Me topé con esta historia acerca de un fascinante descubrimiento realizado en Illinois a inicios de los ochenta, mientras me encontraba investigando la Cueva de los Tayos.
Ambos hallazgos parecían guardar una gran conexión, especialmente debido al debate suscitado tras su difusión, poniendo en jaque lo conocido acerca del continente americano, siendo su pasado de pronto revistado.
A través de los años la Colección Burrows, y sus misterios continuó intrigándome, y cada tanto trataba de ponerme al día en un intento de conocer nuevos datos, sobre un enigmático expediente siempre en crecimiento. Tras la muerte de Russell Burrows principal promotor de sus secretos, el tema cayó pronto en el olvido, aunque no exento de resurrecciones, como se va a intentar en este artículo.
Ajusten sus cinturones, se avecina un viaje movido.
El misterio de la cueva de Lowery. Antecedentes del caso Burrows
“En la primavera de 1925, un residente local, Orville Lowery, de Hickory Hill, en la esquina sureste del condado de Marion, Illinois, estaba ocupado con sus dos hijas quitando rocas y escombros de un área designada para ser el jardín familiar. Su hija mayor, Fern, que tenía seis años, comenzó a explorar a lo largo de la cornisa del barranco junto al lugar del jardín. A varios pies del acantilado, Fern descubrió un agujero cortado en la piedra arenisca por manos humanas. Llamó a su padre para que investigara el agujero que determinó que era de origen antiguo”. ¿Qué pasó en el condado de Marion? Artículo de Illinois Caves, un sitio ya desaparecido.
Todo se remonta a 1961 cuando Michael Paul Henson, uno de los buscadores de tesoros más famosos de Norteamérica, decidió investigar un viejo rumor involucrando un extraño descubrimiento ocurrido en el Condado de Marion, Illinois, alrededor de 1925, luego introducido en su fascinante trabajo A Guide to Treasure in Illinois and Indiana, publicado en 1977.
Sucedió una niña llamada Fern Lowery, nativa de Hickory Hill, y de tal solo seis años, descubrió una cavidad subterránea mientras inspeccionaba un acantilado de su localidad. La estructura parecía presentar cortes de factura humana. Intrigada, Fern clamó por su padre Orville Lowery, con la intención de que ambos estudiaran el sitio. Al parecer el socavón se encontraba cubierto por una enorme tapa grabada con símbolos desconocidos, y una vez traducidos, supondrían la existencia de un antiguo tesoro.
Según relata Henson:
“Orville quitó la tapa y descubrió una cavidad vacía. Hay numerosas tallas debajo del agujero que se cree que son indias o españolas. No se han encontrado otras cavidades, pero cualquiera descifre los símbolos, o el uso de un detector de metales a lo largo de la cara de este acantilado, podrían dar con algo emocionante allí. Lowery creía firmemente que la cavidad se había llenado con pepitas de oro porque vio rastros de oro en el costado del agujero “.
Tras este insólito descubrimiento Orville Lowery trató de interesar a los académicos de Illinois para que fuera a estudiar el sitio, pero se encontró con una formidable resistencia, ya que todos los especialistas consultados denegaron su pedido de investigar. Nadie pareció mostrar interés en su hallazgo, o al menos esa fue la impresión que recibiera Lowery.
Esta actitud hostil, obedecía a un pensamiento reduccionista por parte del mundo académico norteamericano, escudado tras la historia oficial, y que solo reconocía a europeos blancos del siglo XV como los verdaderos hacedores de un pasado hasta entonces poco reflejado. Cualquier anomalía que buscara desafiar este modelo, era rápidamente desechada, y objeto de furibundos ataques.
Desalentado, Orville Lowery terminó por vender su propiedad y se marchó a otro estado. Treinta años después Michael Paul Henson se interesó por el caso. Sin embargo, transcurrirían otros veinte años hasta conocer los verdaderos secretos de la llamada cueva Lowery, cuando un tal Russel Burrows decidiera tomar el asunto en sus manos. Veamos.
Biografía del enigmático Russell Burrows
Russell E. Burrows descubrió una cueva que contenía innumerables artefactos mientras vivía en Illinois en 1982. Este descubrimiento ha desafiado la ciencia y la historia establecidas desde hace mucho tiempo y ha llevado a Russell a ser coautor de dos libros fascinantes sobre el tema. Russell Burrows y Fred Ryholm. The Mystery Cave of Many Faces. A History of Burrows Cave’s, 1992.
