Un monstruoso terremoto ocurrido en septiembre del año pasado en México, causó más estragos de los que creíamos. Muy aparte de su magnitud de 8.2, también causó luces en el cielo; y ahora un equipo de sismólogos han descubierto que también ocasionó la completa ruptura de una placa tectónica.
Más allá del temor que puede generar un terremoto, no cualquier terremoto, sino uno superior a 8, el hecho de que haya roto en dos a una placa tectónica, es algo realmente inesperado y totalmente preocupante.
Diego Melgar de la University of Oregon, dijo en un comunicado a National Geographic:
Si lo consideras como un enorme bloque de vidrio, esta ruptura causó una grieta grande y abierta. Todo indica que se ha roto en todo el ancho de esta cosa”.
El mencionado terremoto, conocido como «terremoto de Tehuantepec», ocurrió en el océano Pacífico, en la costa oeste de México. A lo largo de dicha costa se encuentra una frontera tectónica, ubicada entre la Placa de Cocos bajo el océano y las Placas de América del Norte, del Caribe y de Panamá, que forman a su vez la masa de tierra de América Central.
Dicha región es bastante golpeada por temblores, que se producen cuando el borde de la Placa de Cocos se mueve bajo las placas continentales.
Sin embargo, el terremoto del 7 de septiembre y el otro terremoto ocurrido el 19 de septiembre, fueron un tipo raro de terremoto de «flexión».
Mayormente, estos terremotos inician con la colisión de las placas tectónicas, para luego deslizarse una debajo de la otra.
Pero en este incidente ocurrió algo más, que podría haber causado la ruptura de la placa.
Xyoli Pérez-Campos, sismólogo de la Universidad Nacional Autónoma de México y Diego Melgar, dijeron en un comunicado:
Pero entonces, justo cuando [la Placa del Coco] comienza a sobresalir por debajo del continente mexicano, la placa, que está hecha de rocas densas y pesadas, revierte su curso. Se inclina hacia arriba y se desliza horizontalmente debajo de la placa donde se encuentra México. Esta configuración continúa durante aproximadamente 200 km o más.
Luego, debajo del estado de Puebla, justo al sur de la Ciudad de México, a una profundidad de aproximadamente 48 km por debajo del suelo, la placa subducida cambia bruscamente de dirección una vez más. Se sumerge casi verticalmente hacia abajo, hundiéndose en el manto de la Tierra”.
Esto causa que la placa tectónica se doble un poco como un trozo de madera o como una tira de goma gruesa. La placa se estirará hasta tal punto para luego romperse y causando un terremoto violento.
A este tipo de terremotos se les llama terremotos intraplaca, o intraslab, debido a que se originan a una distancia altamente considerable del límite de la placa tectónica.
El terremoto de Tehuantepec fue diferente
Melgar y su equipo determinaron que la Placa de Cocos se rompió incluso a través de la parte inferior de la placa tectónica, hasta la parte que debería haber estado comprimiendo.
Cabe resaltar que este evento ocurrió a una profundidad de 80 km, por lo que habría ocurrido en el borde inferior de la placa tectónica. Sin embargo, aquí surge otro problema… La parte inferior de las placas tectónicas alcanza una temperatura de 1.100 grados Celsius, lo que debería causar que la roca sea demasiado blanda y elástica para que se rompa; pero, según los datos obtenidos, la ruptura lo causó.
Entonces… ¿Cómo ocurrió esto?
El equipo ha planteado dos posibilidades:
- La primera de ellas es la fuerza gravitatoria que empuja la placa tectónica hacia abajo con la suficiente fuerza.
- La segunda es que el agua de mar podría haber desempeñado un papel importante. El agua se podría haber filtrado en la falla, bajando las temperaturas y causando mayor fragilidad.
Lamentablemente, el terremoto de Tehuantepec se produjo en el lado terrestre de la falla, lo que agravó la situación, destruyendo edificios y matando a aproximadamente 98 personas. Además, se generó un tsunami que alcanzó los 1.75 metros.
Confirmar la razón que causó la ruptura de la Placa de Cocos podría ayudar a planificar y reducir la cantidad de víctimas en otros terremotos que podrían ocurrir en el futuro.
El estudio científico ha sido publicado en la revista Nature Geoscience.
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