Aunque la presencia de agua había sido confirmada por observación remota tiempo atrás, ahora el módulo de aterrizaje de China Chang’e 5 ha detectado signos de agua en las rocas y el suelo. La sonda ya ha enviado rocas lunares para su análisis y los científicos dicen que los datos más recientes son como llevar a cabo un “viaje de campo” en la Luna.
La sonda china Chang’e 5 ha encontrado la primera evidencia “in situ” de agua en la superficie de la Luna, según indica un artículo publicado en la revista Science Advances por investigadores de la Academia China de las Ciencias (CAS, por sus siglas en inglés).
Durante mucho tiempo se pensó que la luna estaba totalmente seca, pero los científicos confirmaron la presencia de agua en su superficie hace poco más de una década.
El texto indica que un dispositivo a bordo del módulo de aterrizaje de la misión de exploración lunar del país asiático midió la reflectancia espectral del regolito y la roca, y detectó agua por primera vez en el satélite natural de nuestro planeta.
Así, reveló que el suelo lunar en el lugar de aterrizaje de la sonda contiene menos de 120 partes por millón (ppm) de agua, es decir, unos 120 gramos de agua por tonelada, mientras que una roca vesicular ligera alberga unos 180 ppm del líquido, por lo que son mucho más secas que en la Tierra.
El descubrimiento
Los expertos creen que el viento solar, al llevar en su corriente hidrógeno, fue el que provocó mayor humedad en la superficie lunar. Asimismo, señalan que la Luna se volvió más seca debido a la desgasificación de la reserva de su manto.
Lin Honglei, investigador del Instituto de Geología y Geofísica de la CAS y coautor del estudio, dijo a la agencia Xinhua:
“Las muestras devueltas son una mezcla de gránulos, tanto de la superficie como debajo de la misma. Pero una sonda ‘in situ’ puede medir la capa más externa de la superficie lunar”.
La misión china de exploración lunar robótica Chang’e 5 fue lanzada el 23 de noviembre de 2020 y alunizó el 1 de diciembre de ese mismo año. Veintitrés días después regresó a la Tierra con muestras de suelo y rocas lunares —que pesaban 1.731 gramos— con la finalidad de estudiarlas.
Los hallazgos de la investigación han sido publicados en la revista Science Advances.
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