Russell E. Burrows vino al mundo en Richwood, Condado de Nicholas, Virginia del Oeste, durante 1935, siendo hijo de Earl. V. Burrows y Jane Mullins. Gran parte de su infancia transcurrió en el Condado de Marion, muy cerca del sitio donde registraría más tarde su fabuloso hallazgo. En 1952 tras cumplir diecisiete años, Burrows se graduó en la escuela preparatoria, aunque poco después decidió alistarse en el ejército para poder combatir en Corea. Durante su etapa militar Burrows recibió varias condecoraciones. En 1953 el joven teniente ingresó a la Universidad de West Virginia, interesado en el campo arqueológico, estudios que lo retendrían dos años en aquella institución. Luego de este impasse, Burrows continuó prestando servicios en el ejército manteniéndose activo hasta 1963, cuando toma la decisión de renunciar a sus deberes militares para así retomar la vida civil. Ese mismo año Burrows inicia un servicio de transporte en New Jersey, trabajo que mantendría hasta 1976, y que debido al aumento de costo del combustible se viera obligado a cerrar.
Tres años después en 1979, la vida de Russell Burrows parece dar un giro que lo llevarán a trabajar en el Departamento Correccional de Illinois en Pontiac, realizando tareas como guardiacárcel, aunque por un corto tiempo.
Según algunos estudiosos fue en esa cárcel donde Burrows tomara contacto con un notorio recluso llamado Frank Collins, alias Frank Joseph. Luego volveremos a él. Finalizada esta etapa Burrows se va a reconvertir en un buscador de tesoros, y pronto su nombre estará en boca de todos, cuando saque a luz revelaciones imposibles sobre el pasado de Norteamérica.
Descubrimiento del tesoro de las edades
“El sitio debe ser protegido de mercenarios carroñeros, aquellos que despojarían el sitio de estos invaluables artefactos Quiero que se conserven para la historia, ya que sus creadores definitivamente estuvieron aquí mucho antes que los pueblos que solemos asociar con la historia americana prehistórica”. Comentario extraído del Olney Daily Mail, periódico que en 1984 realizara una entrevista a Russel Burrows.
Son varias las versiones que circulan sobre esta historia, y no todas coincidentes. Para nuestro estudio, vamos a basarnos en el relato de Frank Joseph, editor del famoso magazín The Ancient América, quién supo cultivar una extensa amistad con Burrows, y a quién apoyara en el terreno divulgativo. Fue así durante 2003, cuando Frank Joseph publicara sus impresiones del caso en The Lost Tresaure of King Juba, narrando como Burrows durante sus excusiones em Illinois, se topara con el misterioso tesoro. Valga decir el acontecimiento tuvo lugar un dos de abril de 1982, año que tuviera lugar el conflicto de Malvinas enfrentando en sus disputas a la Argentina y Gran Bretaña. Pero atendamos a Joseph.
Según nos dice este escritor, desde tiempo inmemoriales existía una cueva particular y no muy llamativa, (tal solo un agujero en el suelo), en el noroeste de Richland, Illinois, donde corre el rio Embarras. Este socavón tenía la particularidad de exhibir sus paredes decoradas con tallas de animales extraños, glifos, así como de hombres exóticamente vestidos.
Algunos locales creían reconocer signos indígenas, y se pensaba las tribus Kickapoo o Shawnee, quiénes solían frecuentar el lugar, pudieran ser responsables de tales grabados. Si embargo, la cueva seguía pasando desapercibida, sin despertar interés. Pero se avecinaba un giro, ocurrió como ya dijimos un dos de abril de 1982. Fue en ese particular momento que un hombre de 47 años, Russel Burrows, portando una pequeña linterna, piqueta y mochila, se apersonó al lugar arribado desde Olney pocos kilómetros de Richland.
Al parecer el forastero desde sus días en Corea habría desarrollado una afición por la historia antigua de Norteamérica, y tras su asentamiento en Illinois, su devoción por coleccionar objetos de épocas pasadas se acrecentó, terminando por acumular cientos de artefactos. Como más tarde confesaría, una de sus mayores obsesiones era la búsqueda del Tesoro de Moctezuma, un botín azteca prohibido, cuyo rastro final se creía oculto en aquellas inmediaciones. El explorador, era, además, experto en carpintería, función que luego le sería de mucha utilidad.
