En un hallazgo muy importante, un equipo de investigadores han descubierto el mapa más antiguo del cielo nocturno en un códice medieval.
El catálogo estelar perdido de Hiparco -considerado como el primer intento conocido de cartografiar todo el cielo nocturno- puede haber sido descubierto en un pergamino conservado en el monasterio de Santa Catalina, en la península egipcia del Sinaí.
En 2012, el alumno del destacado biblista Peter Williams se percató de algo curioso tras la letra del manuscrito cristiano que estaba analizando en la Universidad de Cambridge.
El estudiante, Jamie Klair, se había topado con un famoso pasaje en griego que a menudo se atribuía a Eratóstenes; un astrónomo y bibliotecario jefe de la Biblioteca de Alejandría (uno de los lugares de aprendizaje más prestigiosos del mundo antiguo).
Importante descubrimiento
En 2017, las imágenes multiespectrales del documento revelaron nueve folios de páginas que contenían indicios de un texto que había sido escrito encima. No era un hallazgo inusual en sí mismo: el pergamino era una mercancía valiosa en siglos pasados, por lo que no era raro que los eruditos rasparan las pieles viejas para reutilizarlas.
Al revisar los resultados en el segundo año de la pandemia, Williams observó algunos números extraños en los folios del monasterio de Santa Catalina.
Cuando pasó la página a los historiadores científicos de Francia, los investigadores quedaron sorprendidos. El historiador Victor Gysembergh, del centro nacional de investigación científica francés CNRS, en París, dijo a Jo Marchant en Nature que “inmediatamente quedó claro que teníamos coordenadas estelares”.
Entonces, ¿cómo sabemos por quién fueron escritas estas coordenadas?
La respuesta corta es que no lo sabemos, al menos no con total certeza. Lo que sí saben los expertos es que el astrónomo griego Hiparco estaba trabajando en un catálogo de estrellas del cielo del mundo occidental entre el 162 y el 127 a.C.
Varios textos históricos se refieren a Hiparco como “el padre de la astronomía” y le atribuyen el descubrimiento de cómo la Tierra “se tambalea” sobre su eje en lo que hoy se conoce como precesión. También se dice que fue el primero en calcular los movimientos del Sol y la Luna.
Observando el mapa estelar enterrado tras el texto de los pergaminos del Monasterio de Santa Catalina, los investigadores trabajaron hacia atrás para averiguar la precesión de la Tierra en la época en que se escribió el mapa. Las coordenadas de las estrellas coincidían aproximadamente con la precesión esperada de nuestro planeta en torno al año 129 a. C., en vida de Hiparco.
Catálogo estelar más antiguo
Hasta el hallazgo de este mapa, el catálogo estelar más antiguo que se conoce fue elaborado por el astrónomo Claudio Ptolomeo en el siglo II de nuestra era, tres siglos después de Hiparco.
La única obra que queda de Hiparco es un comentario a un poema astronómico que describe las constelaciones estelares. Muchas de las coordenadas que Hiparco dio a las estrellas en su Comentario a los Fenómenos coinciden con el documento del monasterio de Santa Catalina, aunque el texto fragmentado puede ser difícil de descifrar.
En los folios de Egipto sólo se pueden recuperar las coordenadas legibles de una constelación, la Corona Borealis, pero los investigadores creen que es probable que Hiparco cartografiara todo el cielo nocturno en algún momento.
Sin un telescopio, este trabajo habría sido extremadamente difícil y habría requerido mucho tiempo.
Según los investigadores, el pasaje oculto dice lo siguiente:
“Corona Borealis, situada en el hemisferio norte, abarca en longitud 9°¼ desde el primer grado de Escorpio hasta 10°¼8 en el mismo signo zodiacal (es decir, en Escorpio). En anchura abarca 6°¾ desde los 49° del Polo Norte hasta los 55°¾.
Dentro de ella, la estrella (β CrB) al Oeste junto a la brillante (α CrB) lidera (es decir, es la primera en salir), estando en Escorpio 0,5°. La cuarta9 estrella (ι CrB) al Este de la brillante (α CrB) es la última (es decir, en salir) [. . .]10 a 49° del Polo Norte. El más meridional (δ CrB) es el tercero contando desde el brillante (α CrB) hacia el Este, que está a 55°¾ del Polo Norte”.
Las anotaciones coinciden con la antigua terminología griega. El término “longitud” se basa en la extensión Este-Oeste de una constelación, mientras que “anchura” describe la extensión Norte-Sur de la constelación.
En comparación con el trabajo posterior de Ptolomeo, las matemáticas de Hiparco parecen ser mucho más fiables, con una diferencia de un grado respecto a lo que los astrónomos modernos encontrarían posteriormente. Esto sugiere que Ptolomeo no se limitó a copiar el trabajo de Hiparco.
Otro manuscrito, una traducción latina de los Faenómenos del siglo VIII d.C., comparte una estructura y una terminología similares al pasaje de la Corona Borealis, lo que sugiere que también se basa en la obra de Hiparco.
Las constelaciones que aparecen en este documento son la Osa Mayor, la Osa Menor y Draco. De nuevo, muchos de los valores de las estrellas coinciden con lo que se ve en el Comentario de Hiparco.
Algunos astrónomos habían sugerido previamente que Hiparco escribió las coordenadas originales que se citaban en estos documentos latinos, pero el descubrimiento de este nuevo texto añade más peso a esa idea.
“El nuevo fragmento lo aclara mucho, mucho”, dijo a Nature Mathieu Ossendrijver, historiador de la astronomía en la Universidad Libre de Berlín.
“Este catálogo de estrellas que ha estado rondando en la literatura como algo casi hipotético se ha vuelto muy concreto”.
Los investigadores tienen la esperanza de que en el futuro se pueda recuperar un texto más legible de los papeles del monasterio.
Los hallazgos de la investigación han sido publicados en la revista Journal for the History of Astronomy.
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