El objeto interestelar 3I/ATLAS, descubierto en 2024, se ha convertido en uno de los fenómenos más intrigantes del estudio astronómico reciente. Nuevos cálculos sobre su débil gravedad han llevado a algunos científicos, incluido el astrofísico Avi Loeb, a considerar que este cuerpo podría no ser sólido, sino hueco o extremadamente poroso. Su comportamiento desafía las expectativas conocidas sobre los objetos que cruzan el Sistema Solar y abre un debate que combina la física clásica con escenarios aún no comprendidos.
Un visitante interestelar que desafía la física conocida
El objeto 3I/ATLAS (C/2019 Y4), actualmente en tránsito entre Marte y la Tierra, representa la tercera visita confirmada de un cuerpo interestelar al Sistema Solar. Su paso relativamente cercano en 2025 ha permitido refinar las mediciones de su masa, rotación y características gravitacionales. Lo que ha llamado la atención de la comunidad científica es que, pese a su tamaño estimado, la atracción gravitatoria de este objeto resulta inusualmente débil.
Avi Loeb, profesor de astrofísica en la Universidad de Harvard, publicó en su medio científico una serie de cálculos que relacionan la masa y el diámetro de 3I/ATLAS con una velocidad de escape sorprendentemente baja. Según sus estimaciones, el objeto tendría una masa de aproximadamente 33 mil millones de toneladas y un diámetro situado entre 5 y 46 kilómetros. Con esos valores, la velocidad necesaria para escapar de su superficie oscilaría entre 1.3 y 12 metros por segundo. Dicho de otro modo, un atleta humano podría, teóricamente, saltar o correr con la velocidad suficiente como para escapar de su gravedad.
Loeb compara este valor con los 2.4 kilómetros por segundo necesarios para abandonar la superficie lunar, lo que subraya la magnitud del misterio: 3I/ATLAS posee una masa gigantesca, pero su fuerza de atracción es insignificante en proporción.
Una rotación lenta y una gravedad casi inexistente
Los cálculos de Loeb también muestran que 3I/ATLAS completa una rotación cada 16.16 horas. A esa velocidad, su superficie se movería a una velocidad tangencial de entre 0.25 y 2.5 metros por segundo, dependiendo de su tamaño real. Esta rotación es lenta en términos astronómicos, lo que indica que el objeto no está sometido a fuerzas centrífugas capaces de fragmentarlo. La combinación de una rotación pausada y una débil gravedad refuerza la idea de que se trata de un cuerpo poco denso o de una estructura interna irregular.
El 3 de octubre de 2025, el objeto pasó a unos 29 millones de kilómetros de Marte. Loeb calculó que la alteración en la velocidad del planeta debida a su campo gravitacional fue de apenas dos billonésimas de metro por segundo (2×10⁻¹² m/s), un valor tan pequeño que resulta imposible de medir con los instrumentos actuales. Este dato consolidó la idea de que el objeto ejerce una atracción mínima sobre su entorno, a pesar de su tamaño colosal.
Llegan nuevas imágenes del objeto interestelar 3I/ATLAS obtenidas por la sonda ExoMars Trace Gas Orbiter (TGO) de la ESA ubicada en la órbita de Marte.#3IATLAS #marte #exomars #interestelar pic.twitter.com/YCoVUSvN5z
— Exploración OVNI (@exploracionovni) October 7, 2025
¿Hueco o poroso? Dos caminos para explicar el misterio
El artículo de Avi Loeb plantea la hipótesis de que 3I/ATLAS podría ser hueco, aunque él la matiza. Loeb no afirma que el objeto sea una estructura vacía, sino que su densidad parece demasiado baja para un cuerpo compacto. Esto podría explicarse si se trata de una masa con una gran cantidad de cavidades internas, una estructura porosa o incluso una pila de escombros cósmicos débilmente unidos por gravedad.
Los llamados “rubble piles” o asteroides de escombros son frecuentes en el Sistema Solar. Están formados por fragmentos de roca y polvo cohesionados débilmente, lo que genera una densidad promedio inferior a la de los sólidos rocosos. En el caso de 3I/ATLAS, esta posibilidad encajaría con los datos actuales, aunque su grado de debilidad gravitatoria sigue siendo excepcional incluso para ese tipo de cuerpos.