Mientras examinaba la cueva Russell notó algo extraño, como si un sonido hueco la atravesara. Comenzó a martillar una de las pardes y luego de un rato en la actividad logró acceder a una cámara oculta, de factura artificial. En su entrada pudo divisar escalones de piedras dirigiéndose hacia el interior de la tierra. Russell inició su descenso que lo llevaron hacia lo profundo, calculado en casi diez metros, que después de una breve caminata deparara un túnel labrado. El lugar estaba adornado con lámparas de aceite colgantes, rememorando viejas escenas romanas. Tras un nuevo recorrido Russell pudo descubrir un portal bajo y abierto, que al observar mejor le hizo tambalear. Allí pudo ver una enorme estatua de oro macizo y junto a ella Russell captó un impresionante sarcófago de tamaño natural también de oro. Era solo el inicio de un impactante descubrimiento.
Escribe Frank Joseph:
“En el piso de uno había armas afiladas apiladas: una espada de metal con escudo y hacha de batalla, junto con un juego de lanzas de bronce que variaban individualmente de tres a seis pies de largo. Había armaduras de cobre o bronce: petos y grebas, incluso cascos. Cerca, había estatuillas de piedra de hombres y mujeres de aspecto noble vestidos con atuendos extraños que sugerían el antiguo valle del Nilo o Cartago. Jarras o urnas de piedra y arcilla cocidas, algunas de ellas de la mitad de la altura de un hombre, estaban colocadas en dos esquinas en el otro extremo de la habitación. Hacía mucho tiempo que varios se habían caído y se habían abierto para revelar su contenido: pergaminos de cuero o piel cubiertos con un lenguaje escrito inescrutable. Dispersos entre estos frascos había lámparas de aceite más pequeñas, como las que cuelgan de las paredes del corredor, y botes de pintura. Un estante empotrado, cortado en la pared de piedra de la cueva, y que soportaba las imágenes esculpidas de deidades egipcias, recorría todo el interior del recinto.
Contra una pared había montones de quizás 100 piedras planas y negras, cada una grabada con un perfil humano y una inscripción ilegible. Los rostros mostraban una desconcertante variedad de hombres y mujeres (en su mayoría hombres representados como soldados con cascos de estilo romano o sacerdotes con túnicas) con rasgos faciales europeos o semíticos, pero vistiendo togas y uniformes de civilizaciones que datan de mucho tiempo atrás en la historia.
Al entrar en una cámara adyacente de dimensiones similares, Burrows notó una bóveda excavada en la pared rocosa de la cueva. Brillaba a la luz de su linterna con numerosos montones de monedas de oro, lo que más tarde demostraría que valía más de una tonelada. Esta misma bóveda contenía un cuenco de piedra del tamaño de un cuarto de galón lleno de diamantes sin tallar”.
Según relata Philip Coppens, investigador escocés ya desaparecido, Burrows descubrió trece criptas repletas de tesoros en aquella cueva ignota, donde incluso se almacenaban restos humanos. Pasado el asombro Burrows abandonó su exploración, y ocultó sus huellas asediado por miles de pensamientos. Iniciaba así una lucha que iba acompañar de por vida a su descubridor, en cuanto a cómo revelar aquella información.
Al principio Burrows trató de acercar posiciones con especialistas, aunque sin detallar demasiado, tan solo mostrando fotografías. Como tantos otros en su misma posición, Burrows recibió reacciones desmedidas que tacharon aquello como fraude orquestado, todos rehuían involucrarse. Burrows pronto comprendió no le sería fácil interesar a los académicos, que evitaban enojar a sus poderosas instituciones.
Desanimado, en 1983 Burrows realizó un primer movimiento controversial, poniendo a la venta una pequeña parte de los artefactos encontrados, exhibidos por anticuarios. Por esa misma época una denuncia explosiva señalaba Burrows se había excedido en sus funciones, mandando fundir toneladas de oro que le habrían significado millones de dólares.
