En relatos antiguos, manuscritos y crónicas se narra cómo los dioses llegaron a la Tierra o se transportaban de un punto a otro en “carros de fuego” o vehículos voladores fantásticos, que curiosamente son tan parecidos entre sí. ¿Se trata acaso de tecnología antigua similar? ¿Se trataba de los mismos “dioses” que iban y venían de una civilización a otra?

Muchos investigadores reflexionan sobre por qué existen tantas similitudes entre las culturas antiguas de distintas partes del mundo. Al mismo tiempo, los científicos creen que las civilizaciones antiguas de África, Europa, Mesoamérica y Asia se desarrollaron por separado.

Naturalmente, algunos comerciantes o navegantes solitarios podían llegar de vez en cuando a “tierras desconocidas”. Al igual que los vikingos estuvieron en Norteamérica mucho antes que Colón.

Pero los vikingos no tuvieron ningún impacto cultural en las tribus indígenas locales, y la influencia de comerciantes y navegantes en otros pueblos fue también muy insignificante. Especialmente en el ámbito de la religión.

Sin embargo, una y otra vez encontramos motivos sospechosamente similares en las mitologías e imágenes de distintos pueblos, a veces situados en extremos opuestos de la Tierra.

Vehículos de transporte de los dioses antiguos, muy similares entre sí

En este artículo, consideraremos la sospechosa similitud del transporte en el que se desplazaban los antiguos dioses de diferentes culturas. A continuación se muestra una pieza de bajorrelieve con el nombre de museo “La Venta Stele 19” procedente de un antiguo templo olmeca. La cultura olmeca se originó en lo que hoy es México hace unos 4.500 años y se extinguió hace unos 3.500 años.

Los científicos creen que esta estela contiene la imagen histórica más antigua de la famosa Serpiente Emplumada, una deidad que ejerció una gran influencia no sólo en los olmecas, sino también en muchas otras civilizaciones antiguas de Mesoamérica.

Allí se le llamaba Quetzalcóatl (aztecas), Kukulkán (mayas) o Cucumats (pueblo kiche). En una mano, la Serpiente Emplumada sostiene la ya conocida “bolsa” o “bolso de los dioses“, colocándola sobre sus pies, pero su postura es tan extraña que parece como si estuviera sentado, encorvado, dentro de algo estrecho con el techo bajo.

Y en la cabeza lleva algo parecido a un casco. La Serpiente Emplumada decía que “venía del cielo” y que traía muchos grandes conocimientos a la gente. Y entre los nativos, también estaba asociado con la estrella de la mañana – Venus.

Así que tal vez en esa estela la Serpiente Emplumada está representada sentada en su transporte, en el que “vino del cielo”. Y esta es ya una estatuilla de la cultura azteca con algún tipo de dios, tal vez la misma Serpiente Emplumada, sentada en una “cabina” similar y estrecha y, además, como poniendo las manos en el panel de control.

Y de nuevo, algo parecido a un casco es visible en la cabeza, aunque de un “diseño” diferente.

En la cultura maya, la tapa del sarcófago de Palenque es ampliamente conocida gracias al explorador Erich von Däniken. Sobre ella, en un mecanismo muy extraño, se sienta el gobernante maya Pacal. Sobre su cabeza de nuevo una especie de “casco”, y con una mano parece alcanzar la palanca de control.

Pasemos ahora a Nueva Zelanda, donde se asentó el pueblo maorí hace unos mil años, tras trasladarse allí desde las islas de la Polinesia Oriental, en el océano Pacífico.

En la mitología maorí, existe el dios Purangahua, que se desplazaba sobre cierto objeto volador llamado Hawaiki. La leyenda cuenta que este dios descendió del cielo “montado en un objeto de plata”. Así es como Purangahua hablaba de sí mismo en la leyenda:

“Vengo y una tierra desconocida yace bajo mis pies. Vengo y nuevos cielos se despliegan sobre mí. Vengo a esta tierra y ésta es para mí un apacible lugar de descanso. ¡Oh espíritu de los planetas! El vagabundo te ofrece humildemente su corazón como alimento”.

Se pueden encontrar imágenes de Purangahua en muchas decoraciones u ornamentos maoríes. En la imagen inferior, Purangahua aparece sentado en su vehículo volador. En exactamente la misma posición que el dios de los aztecas y también agarrado a algo con las manos.

Pasemos al Antiguo Egipto. El dios Hapi era responsable de las inundaciones del Nilo y de las cosechas, y también se le llamaba el señor de los peces y de las aves de los pantanos. Se le representaba como un hombre de piel azul y a veces se le llamaba el “Padre de los Dioses” y se le consideraba el encargado de mantener el cosmos en equilibrio.

La mayoría de las representaciones de Hapi son poco llamativas, pero un bajorrelieve lo muestra sentado en la “figura” de una gran serpiente. En sus manos sostiene una especie de palos y otros dos “palos” largos que sobresalen del suelo.

Si se observa con una mirada moderna, de nuevo se parece mucho a una especie de “cabina de mando”, y los palos son las palancas de control.

Algunos aficionados al paleocontacto creen que todas las imágenes antiguas presentadas anteriormente muestran alienígenas que volaron a la Tierra, volando en aparatos que parecían pequeños helicópteros monoplaza.

Imaginemos que a un salvaje de una tribu perdida en la selva, que nunca ha visto tecnología más complicada que un arco y una flecha, le enseñan un helicóptero y le piden que lo dibuje.

Lo más probable es que el salvaje dibuje algo rectangular, intentando mostrar la cabina de un helicóptero, y un hombrecillo agazapado en su interior. Igual que en estos dibujos antiguos.

¿Cómo es posible que los antiguos olmecas, aztecas, egipcios y culturas como las de Nueva Zelanda compartan representaciones de sus dioses -que bajaron del cielo- con similitudes alucinantes?

La historia del desarrollo de la civilización en la Tierra está lejos de ser comprendida. Hay eslabones perdidos miremos donde miremos.

[H/T: anom]

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