaron. Aquel desprecio lo desconcertó, y por primera vez en su vida supuso una amarga derrota, sin embargo, su carrera no se detuvo. El muchacho judío de Brooklyn estaba destinado.
Contacto Extraterrestre ¿Hay alguien ahí?
En 1969 la NASA inicia los preparativos de la sonda Pioneer 10, con la idea de un acercamiento al cinturón de asteroides y después a Júpiter. Los ambiciosos objetivos incluían que la nave una vez lograra vencer la gravitación del Sol, se convertiría, «en el primer artefacto en abandonar el sistema solar». Fue así que Eric Burgess, redactor de la revista Christian Science Monitor (Observador Cristiano de la Ciencia), y Richard Hoagland un escritor independiente, decidieron contactar a Sagan, sugiriendo, la Pioneer 10 incluyera en su viaje, un saludo hacia los extraterrestres. La idea encantó a Sagan, y de inmediato tuvo el consenso de la NASA.
Luego de muchas cavilaciones, Sagan desarrolló dos placas, donde se grabaron imágenes de seres humanos, un diagrama del sistema solar, y su ubicación. Para el armado de las placas se utilizó, aluminio anodizado en oro. Cada una de ellas integró las sondas Pioneer 10, y Pioneer 11, lanzadas en 1972.
El público deliró, y desde entonces la imagen se convirtió en un símbolo de hermandad entre razas, Pero no todos estuvieron felices, y voces conservadoras criticaron los diagramas.
El prestigioso The Angeles Times, recibió airadas cartas por parte de sus lectores, clamando por lo siguiente:
“Debo decir me escandalizó la ostensible exhibición de los órganos sexuales masculinos y femeninos, en la primera página del Times. ¿No es bastante que tengamos que tolerar el bombardeo de pornografía, en las películas y las revistas indecentes? ¿No es bastante deplorable que los funcionarios de nuestra agencia espacial, hayan considerado necesario esparcir esta inmundicia más allá de nuestro Sistema Solar?”.
Otra crítica se centró en el papel de la mujer dentro de la placa, donde muchos observaron una postura de sumisión ante el hombre. No obstante, estos obstáculos, los mensajes de las Pioneer recibieron atención mundial, una estrategia de marketing que luego se repetiría con las sondas Voyager I-II, y sus discos de oro plagados de saludos extraterrestres, lanzadas en 1977. Sagan acababa de hacer historia.
Tres años más tarde Carl Sagan presentaría Cosmos, una serie de trece capítulos exclusiva para la televisión, logrando un milagro único: que las audiencias del mundo se volvieran a enamorar de la Ciencia.
Fue su legado más notable, e incluso para aquellos que recelaban su trabajo como científico, debieron bajar la guardia y aceptar, Carl Sagan a pesar de algunas limitaciones, fue lo mejor que pudo ocurrirle al mundo académico. Su luz se apagaría en 1986. Larga vida a Carl. Hasta aquí.
Conclusión
Carl Sagan no sólo fue un eximio científico, sino ante todo un gran curioso, cualidad que aún de adulto supo conservar. Fue también un espíritu de su época, donde la Ciencia comenzó con algunos replanteos, y que encontró en Carl un gran catalizador para los cambios por venir. A su manera, intentó insuflar nuevos aires a un cerrado círculo, poco afecto a salir de la comodidad de sus claustros. Para algunos un héroe, para otros, tan sólo un chico judío de Brooklyn, ambas opiniones se complementan. Continuará.
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Bibliografía
Libros
- Agrest, M.M. Cosmonauts in Antyquits, 1961.
- Lilly, J. C. Man and Dolphins. New York: Scientific Frontier, 1962.
- Poundstone, W. Carl Sagan. Una vida en el Cosmos. México: Akal, 1999.
- Sagan, C. Contacto. Barcelona: Plaza & Janes, 1985.
- Sagan, C. Cosmos. Estados Unidos: Random House, 1980.
- Sagan, C. El Cerebro de Broca. Estados Unidos: Random House, 1979.
- Sagan, C. El Mundo y sus Demonios. Estados Unidos: B, 1997.
- Sagan, C. La Conexión Cósmica. Estados Unidos: Knopf Doubleday, 1973.
- Sagan, C. Los Dragones del Edén. Estados Unidos: Random House, 1977.
- Sagan; Shlovsky. Vida Inteligente en el Universo, 1968.
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Cosmos… un viaje personal. Nunca olvidaré ésa frase y como esperaba el programa todos los sábados.
Un programa extraordinario!
Muy buen artículo! Sin dudas Sagan me ando la puerta a facinarme con el universo!
…abrió la puerta..