Una estructura hueca en el sentido estricto —una cáscara exterior vacía en su interior— implicaría condiciones físicas inusuales. Para mantenerse estable, debería poseer una resistencia mecánica extraordinaria frente a las tensiones internas y a los impactos. No existe ningún ejemplo confirmado de cuerpos naturales de ese tipo en el Sistema Solar, aunque sí existen modelos teóricos sobre objetos porosos o cavernosos formados por colisiones sucesivas o pérdida interna de material.
Posibles orígenes y evolución de 3I/ATLAS
El análisis de la composición y del comportamiento de este visitante podría ayudar a entender su origen. Si se trata de un objeto interestelar expulsado de otro sistema, es posible que haya sufrido un proceso de erosión gravitacional o colisiones que redujeron su densidad. Las fuerzas de marea estelares podrían haber arrancado parte de su masa interna, dejando una estructura vaciada o fragmentada.
Otra posibilidad es que 3I/ATLAS fuera un cuerpo helado que perdió buena parte de sus compuestos volátiles durante su trayecto interestelar. En ese caso, el vacío dejado por el hielo sublimado generaría cavidades internas que reducirían su densidad media. Esa hipótesis encajaría con la idea de una estructura porosa sin necesidad de invocar una configuración completamente hueca.
Sin embargo, los datos actuales no permiten distinguir entre un objeto de baja densidad natural y una estructura artificial o anómala. Avi Loeb ha señalado que las observaciones futuras, especialmente las que puedan medir su albedo, su forma tridimensional y posibles emisiones de gas, serán esenciales para descartar interpretaciones especulativas.

Astronautas caminando en la Luna con una fuerza de atracción gravitatoria bastante baja. Crédito de imagen: NASA
La comparación con Oumuamua y los desafíos de la observación
3I/ATLAS se suma a una corta lista de visitantes interestelares, junto con 1I/’Oumuamua y 2I/Borisov. En 2017, ‘Oumuamua sorprendió por su forma alargada y por aceleraciones no gravitacionales que algunos interpretaron como producto de sublimación, y otros como una posible vela solar. En cambio, 3I/ATLAS no muestra evidencias de expulsión de gas ni cambios en su trayectoria que indiquen actividad cometaria.
El estudio comparativo entre ambos objetos puede resultar clave. Si 3I/ATLAS confirma tener una densidad extraordinariamente baja, podría representar una nueva clase de cuerpos interestelares, compuestos por materiales ligeros o disgregados. En cambio, si futuras observaciones revelan una estructura más compacta, las estimaciones actuales de masa y gravedad deberán revisarse.
La observación directa sigue siendo un desafío. Por su tamaño y velocidad, la luz reflejada por 3I/ATLAS es débil y varía con el ángulo solar. Las agencias espaciales han considerado que una sonda de sobrevuelo podría proporcionar datos precisos sobre su composición y masa real, aunque hasta ahora no existen misiones confirmadas con ese propósito.
El valor científico del enigma
Más allá de la posibilidad de que sea hueco o no, 3I/ATLAS representa un laboratorio natural para estudiar la diversidad de objetos interestelares. Su débil gravedad, su lenta rotación y su trayectoria estable ofrecen una oportunidad para probar modelos sobre cómo la materia se comporta fuera de los sistemas estelares.
Avi Loeb ha señalado que el misterio de 3I/ATLAS nos recuerda cuán poco sabemos sobre los materiales que vagan entre las estrellas. Su gravedad casi inexistente podría deberse a una estructura interna dominada por cavidades, pero también a una sobreestimación de su masa o a un error en las mediciones de brillo. Solo la recolección de nuevos datos permitirá aclarar este enigma cósmico.
Mientras tanto, el visitante interestelar sigue su camino a través del Sistema Solar, dejando a los astrónomos con una pregunta abierta: ¿es 3I/ATLAS una ruina cósmica, una pila de fragmentos, o un cuerpo hueco que viaja entre las estrellas como testimonio de procesos aún desconocidos?
Referencias: “The Gravity of 3I/ATLAS”, Blog de Avi Loeb (Fuente)
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Por: CodigoOculto.com
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