Esta versión nunca se pudo probar. En 1984 el periódico local Olney Daily Mail reportó por primera vez la historia de Burrows anunciando una excavación que iba a ser dirigida por una prestigiosa universidad. Nada de eso sucedió, y los interrogantes sobre la cueva así como su contenido, seguían generando interminables discusiones. Y lo más importante, nadie entendía como un hallazgo de esa naturaleza había radicado en Illinois. ¿Quiénes eran realmente estos viajeros? Veamos.
Juba II y secretos de una dinastía olvidada
“Aparentemente, las personas misteriosas que dejaron el alijo de registros están enterradas allí. El mayor misterio continuo del descubrimiento es, ¿QUIÉN talló todas estas tabletas de mensajes y de dónde vino esta dinastía oculta de cuerpos? Fred Rydholm, quien trabaja y escribe para el Coronel Burrows que se jubila, informa en su correspondencia reciente: “Aunque hablo con cautela, ya que aún es demasiado pronto para decirlo con certeza, hay muchos indicios de que los cuerpos encontrados en Las criptas son los líderes de una colonia de refugiados del Egipto ptolemaico, incluido un contingente judío del Reino de Mauritania controlado por los romanos”. Saga de la cueva de Burrows: ¿artefactos egipcios en América?
Para entender esta parte de la historia debemos referirnos a Frank Joseph. Todo se remonta a la etapa que Russell Burrows prestó servicios en el Correccional de Pontiac, donde según algunas versiones habría conocido a un recluso llamado Frank Joseph Collin. Tiempo antes de ser arrestado, Collin había alcanzado cierta notoriedad pública por su ferviente adhesión al nazismo, que lo llevaron a protagonizar una de las marchas más recordadas en contra de la comunidad judía norteamericana.
Pero los cargos que llevaron a Collin a la cárcel involucraban el abuso sexual de niños, recibiendo como castigo una pena de siete años tras las rejas, cumpliendo tan solo tres por sus crímenes. Luego de su tiempo en prisión, el infame Collin se reinventó como un apasionado de la historia alternativa y adherente de la tesis difusionista, que lo llevarían a fundar el popular magazín The Ancient América, aunque ya como Frank Joseph a cecas, prescindiendo de su último apellido, Collin.
En esta revista aparece como uno de sus colaboradores Wayne May, fervoroso partidario mormón. No caben dudas Russell Burrows resultó muy beneficiado por esta alianza, parte de una agenda oculta y muy marcada. Debido a esta intrincada unión, no resultó sorpresivo innumerables números de The Ancient América dieran a publicidad el hallazgo de Burrows. Casi una década después vería la luz The Lost Tresaure of King Juba, donde Frank Joseph presentaba las evidencias del caso.
En su libro Frank Joseph, el tesoro Burrows hace referencia a un antiguo monarca africano llamado Juba II. Este soberano habría sido hijo de Juba I, gobernante del reino de Numidia, que se supone al norte de África. Juba I se enfrentó a Julio César, y tras ser derrotado optó por el suicido. A partir de entones su hijo se convirtió en un botín de guerra, trasladado a Roma donde más tarde recibiera una espléndida formación.
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Según los académicos, Juba II tenía pasión por la historia antigua y la geografía, legando valiosas obras sobre esos temas. Fue además, experto polígloto, llegando a dominar a la perfección griego, latín y púnico. Juba II es también recordado como un gran humanista y amante de la paz. Su esposa fue nada menos que la bellísima Cleopatra Selene, hija de Cleopatra VII y el general romano Marco Antonio. Tras su matrimonio y debido a sus actitudes intelectuales, Juba II fue destinado por los romanos a gobernar Numidia donde la pareja se instaló por una breve temporada, luego marcharon hacia Mauritania. Allí habría realizado no solo una gran tarea, sino que Juba II inició un proyecto documental más tarde derivado en la creación de una biblioteca personal que se iba a convertir en un verdadero tesoro intelectual. Tras la muerte del matrimonio luego de un exitoso reinado, Ptolomeo el primogénito fue entronizado como nuevo monarca de Mauritania, pero su reinado se vio afectado por los celos del cruel emperador romano Calígula, quién mandó invadir el país para hacerse con sus tesoros.
