Antes de la llegada de los españoles al actual territorio mexicano, existían unos feroces guerreros a la altura de los más grandes del mundo. Cuenta la historia mítica de estos guerreros que durante la «Batalla de la Noche Triste» acabaron con el ochenta por ciento de las tropas españolas.
Mesoamérica fue habitada por varios pueblos entre los siglos VIII a XV d.C., durante el período conocido como Postclásico Tardío. Su origen se basa en una Triple Alianza, un pacto militar que unió a los tres grupos mesoamericanos más fuertes de esa época: los mexicas de Tenochtitlán, los acolhua de Texcoco, y la ciudad de Tlacopan.
Los mexicas, que también serán conocidos como aztecas, superaron a sus aliados y se expandieron hasta el Pacífico llegando incluso al golfo de México. El arte de la guerra fue fundamental para los aztecas, especialmente por sus guerreros águilas y jaguares.
El poder y la riqueza de este pueblo fue posible mediante un fuerte sistema de impuestos y tasas sobre otros pueblos, convirtiendo Tenochtitlán en la próspera y rica ciudad-estado que encontraron los conquistadores españoles.
La influencia de los aztecas se extendió por Mesoamérica y su lengua, el náhualt, se convirtió en el idioma principal de gran parte de ese territorio.
El tlatoani, una especie de rey escogido por los representantes de los veinte clanes existentes, era el gobernador de los aztecas y se rodeaba de varios asesores que le aconsejaban a la hora de tomar decisiones importantes.
Tras la conquista de México-Tenochtitlán por parte de los conquistadores españoles, el Imperio Azteca llegó a su fin en 1521. Otros pueblos indígenas enemigos de los aztecas colaboraron con los conquistadores para acabar con ellos definitivamente en la guerra azteca.
La Formación del Guerrero Azteca
Desde el día de su nacimiento, el destino de un niño azteca estaba definido para que el futuro adulto sea educado como sanador, un poeta, un artista o un guerrero. La prueba que debía superar el recién nacido era sobrevivir a un baño de agua fría. Si lo lograba, se confirmaba que los dioses lo habían aprobado para la vida.
Desde los siete años, el niño escogido para convertirse en guerrero formaba parte de la escuela para ser entrenado con los fundamentos de la guerra y el trabajo físico. Según lo que estaba escrito en su destino, cada niño tenía su propio maestro que se encargaría de formarlo.
Los niños guerreros que eran buenos alumnos terminarían formando parte del grandioso ejército azteca de la ciudad de Tenochtitlan. Sólo unos pocos privilegiados llegarían ser auténticos guerreros jaguar o águila.
El aspirante tenía que haber superado satisfactoriamente los estudios superiores impartidos en las escuelas especializadas llamadas calmécac. Otro de los requisitos era la obligatoriedad de haber participado al menos en tres campañas de guerra y haber mostrado un gran valor en las mismas.
Las autoridades locales del sector donde vivía el aspirante tenían que avalar que había tenido buen comportamiento y haber mostrado solidaridad y preocupación por los problemas de su comunidad.
Una vez superados estos requisitos, los aspirantes a guerreros dejaban sus hogares para trasladarse a unas residencias especiales que ocuparían mientras durara su entrenamiento, que podía prolongarse hasta cinco años. El alto grado de dificultad, tanto de los estudios que realizaban como de las disciplinas a las que tenían que ajustarse, hacía que el número de aspirantes se fuera reduciendo considerablemente en el transcurso de los cinco años que duraba la instrucción.
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Durante este período el aspirante no solamente se dedicaba a un intenso entrenamiento físico y espiritual, sino que también adquirían otros conocimientos como botánica, lectura, matemáticas, teogonía, astronomía e interpretación de códices. La formación de un guerrero jaguar era muy completa y no sólo abarcaba el ámbito militar.
Los Guerreros Jaguar y Águila
Los Ocelopilli; guerreros jaguar y los Cuauhpilli; guerreros águila, no solo debían tener las capacidades para enfrentarse en batalla con las mejores habilidades por su exclusivo y riguroso entrenamiento, sino que también tenían que ser capaces de atender cualquier situación de urgencia que se presentara, e incluso ser guías espirituales para el resto del pueblo.
