Luis Elizondo, ex director del Programa Avanzado de Identificación de Amenazas Aeroespaciales (AATIP) del Pentágono, ha saltado a los titulares por sus provocadoras afirmaciones sobre los OVNIs. El nuevo libro de Elizondo, Imminent: Inside the Pentagon’s Hunt for UFOs, detalla sus experiencias y preocupaciones sobre estos misteriosos objetos, sugiriendo que pueden formar parte de una agenda más amplia y preocupante.
Elizondo, que dirigió el programa AATIP, encargado de investigar las denuncias de fenómenos aéreos inexplicables, advierte de que el comportamiento y las capacidades de estos OVNIs suscitan gran inquietud. Argumenta que, aunque existe la posibilidad de que no todas las inteligencias no humanas (NHI) sean hostiles, las que han sido observadas por personal militar no parecen tener en mente los intereses de la humanidad.
Elizondo escribe en su libro:
“Los OVNIs levantan algunas banderas rojas serias. No hay pruebas reales de que estén aquí para ayudarnos, y la forma en que han estado interactuando sugiere algo mucho más preocupante. Aunque es posible que no todos los NHI sean malos, los que interactúan aquí no parecen tener nuestros mejores intereses en mente”.
Las afirmaciones de Elizondo han suscitado reacciones muy diversas. Algunos comentaristas sostienen que sus apreciaciones deben tomarse en serio, especialmente dado su papel dentro del gobierno estadounidense y su acceso a información clasificada. La idea de que los OVNIs pueden representar una amenaza potencial para la humanidad no es nueva, pero las advertencias de Elizondo han añadido un nuevo nivel de urgencia al debate.
También sugiere que el secretismo que rodea a los OVNIs podría no tener como único objetivo evitar el pánico público. Por el contrario, podría ser un movimiento estratégico de los gobiernos para mantener una ventaja táctica en lo que podría ser un juego de alto riesgo contra una fuerza posiblemente hostil.
Elizondo especula:
“Quizá no se trate sólo de evitar el pánico. Podría ser que no queremos que ellos -sean quienes sean o lo que sean- sepan que somos conscientes de sus intenciones”.
Sin embargo, esta perspectiva no está exenta de detractores. Los detractores argumentan que si una civilización alienígena avanzada ya está aquí y posee una tecnología muy superior a la comprensión humana, parece poco probable que necesiten ocultar sus intenciones si pretenden hacer daño. Con la capacidad de realizar viajes interestelares, que podrían cubrir distancias de años luz a velocidades varias veces superiores a los 300.000 kilómetros por hora, una civilización de este tipo tendría pocas razones para preocuparse por la conciencia humana.
Además, algunos escépticos sugieren que las alarmantes declaraciones de Elizondo podrían formar parte de una estrategia deliberada para incitar el miedo entre el público. Se especula con la posibilidad de que sus afirmaciones estén influidas por quienes ocupan posiciones de poder y podrían tener motivos ocultos para avivar la ansiedad. En un mundo en el que los gobiernos y las élites tratan a menudo de controlar la percepción pública, la idea de que el miedo a una invasión alienígena pueda utilizarse como herramienta de manipulación de masas no es descabellada.
No se puede descartar la posibilidad de que Elizondo sea un participante involuntario -o incluso voluntario- en una agenda más amplia para desviar la atención pública hacia el aumento del gasto en defensa y las iniciativas de vigilancia. Si los OVNIs son realmente una amenaza real y presente, el pánico resultante podría justificar aumentos significativos en el gasto militar y poderes gubernamentales ampliados, ostensiblemente en nombre de la protección de la humanidad.Un interesante artículo de Todd Farley y Steven Greensreet del New York Post de mayo de 2022, creen que nosotros como raza humana estamos más lejos que nunca de la divulgación, a pesar de la marea de noticias, documentos oficiales y vídeos de OVNIs por todo Internet.
Lo que se nos ha dicho o hecho creer podría ser una mezcla de comunicados manipulados, un juego de palabras y un endulzamiento de las líneas de tiempo y la implicación de individuos en los distintos departamentos del gobierno.
Pero ¿por qué?, ¿hay algo que ocultar?, ¿se está enturbiando el agua intencionadamente?, ¿por qué no decir la verdad?