Y aquí empieza el misterio. Hablamos de Cleopatra Selene hija de la legendaria reina egipcia. Al parecer su madre Cleopatra engendró junto a Marco Antonio otro hermano gemelo llamado Alexander Helios. Ambos niños habrían nacido en una fecha muy especial, un 25 de diciembre, y se los anunció como predestinados (Selene del griego Luna, y Helios, Sol). Cuando la tragedia abate a la familia real, Alexander Helios decide huir hacia nuevas tierras llevándose los tesoros de Juba II (especialmente su valiosa biblioteca) y la riqueza heredara de su propia hermana, Cleopatra Selene, última sobreviviente de la dinastía Ptolomeica. Los cuerpos de los soberanos habrían integrado el valioso legado.
Escribe Frank Joseph:
“El sitio de la cueva de Burrows en el sur de Illinois revela que decenas de miles de refugiados que navegaban desde el asesinato de su rey y la invasión de su tierra natal lo precedieron por casi quince siglos. Comenzó con Cleopatra, cuya hija fue nombrada reina del reino semiindependiente de Mauritania, el actual Marruecos, que gobernó con su esposo, el rey Juba II. Tras la ejecución de su hijo, Ptolomeo, por el emperador Calígula, los mauritanos se rebelaron contra sus señores romanos y se abrieron paso hacia lo que ahora es Ghana. Allí construyeron una flota de barcos para un viaje transatlántico a una tierra donde esperaban reconstruir su reino a salvo del dominio romano. Se llevaron consigo un gran premio buscado sin éxito por dos emperadores romanos: el tesoro dorado de Cleopatra y la biblioteca enciclopédica de sabiduría antigua del rey Juba. Prefiriendo una peligrosa aventura transatlántica a la matanza y la esclavitud en tierra, confiaron sus vidas al mar. Enfrentados a una muerte casi segura en casa o escapando por el incierto mar abierto, algunos de sus sobrevivientes se convirtieron en “barqueros” del primer siglo. Si bien la mayoría de los arqueólogos profesionales descartan tales viajes transatlánticos como una fantasía imaginativa, se contradicen con la vasta colección de tablillas de piedra con inscripciones e ilustraciones descubiertas en la cueva de Burrows. La cueva que contiene este tesoro de artefactos asociados con el rey Juba, el rey de Mauritania, sigue siendo un secreto muy bien guardado”.
Otro dato que agrega Frank Joseph en su informe, es que la biblioteca de Juba II poseía instrucciones de navegación de origen púnico, siendo documentos celosamente protegidos por comerciantes cartagineses, y haciendo posible su trasladado a tierras remotas, denominadas Epeiros Occidentalis (continentes conjeturados más allá del lejano oeste). Estas tierras según indica Joseph, eran ya conocidas también por los romanos, y Juba II estaba al tanto de estos secretos.
Los Yuchi, y el recuerdo de un tesoro venido del otro lado del mundo
Uno de los pocos testimonios orales sobre los orígenes del tesoro de Juba II proviene de una tribu nativa del sur de Illinois, los Yuchis. La revelación provino de uno de sus últimos jefes, Samuel Way Brown, quién refirió al profesor de la Universidad de Georgia en Columbus, Joseph Mahan, según en sus tradiciones conservadas, existía el recuerdo de extranjeros de piel clara arribados del Mar Grande para enterrar un gran tesoro, aunque el sitio de localización se había perdido en la memoria. Esta historia habría sido obtenida en 1955 veintisiete años antes de las reclamaciones de Russell Burrows.
Clausura de la Cueva de Burrows, y un adiós amargo al Tesoro de Juba II
“Me niego a revelar dónde ésta se encuentra. Si esta situación no se puede resolver, que así sea. Se muy bien si revelo esa ubicación, la cueva será saqueada, y el estado de Illinois no hará nada al respecto“.
Russell Burrows defendiendo su negativa a revelar la ubicación de la cueva.
En 1989 una poderosa explosión sacudió Illinois, sellando para siempre la Cueva de Burrows. Aunque su propio descubridor negó cualquier implicancia, un proyecto de ley fomentado por el estado de Illinois para la Preservación del Patrimonio Cultural de Antigüedades, desencadenó en Burrows aquella terrible acción, dando por tierra con cualquier investigación. Frustrado, y muy desalentado por las actitudes recogidas durante su divulgación, Russell Burrows decidió acabar con cualquier ilusión futura, privando al mundo de un descubrimiento, que de salir a luz, hubiera ayudado a redefinir la historia. Décadas antes, un tal János Móricz tuvo el mismo proceder, que lo condujeran a dinamitar la entrada de Tayos, bajo la excusa de preservar su legado. Ironías del destino. Hasta Aquí.