Tras la instrucción, aún quedaban más pruebas que superar: primero debían demostrar sus dotes de mando al frente de una pequeña tropa y después, aplicar los conocimientos adquiridos en beneficio de su comunidad.
Los aspirantes que habían logrado superar satisfactoriamente todas las pruebas eran admitidos como miembros de la orden, y se les otorgaba en una impresionante ceremonia el grado de Ocelopilli o Cuauhpilli.
Los egresados se hacía miembros del ejército azteca como soldados profesionales dentro de las fuerzas especiales. Una de sus particularidades reside en que todos los guerreros jaguar pertenecían a la clase baja, los mācēhualtin, a diferencia de lo que ocurría con sus compañeros, los guerreros águila, que pertenecían a la nobleza.
Durante las campañas militares, los guerreros eran enviados al frente de batalla. Para conseguir este estatus, los guerreros aztecas debían ser capaces de apresar a doce enemigos con vida en dos campañas, es decir, debían capturar a seis en cada una. Jaguar y Águila estos dos tótems se solían usar debido a la creencia que las águilas y jaguares representaban respectivamente la luz y la oscuridad en la mitología azteca.
Los privilegios del guerrero jaguar
El pertenecer a la élite del ejército azteca era considerado un prestigio y los guerreros jaguar gozaban de otros privilegios que compensaban el duro entrenamiento y la formación que los había llevado hasta el lugar que ocupaban. Entre sus principales privilegios estaban:
- Exención del pago de tributos
- Permiso para disponer de varias concubinas
- Autorización para consumir carne humana de forma habitual
- Permiso para beber octli, una bebida alcohólica, en público
- Cenas en el Palacio Real
A pesar de su origen en la clase baja de la sociedad azteca, los guerreros jaguar recibían tierras debido a que sus hijos eran considerados nobles.
El armamento del guerrero
Aunque el guerrero jaguar azteca sabía manejar prácticamente todas las armas, entre su armamento destaca principalmente el macuahuitl: una versión azteca de la espada, fabricada a partir de una pieza de madera con piezas incrustadas de obsidiana o pedernal. Algunos escritos de la época aseguraban que su filo podía decapitar a un caballo.
El chimalli era un escudo fabricado sobre una base de madera y cañas reforzado con maguey y algodón que se decoraba con mosaicos y placas de jade, cuentas de colores, plumas, bronce, plata y oro. Del escudo colgaban tiras de cuero que protegían las piernas del guerrero.
Para proteger la cabeza usaban el cuatepoztli, un yelmo de madera que simulaba la cabeza de un jaguar. El guerrero podía ver a través de las fauces abiertas.
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Su vestimenta era el ichcahuipilli, una especie de armadura similar al gambesón que llevaban los guerreros en Europa. Se fabricaba con varias capas de algodón trenzado y fibras de maguey y se endurecía con salmuera y otras sustancias. El ichcahuipilli podía compararse al actual chaleco antibalas ya que cubría el torso para proteger al guerrero de las flechas y los proyectiles de los atlatl. También era efectiva contra las balas y en ocasiones, los conquistadores españoles las usaron para sustituir a sus pesadas armaduras de hierro, menos cómodas en un ambiente tan húmedo y caluroso.
El guerrero jaguar llevaba esta armadura debajo de la piel del felino con la que se cubría. La piel de jaguar era simbólica, una señal de su estatus dentro del ejército azteca, pero no servía como protección en el campo de batalla.
La Casa de los Ocelopilli
En la ciudad de Technotitlan existía un recinto llamado quauhcalli (la casa de los jaguares), que hacía las veces de cuartel general de los soldados de élite de las tropas aztecas, entre los que se encontraban los guerreros jaguar y también los guerreros águila. Se encontraba concretamente dentro del recinto sagrado de la ciudad.
Los guerreros jaguar, al igual que los guerreros águila, se entrenaban mediante meditaciones profundas hechas en cuclillas que podían prolongarse hasta dos semanas, periodo durante el cual permanecían en ayunas. Este entrenamiento les servía para acechar al enemigo con constancia y paciencia hasta que fuera el momento preciso de atacar. El guerrero estaba preparado para saltar sobre su contrincante y eliminarlo de un solo golpe, siendo uno de los guerreros más letales que encontraron los conquistadores españoles al llegar a América.