La historia actual de los OVNIs y las investigaciones gubernamentales es más enredada de lo que parecía en un principio. Lo que empezó con un artículo bomba del New York Times se ha convertido en una compleja red de confusión, desinformación y relatos controvertidos. He aquí un desglose detallado de la saga de investigación OVNI del Pentágono, con el Programa Avanzado de Identificación de Amenazas Aeroespaciales (AATIP) y el Programa Avanzado de Aplicación de Sistemas de Armas Aeroespaciales (AAWSAP).
2007-2012: A instancias del senador Harry Reid, el Pentágono creó un programa de investigación OVNI conocido como Programa Avanzado de Identificación de Amenazas Aeroespaciales (AATIP). Financiado inicialmente con 19.7 millones de dólares, el programa fue gestionado por Bigelow Aerospace Advanced Space Studies (BAS), fundada por el millonario Robert Bigelow, un viejo entusiasta de los OVNIs.
El programa fue dirigido por Luis Elizondo, un ex funcionario de contrainteligencia del Pentágono, e involucró a figuras controvertidas como Hal Puthoff, conocido por su participación en el Proyecto Stargate y afirmaciones de habilidades psíquicas.
Diciembre de 2017: The New York Times, junto con Politico, publicaron historias en primera plana revelando la existencia de AATIP, incluyendo videos de ovnis filmados por la Marina de los Estados Unidos. Esta cobertura fue un punto de inflexión, llevando el tema OVNI al centro de atención de los principales medios de comunicación y despertando un amplio interés público y del Congreso.
Detalles contradictorios: Surgieron discrepancias sobre el nombre y la cronología del programa. El New York Times informó de que el programa comenzó en 2007, mientras que Politico sugirió 2009. También surgieron problemas con la exactitud del nombre del programa, que variaba entre “Programa Avanzado de Identificación de Amenazas Aeroespaciales” y “Programa Avanzado de Identificación de Amenazas Aéreas”.
Elizondo afirmó ser el director del AATIP. Sin embargo, las declaraciones y documentos del Pentágono han negado sistemáticamente su participación oficial. La confusión se agravó cuando se reveló que el papel de Elizondo, si es que tuvo alguno, podría haber sido más informal o extraoficial.
El programa del Pentágono, conocido oficialmente como Advanced Aerospace Weapons Systems Application Program (AAWSAP), era el AATIP. Financiado con los mismos 19.7 millones de dólares, el AAWSAP se centraba principalmente en tecnologías aeroespaciales y amenazas extranjeras, más que en ovnis o fenómenos paranormales.
El AAWSAP, bajo la dirección de James Lacatski, se encargó de estudiar una amplia gama de temas, incluidos los fenómenos paranormales del rancho Skinwalker. El programa fue criticado por centrarse en temas poco ortodoxos como fantasmas y hombres lobo.
AAWSAP se cerró en 2012 debido a la falta de progreso percibida. Las afirmaciones posteriores de Elizondo sobre la continuación del trabajo de AATIP parecen haber sido más sobre el mantenimiento del interés en la investigación OVNI en lugar de la gestión de un programa oficial.
James Lacatski y Colm Keller, en su libro Skinwalkers at the Pentagon, han criticado la información original, afirmando que el artículo del New York Times sólo cubría una fracción de las actividades reales del AAWSAP y no aclaraba la verdadera naturaleza del programa.
Leslie Cain y Ralph Blumenthal desempeñaron papeles clave en los artículos del New York Times. Cain se centró en establecer la credibilidad de la investigación OVNI, potencialmente a expensas de un retrato completo y matizado de los programas implicados. Blumenthal, un periodista experimentado, contribuyó a la notoriedad de la historia, pero también se enfrentó a críticas por no abordar todos los aspectos del programa AAWSAP.
A pesar del entusiasmo inicial, gran parte de la información detallada y precisa sobre las investigaciones OVNI del Pentágono sigue siendo poco difundida o malinterpretada. La verdadera naturaleza de estos programas sigue siendo objeto de debate, con muchas preguntas sin respuesta.
El tema OVNI sigue siendo un punto de interés tanto para el público como para el Congreso, con debates continuos sobre las implicaciones de los informes iniciales y la necesidad de una información más clara y precisa.
La historia de los programas OVNI del Pentágono es un ejemplo clásico de cómo cuestiones complejas y polifacéticas pueden verse enturbiadas por informes contradictorios, errores de comunicación y narrativas cambiantes. Aunque la fascinación por los ovnis persiste, es crucial filtrar las capas de desinformación y centrarse en información verificada y clara para comprender el verdadero alcance e impacto de estas investigaciones.
[FT: coasttocoastam]
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