El cometa interestelar 3I/ATLAS podría ser una cápsula del tiempo de 10 mil millones de años, un fragmento errante que ha viajado por la galaxia desde antes de que existiera nuestro Sol. Según un estudio de la Universidad de La Coruña, este objeto, descubierto el 1 de julio de 2024, podría conservar información sobre una era primitiva del universo, convirtiéndose en uno de los visitantes más antiguos que han cruzado el Sistema Solar.
El hallazgo de un viajero interestelar
El 1 de julio de 2024, astrónomos identificaron un cometa cuya velocidad y trayectoria no se correspondían con los objetos del Sistema Solar. Pronto se confirmó que se trataba de un visitante interestelar, el tercero en ser detectado después de ‘Oumuamua y Borisov. El objeto fue designado oficialmente como 3I/ATLAS, y desde su descubrimiento ha despertado un enorme interés por sus características inusuales.
Los cálculos iniciales indican que 3I/ATLAS posee un núcleo de unos 5.6 kilómetros de diámetro y una masa superior a 33 mil millones de toneladas. Lo que más llamó la atención fue su velocidad: se desplaza al doble de la de los anteriores objetos interestelares observados, lo que sugiere que ha recorrido una distancia extraordinaria. Esta velocidad y su trayectoria hiperbólica confirmaron que no está ligado gravitacionalmente al Sol, sino que proviene del espacio interestelar.
Reconstruyendo la trayectoria galáctica
Para investigar su origen, un grupo de investigadores de la Universidad de La Coruña realizó simulaciones orbitales que permiten rastrear la trayectoria del cometa hacia atrás en el tiempo. Utilizaron datos del satélite Gaia de la Agencia Espacial Europea, que ofrece el mapa tridimensional más preciso de las estrellas cercanas y sus movimientos a lo largo del tiempo.
El principio físico de este trabajo se basa en que las leyes de la gravedad son simétricas: si se conoce la posición y la velocidad actuales de un cuerpo, es posible retroceder su movimiento mediante modelos numéricos. Con esa técnica, los científicos calcularon el recorrido de 3I/ATLAS en los últimos millones de años, tratando de identificar qué estrella o sistema pudo haberlo expulsado.
El estudio evaluó más de 90 posibles encuentros estelares ocurridos dentro de un radio de dos parsecs (alrededor de 6.5 años luz) en los últimos 10 millones de años. Sin embargo, ninguno de ellos mostró un acercamiento significativo capaz de alterar su trayectoria o explicar su origen. El encuentro más cercano identificado habría tenido una distancia de 0.3 parsecs y una velocidad relativa de 35 kilómetros por segundo, lo que produciría un cambio casi imperceptible en su velocidad. Esto sugiere que el objeto ha viajado sin perturbaciones notables durante millones de años.

La primera observación del objeto interestelar 3I/ATLAS. Crédito de imagen: ATLAS / University of Hawaii / NASA
Una posible cápsula del tiempo galáctica
Al no encontrar evidencia de interacciones recientes, los investigadores propusieron que 3I/ATLAS podría provenir de una región estable del disco delgado de la Vía Láctea, aunque no descartan un origen en la zona de transición con el disco grueso. El disco delgado está compuesto por estrellas relativamente jóvenes, mientras que el disco grueso alberga poblaciones mucho más antiguas, formadas poco después del nacimiento de la galaxia.
Esta ubicación es importante porque sugiere que el cometa pudo haberse originado durante una etapa muy temprana del universo, cuando los primeros sistemas planetarios empezaban a formarse. Los cálculos del equipo apuntan a una antigüedad aproximada de 10 mil millones de años, lo que haría de 3I/ATLAS una reliquia de los primeros tiempos galácticos. En ese caso, su composición podría reflejar los materiales primordiales de las nubes de gas y polvo que precedieron al surgimiento del Sol.