Los sacrificios humanos
Los sacrificios humanos de los aztecas tenían un contexto religioso como una manera de apaciguar a sus dioses. Generalmente los sacrificados eran los prisioneros capturados en la batalla. Había distintos modos de sacrificios humanos entre los aztecas, pero el más conocido es aquel en el que se extrae el corazón aun latiendo del pecho abierto del hombre sacrificado.
Otros métodos eran la lucha ritual, el ahogamiento, el lanzamiento desde lo alto del templo, el asamiento, la muerte por flechas, el encierro en una cueva y la decapitación.
Los Rituales Funerarios del Guerrero
La pérdida de un guerrero era considerada como una tragedia para toda la ciudad y cuando sucedía se ponía en marcha todo un proceso sagrado para honrar su memoria.
Las viudas que dejaban estos guerreros se soltaban los cabellos y bailaban al ritmo de los tambores. Los huérfanos llevaban unas cajas llenas de joyas y tapones para los oídos de sus padres fallecidos.
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El cuerpo del guerrero era llevado al interior del santuario para ser incinerado y después, sus cenizas se colocaban en la sala principal custodiadas por figuras simbólicas, joyas y objetos de oro.
La Batalla de la Noche Triste
La Noche Triste es uno de los episodios más significativos en la historia de la Conquista española en México, ya que fue cuando Hernán Cortés y sus tropas, sufrieron su más grande derrota en manos de los mexicas el 30 de Junio de 1520.
El 8 de noviembre de 1519, Hernán Cortés y su ejército entraron en México-Tenochtitlan, la capital del Imperio azteca. El emperador Moctezuma II lo esperaba rodeado de la nobleza mexica para la bienvenida. Cortés bajó de su caballo para abrazar a Moctezuma II, pero Cacamatzin, señor de Texcoco, y Cuitláhuac, señor de Iztapalapa, se lo impidieron porque el soberano mexica era considerado intocable. Como muestra de respeto, Cortés se quitó un collar de cuentas de vidrio y lo colocó en el cuello del soberano mexica, mientras que, en reciprocidad, los príncipes aztecas le colgaron un collar de caracoles del que pendían camarones de oro.
Cortés y sus hombres fueron hospedados en el palacio de Axayácatl, situado en el centro de la isla-ciudad. Una vez instalados, surgió entre los españoles la idea de construir su propia capilla y, puesto que Moctezuma se había negado a que la erigieran en el Templo de Huitzilopochtli, optaron por levantarla en su alojamiento, con el previo permiso del Emperador.
Inicio de una Traición
El pretexto para hacer prisionero a Moctezuma II lo obtuvieron en Nautla, un pueblo totonaca que se había aliado con los españoles. Al llegar los señores de México-Tenochtitlan a cobrar el tributo debido, el cacique totonaca se negó a hacerlo argumentando de que ya no eran vasallos de los aztecas y pidió ayuda a la guarnición española estacionada en el puerto de Veracruz. Esto produjo una escaramuza entre los bandos que culminó con la muerte de siete españoles, entre ellos el capitán Juan de Escalante.
Al enterarse del incidente, Cortés reprochó a Moctezuma II su hipocresía y lo hizo prisionero. El monarca fue conducido al palacio de su padre Axayácatl, que había sido convertido en el cuartel de los españoles. Al verlo pasar prisionero, los vasallos de Moctezuma se enfurecieron y demandaron arrojar a los españoles de la ciudad. Cortés exigió a Moctezuma que le entregara al cacique Cuauhpopoca, el supuesto causante de la muerte de los soldados españoles. Moctezuma lo entregó junto con sus amigos notables, pero dos días después. Los españoles lo encadenaron para consumar con absoluta frialdad la muerte de Cuauhpopoca y su séquito, a quienes dieron asesinaron atándoles a los postes de una hoguera frente al palacio de Moctezuma.
