El deshielo del permafrost en el Ártico está liberando microorganismos desconocidos, y las consecuencias se desconocen en gran medida.
En los últimos 10 años, el calentamiento en el Ártico ha superado las proyecciones tan rápidamente que los científicos ahora sugieren que los polos se están calentando cuatro veces más rápido que el resto del mundo. Esto ha llevado al derretimiento de los glaciares y a niveles de deshielo del permafrost que no se pronosticaban hasta 2050 o más tarde.
En Siberia y el norte de Canadá, este deshielo abrupto ha creado accidentes geográficos hundidos, conocidos como termokarst, donde el permafrost más antiguo y profundo está expuesto al aire caliente por primera vez en cientos o incluso miles de años.
A medida que el clima global continúa calentándose, quedan muchas preguntas sobre el entorno periglacial. Entre ellos: a medida que aumenta la infiltración de agua, ¿el permafrost se descongelará más rápidamente? Y, de ser así, qué microorganismos congelados durante mucho tiempo podrían «despertar»?
A medida que el permafrost se descongela con una rapidez cada vez mayor, el desafío emergente para los científicos es descubrir e identificar los microbios, bacterias y virus que pueden estar en movimiento, señala un reciente informe publicado en Scientific American.
Algunos de estos microbios son conocidos por los científicos, pero tienen un comportamiento impredecible después de ser liberados. Además, existen nuevas evidencias de que genes de los organismos liberados del permafrost se mueven entre ecosistemas, provocando una reestructuración en múltiples niveles.
Por ejemplo, en el océano Ártico, la bacteria planctónica Chloroflexi adquirió recientemente genes utilizados para degradar el carbono de especies de Actinobacteria terrestres, abundantes en el permafrost. Esto pasó a medida que los ríos árticos transportaban sedimentos del deshielo del permafrost hacia el mar junto con los genes que permiten procesar el carbono.
Los autores advierten de que los microrganismos que evolucionaron hace decenas de millones de años dentro de ecosistemas ahora extintos pueden emerger e interactuar con nuestro entorno moderno «de formas completamente nuevas». Un ejemplo potencial es la especie emergente Orthopoxvirus alaskapox, un microorganismo que causa lesiones cutáneas y que ha aparecido y desaparecido en Alaska dos veces en los últimos cinco años. Es posible que este virus se haya sido transmitido a través del contacto animal-humano, pero su origen se desconoce.
Los investigadores dijeron que se deben elaborar pautas para futuras investigaciones sobre el Ártico. A medida que aumentan los viajes por la región, también aumenta la probabilidad de exportación e importación de patógenos. Las pautas de protección planetaria que siguen las agencias espaciales para prevenir la contaminación interplanetaria pueden proporcionar un marco de cómo la investigación microbiana puede continuar de manera segura. Se deben implementar medidas de biovigilancia para proteger a las comunidades en el Ártico y más allá.
A medida que el Ártico continúa transformándose, una cosa está clara: a medida que el cambio climático calienta este depósito microbiano durante el siglo XXI, aún no se ha contado la gama completa de consecuencias.
Vía: scientificamerican
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