Un testigo silencioso del origen de los sistemas planetarios
La posibilidad de que 3I/ATLAS conserve una composición intacta desde su formación lo convierte en un objeto científicamente valioso. Su estudio podría ofrecer información sobre cómo se formaban los planetas y cometas en los primeros sistemas estelares, así como sobre los mecanismos que los expulsaban al espacio interestelar.
Los modelos de formación planetaria actuales sugieren que, durante las etapas iniciales de un sistema, las interacciones gravitacionales entre los planetas gigantes pueden lanzar hacia el exterior miles de cuerpos helados. Algunos de esos cuerpos escapan por completo del sistema, convirtiéndose en viajeros interestelares. Si este proceso ocurrió hace miles de millones de años en regiones distantes de la galaxia, es posible que muchos de esos fragmentos aún vaguen entre las estrellas, como 3I/ATLAS.
Llegan nuevas imágenes del objeto interestelar 3I/ATLAS obtenidas por la sonda ExoMars Trace Gas Orbiter (TGO) de la ESA ubicada en la órbita de Marte.#3IATLAS #marte #exomars #interestelar pic.twitter.com/YCoVUSvN5z
— Exploración OVNI (@exploracionovni) October 7, 2025
Desafíos y limitaciones del estudio
A pesar de lo fascinante del hallazgo, los autores advierten que su estudio se encuentra en etapa de prepublicación y aún no ha sido revisado por pares. Esto significa que sus conclusiones son preliminares y podrían modificarse tras una revisión más exhaustiva.
El principal desafío de este tipo de investigaciones es la incertidumbre acumulada al simular trayectorias a lo largo de millones o incluso miles de millones de años. Pequeños errores en las posiciones de las estrellas, en los modelos de masa galáctica o en las fuerzas gravitacionales pueden alterar significativamente los resultados. Además, no se dispone de una datación directa del objeto: su edad estimada se basa en modelos de dinámica galáctica y no en su composición química.
Sin embargo, incluso con esas limitaciones, los resultados ofrecen una hipótesis fascinante: que algunos objetos interestelares puedan ser fragmentos extremadamente antiguos expulsados de sistemas ya extintos, conservando información de los orígenes del universo visible.
Implicaciones para la astronomía moderna
Si se confirma que 3I/ATLAS tiene una edad cercana a los 10 mil millones de años, las implicaciones serían profundas. Por un lado, demostraría que los objetos interestelares pueden sobrevivir durante escalas temporales cosmológicas, viajando de forma estable entre las estrellas sin ser destruidos. Por otro, permitiría a los astrónomos estudiar materiales formados en condiciones físicas y químicas muy distintas a las actuales.
La llegada de estos visitantes ofrece una oportunidad única para analizar directamente fragmentos de otros sistemas estelares. Si se logra estudiar su composición espectral con mayor precisión, podría compararse con la de los cometas del Sistema Solar y detectar diferencias en sus proporciones de elementos, isótopos o compuestos orgánicos. Esa comparación ayudaría a comprender cómo ha evolucionado la química del medio interestelar y cómo se formaron los primeros planetas.
Un visitante del pasado remoto
El estudio de la Universidad de La Coruña y los datos del satélite Gaia ofrecen un vistazo a la inmensidad temporal del cosmos. 3I/ATLAS podría haber sido testigo de eventos que ocurrieron cuando la Vía Láctea aún era joven, y ahora, tras miles de millones de años de viaje, pasa brevemente por nuestro vecindario antes de continuar su camino.
Aunque la humanidad apenas lo observa por unos meses, este fragmento cósmico encierra una historia que comenzó mucho antes de la existencia del Sol, los planetas y la vida en la Tierra. Su paso nos recuerda que el espacio está lleno de viajeros antiguos, restos de mundos desaparecidos que siguen cruzando silenciosamente la oscuridad interestelar.
Los hallazgos de la investigación titulada “3I/ATLAS: In Search of the Witnesses to Its Voyage” han sido publicados en el servidor de pre-impresión arXiv.org.
Referencias: “CITIC reconstructs 10 million years of history of the interstellar comet 3I/ATLAS” – Universidade da Coruña (Fuente)
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Por: CodigoOculto.com
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