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Cortés tuvo que ausentarse para enfrentar a la expedición de Pánfilo de Narváez dejando a Pedro de Alvarado a cargo de una compañía de 80 soldados que tenían la misión de resguardar y proteger al prisionero Moctezuma II, valioso prisionero que les garantizaba la neutralidad de los nativos.
Alvarado, ante las noticias aportadas por sus aliados tlaxcaltecas y totonacas sobre las intenciones de sus huéspedes, recurrió a la táctica de atacar primero. Aunque no está documentado, algunos historiadores aseguran que Alvarado trató de neutralizar la posible rebelión eliminando a la clase dirigente tenochca mientras se encontraban indefensos celebrando un festival religioso. Esta matanza encendió la rebelión.
Al regresar Cortés solicitó a Moctezuma II que se dirigiera a su pueblo para tranquilizarlo. En un intento para sofocar el violento tumulto, Moctezuma II instó a sus seguidores a retirarse. La población se enfureció por la supuesta complicidad del emperador con los españoles, y lo hirieron mortalmente en medio de una lluvia de piedras y flechas. El fallecimiento de Moctezuma II puso en una situación muy crítica a Hernán Cortés, que comprendió que la batalla era inevitable.
La Noche Triste
Los combates entre mexicas y españoles duraban ya una semana. Los españoles y sus aliados indígenas estaban sitiados en el palacio de Axayácatl casi sin alimentos, por lo que decidieron huir en la madrugada del 30 de junio de 1520. Cortés dio la señal de partida en absoluto silencio, pero al llegar al canal de los toltecas se vieron rodeados en cuestión de minutos por miles de embravecidos guerreros. La laguna que rodeaba México-Tenochtitlan hirvió de canoas repletas de nativos armados de lanzas y flechas, mientras que desde las azoteas miles de guerreros atacaban la retaguardia, otros nativos cortaron los puentes que estaban construidos sobre canoas amarradas unas con otras.
Según diversas fuentes, esa noche murieron alrededor de 600 españoles y una gran cantidad de sus aliados indígenas. Los sobrevivientes del ataque lograron llegar a Tacuba para contar la anécdota.
El episodio de La Noche Triste es famoso ya que, según el imaginario popular, Hernán Cortés lloró su derrota al pie de un gran árbol de ahuehuete, del cual aún queda un viejo tronco en Tacuba hasta la actualidad. Sin duda fue la derrota más grande que sufrió Hernán Cortés junto con sus tropas, en el inicio de una guerra que acabaría en 1521 con la caída del imperio azteca.
Bibliografía
Sitios web:
- La historia mítica de los OCELOPILI, los feroces guerreros jaguar del ejército mexica
https://matadornetwork.com/es/ocelopili-guerreros-jaguar-mexica/ - La leyenda de los Ocelopili mejor conocidos como “Guerrero Jaguar” del ejército mexica
https://tuul.tv/es/cultura/leyenda-ocelopili-mejor-conocidos-guerrero-jaguar-ejercito-mexica - Qué simbolizaban el guerrero águila y el guerrero jaguar y cuál era su templo sagrado
https://matadornetwork.com/es/guerrero-aguila-y-guerrero-jaguar-templo-sagrado/ - El guerrero jaguar azteca
https://guerrerosdelahistoria.com/guerrero-jaguar-azteca/ - El jaguar como modelo social: el brujo, el guerrero y el rey
https://arqueologiamexicana.mx/mexico-antiguo/el-jaguar-como-modelo-social-el-brujo-el-guerrero-y-el-rey - Los temibles guerreros de las ciudades mayas
https://historia.nationalgeographic.com.es/a/temibles-guerreros-ciudades-mayas_7109 - El jaguar, símbolo de poder para los mayas
https://tierrasmayas.com/wiki-maya/jaguar-simbolo-poder/ - Guerreros Jaguar Y Aguila
https://culturadisenomusicaarte.com/2020/03/18/guerreros-jaguar-y-aguila/ - 500 años de la Noche Triste: cómo fue la “infernal” derrota de Hernán Cortés y sus tropas a manos de los mexicas
https://www.bbc.com/mundo/noticias-53228435
Artículo escrito por Pedro Noguchi, colaborador de CodigoOculto.com
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