Voraces incendios forestales consumen las islas de Sumatra y Borneo en Indonesia, mientras miles de bomberos luchan sin descanso por aplacarlos.
Las llamas desprenden una vasta nube de humo tóxico y los habitantes desamparados quieren huir, pero no saben adónde. Los medios materiales de los bomberos, protegidos solo con mascarillas y botas de goma, resultan insignificantes ante la magnitud del fuego.
Darmadi, un soldado desplegado en el distrito de Kampar, en la isla de Sumatra, dijo en declaraciones:
Debería llevar ropa de protección real, pero tenemos poco equipo. Pero tengo que responder a la llamada. Ese es mi deber”.
Indonesia ha movilizado a unos 9.000 bomberos y soldados con helicópteros para tratar de apagar los incendios que asolan los bosques tropicales de Sumatra y Borneo. La noche del sábado 14 de septiembre los bomberos han continuado luchando contra las llamas mientras sus siluetas se destacan entre el fuego naranja de la selva que se consume.
Peores incendios con respecto a otros años
Si bien los incendios forestales ocurren cada año en Indonesia, este año se han intensificado debido a una estación seca, particularmente larga e intensa.
Con 328.000 hectáreas quemadas desde principios de año, estos incendios son los peores desde los devastadores fuegos de 2015.
Los habitantes de Pekanbaru, capital de la provincia de Riau, en el centro de Sumatra, esperan desesperadamente el comienzo de la temporada de lluvias, que llega por lo general en octubre, para que apague de una vez por todas los focos de incendio y elimine la nube de humo que los sofoca.
En una clínica de la ciudad se tratan hasta 75 pacientes al día por problemas respiratorios relacionados con los humos tóxicos.
Hasan Abdulá, un niño pálido y cansado, de 10 años, con cánulas de oxígeno en la nariz, declaró a AFP:
Tengo mareos y fiebre desde ayer, por eso mi padre me trajo”.
Pobladores en riesgo
Los habitantes están divididos entre la angustia y la ira contra quienes provocan los incendios. En el banquillo de los acusados están las grandes plantaciones de aceite de palma, pero también agricultores con propiedades más pequeñas.
Sri Wahyuni, de 31 años y madre de tres hijos y víctima del incendio, declaró:
Les digo a los que encienden estos fuegos: por favor, no sean egoístas”.
Algunos ya han huido de la zona. Fatimah El Kareem, de 26 años, huyó de Pekanbaru con su bebé por miedo a enfermarse. Ella declaró a AFP:
Estaba tan preocupada. Mi hijo sólo tiene un año y es muy vulnerable. El humo era sofocante, olía mal. Y cada mañana era peor”.
A pesar de la tragedia, la mayoría de la población no tiene los medios para buscar refugio en otro lugar.
Fuente: AFP
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