Las partículas respiradas por las madres pasan a sus vulnerables fetos, con consecuencias que pueden durar toda la vida.
Se han encontrado partículas tóxicas de la contaminación atmosférica en los pulmones, el hígado y el cerebro de los bebés no nacidos, mucho antes de que hayan respirado por primera vez. Los investigadores afirmaron que su “innovador” descubrimiento era “muy preocupante”, ya que el periodo de gestación de los fetos es la etapa más vulnerable del desarrollo humano.
Se encontraron miles de partículas de carbono negro en cada milímetro cúbico de tejido, que fueron respiradas por la madre durante el embarazo y luego pasaron al feto a través del torrente sanguíneo y la placenta.
Ya se sabía que el aire sucio estaba fuertemente correlacionado con el aumento de los abortos espontáneos, los partos prematuros, el bajo peso al nacer y las alteraciones del desarrollo cerebral. Pero el nuevo estudio aporta pruebas directas de cómo puede producirse ese daño. Los científicos afirman que la contaminación podría causar efectos en la salud de por vida.
Las partículas se componen de hollín procedente de la quema de combustibles fósiles en vehículos, hogares y fábricas y provocan inflamación en el organismo, además de transportar sustancias químicas tóxicas. El estudio se realizó con madres no fumadoras de Escocia y Bélgica, en lugares con una contaminación atmosférica relativamente baja.
Paul Fowler, de la Universidad de Aberdeen (Escocia), dijo en un comunicado:
“Hemos demostrado por primera vez que las nanopartículas de carbono negro no sólo llegan a la placenta del primer y segundo trimestre, sino que también se introducen en los órganos del feto en desarrollo.
Lo que es aún más preocupante es que estas partículas también llegan al cerebro humano en desarrollo. Esto significa que es posible que estas nanopartículas interactúen directamente con los sistemas de control de los órganos y las células del feto humano”.
El profesor Tim Nawrot, de la Universidad de Hasselt (Bélgica), que codirigió el estudio, dijo:
“La regulación de la calidad del aire debería reconocer esta transferencia [de la contaminación atmosférica] durante la gestación y actuar para proteger las etapas más susceptibles del desarrollo humano”.
Afirmó que los gobiernos son responsables de reducir la contaminación atmosférica, pero que la gente debe evitar las carreteras con mucho tráfico cuando sea posible.
Las partículas de contaminación del aire se detectaron por primera vez en las placentas en 2018 por el profesor Jonathan Grigg en la Universidad Queen Mary de Londres y sus colegas.
Grigg dijo:
“El nuevo estudio es muy bueno: han demostrado de manera convincente que las partículas luego llegan a los fetos.
Ver que las partículas se introducen en el cerebro de los fetos eleva el nivel de exigencia, ya que puede tener consecuencias de por vida para el niño. Es preocupante, pero aún no sabemos qué ocurre cuando las partículas se alojan en varios lugares y se desprenden lentamente de sus sustancias químicas”.
Esto significa que es necesario seguir investigando.
Una amplia revisión mundial realizada en 2019 concluyó que la contaminación del aire puede estar dañando todos los órganos y prácticamente todas las células del cuerpo humano. También se ha descubierto que diminutas partículas atraviesan la barrera hematoencefálica y se han encontrado miles de millones en los corazones de jóvenes habitantes de las ciudades. Más del 90% de la población mundial vive en lugares donde la contaminación atmosférica supera las directrices de la Organización Mundial de la Salud (OMS), lo que provoca millones de muertes prematuras cada año.
La nueva investigación, publicada en la revista Lancet Planetary Health, encontró partículas de contaminación atmosférica en todas las muestras de tejido pulmonar, hepático y cerebral examinadas, así como en la sangre del cordón umbilical y las placentas. La concentración de partículas era mayor cuando la madre vivía con niveles más altos de contaminación atmosférica, en comparación con otras del estudio.
Los 36 fetos examinados en la parte escocesa del estudio procedían de interrupciones voluntarias de embarazos que evolucionaban con normalidad entre las siete y las 20 semanas de gestación.
Los científicos señalan:
“Los resultados son especialmente preocupantes porque esta ventana de exposición es clave para el desarrollo de los órganos”.
En Bélgica, se tomaron muestras de sangre del cordón umbilical tras 60 nacimientos sanos.
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