Conclusión
La historia sobre la Cueva de Burrows sigue siendo objeto de violentas controversias y muchos consideran sus relatos y hasta artefactos existentes como parte de un elaborado fraude. Pero son muchos testimonios que defienden este legado, aunque tras el fallecimiento de Russell Burrows en 2010 el tema se volvió sombrío. Hoy día el mercado negro de antigüedades, se nutre de estas piezas que parecen desafiar el pasado histórico. Triste destino para un tesoro que mereció mejor suerte. Continuará.
Un artículo escrito por Débora Goldstern, colaboradora de CodigoOculto.com
Bibliografía
Artículos:
- Zeissler, Michael. The Lowery Treasure. Conspiracies, Hoaxes and … Alexander the Great? En: Footprints in Marion County, 2013. Vol. 38, nº 2.
Libros:
- Burrows, Russell; Rydholm, Fred. (1992). Mystery Cave of Many Faces a History of Burrows Cave. USA: Superior Heartland.
- Burrows, Russell; Scherz, James P. (1992). Rock art pieces from Burrows’ Cave in southern Illinois. USA: Ancient Earthworks Society.
- Covey, Cyclone. (2004). Alexander & Burrows Cave.
- Henson, Michael Paul. (1977). A Guide to Treasure in Illinois and Indiana. USA: Carter/Lantham Publishing
- Joseph, Frank. (2003). The Lost Tresaure of King Juba. USA: Bear & Company.
Sitios web:
- Amazigh World
Joseph, Frank. The Lost Tresaure of King Juba.
http://www.amazighworld.org/eng/history/index_show.php?id=181 - Biblioteca Pléyades
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https://www.bibliotecapleyades.net/sociopolitica/esp_sociopol_underground20.htm
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https://www.bibliotecapleyades.net/sociopolitica/esp_sociopol_underground12.htm - BOFM Blog
Nelson, Rian. Artefactos egipcios de la Cueva de Burrows.
https://www.bofm.blog/burrows-cave/ - Chicago Tribune
Smith, Wes. Cleopatra’Tombs? A Snowball’s chance in Egypt.
https://www.chicagotribune.com/news/ct-xpm-1996-04-14-9604140118-story.html - Critical Enquire
La Cueva de Burrows. Un engaño moderno.
https://www.criticalenquiry.org/burrowscave/burrows.shtml - Eye Of The Psychic
Coppens, Philips. La cueva de Burrows: oro africano en Illinois.
https://www.eyeofthepsychic.com/burrowscave/ - Jason Colovito
Scott Wolter, la cueva de Burrows y la América cristiana.
https://www.jasoncolavito.com/blog/scott-wolter-burrows-cave-and-christian-america - Mysteria 3000
Kramer, André. Burrows Cave.
https://mysteria3000.de/lexikon/burrows-cave/ - Native American Prophecy
Saga de la cueva de Burrows: ¿artefactos egipcios en América?
http://nativeamericanprophecy.com/controversies-burrows-cave.htm - Researchgate
Wilson, Joseph. La cueva que nunca existió: arqueología foránea y colaboración fallida en los EE. UU.
https://www.researchgate.net/publication/263929153_The_Cave_Who_Never_Was_Outsider_Archaeology_and_Failed_Collaboration_in_the_USA - Stolen History
Nueva luz sobre la controversia de “Burrows Cave”. ¿Podrían los detractores haberse adelantado?
https://stolenhistory.net/threads/smithsonian-suppressed-archaeological-finds.451/page-2 - The Unexplained Mysteries
The lost Tresaure of King Juba.
https://theunexplainedmysteries.com/Lost-Treasure-of-King-Juba.html - Week In Weird
Russell Burrows: Las extrañas aventuras de Olney, el propio Indiana Jones de Illinois.
http://weekinweird.com/2012/09/23/indiana-jones-olney-illinois/ - Wvgenweb
Cave Discoverer-Autor tiene raíces en Virginia Occidental.
https://www.wvgenweb.org/calhoun/russ.htm
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