Hace mucho tiempo atrás, el saqueo en épocas de guerra era bastante común. Aquellos que vencían robaban objetos de gran valor a quienes habían derrotado. No está demás resaltar el hecho de que, el robo de recursos y tierras era el principal objetivo de entre la mayoría de las guerras.
Sin embargo, el saqueo nazi fue a una escala mayor y por supuesto, mucho más notable por las incalculables obras de arte de valor que tomaron. Mientras asaltaron Europa, contaban con tropas de asalto listas para allanar galerías de arte y museos. Robando así, obras de arte con un valor inestimable, llevándolas a su patria y festejando la derrota.
El Cuarto de Ámbar
El “Cuarto de Ámbar” fue construido en el siglo XVIII por Federico I de Prusia. Este salón contaba con paneles de ámbar. Cabe mencionar que, estaban revestidos con pan de oro e incrustaciones de piedras preciosas y semipreciosas. Nada de lo robado en Europa del occidente era más valioso como el cuarto de Ámbar.
Pedro el Grande dirigió toda su atención a dicha opulenta sala, esto ocurrió en una visita que realizó en el año 1716 a Prusia. En ese entonces, Federico Guillermo I era el Rey y como símbolo de la amistad de Rusia y Prusia le obsequió la sala al azar.
Envío a Rusia
Por consiguiente, procedieron a empacar los paneles al menos en 18 cajas grandes y fueron enviadas a Rusia. Inicialmente empezaron a instalarlas en la casa de invierno ubicada en San Petersburgo. Las cuales, permanecieron en el sitio hasta el año 1755.
Más tarde por orden de la zarina Isabel I de Rusia iniciaron el traslado al conocido Palacio de Catalina en Tsarkoye Selo, también conocida como La Aldea Del Zar. Un diseñador Italiano conocido por, Bartolomeo Franceso Rastrelli fue el encargado de renovar la habitación.
Este reconocido personaje, utilizó Ámbar adicional de Berlín para lograr expandir un poco más la habitación. Fueron en total 180 pies cuadrados los que se añadieron para poder cubrir las expansiones finales del salón.
Piedras preciosas
En este gran trabajo se utilizaron alrededor de seis toneladas de ámbar y piedras preciosas y semipreciosas. Esta elegante y hermosa sala sirvió alternativamente como salón de banquetes, espacio para trofeos, sala de meditación y como museo.
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Operación Barbarroja
Adolf Hitler había ordenado una operación denominada Barbarroja, era la invasión de la Unión Soviética. Comenzaría el 22 de junio en el año 1941, esta fue una maniobra militar sin precedente en salvajismo. Tres millones de alemanes invadieron haciendo retroceder a la fuerza de la Unión Soviética saqueando todo a su paso.
Esto sin contar los miles y miles de tesoros que robaron, al mismo tiempo que masacraban sin piedad a miles de ciudadanos soviéticos. Era obvio que los Nazis codiciaban el salón de ámbar y sabiendo que lo más probable es que terminarían robándolo, los funcionarios del palacio decidieron ocultarlo.
Sin embargo, el ámbar empezó a desmoronarse así que decidieron colocar encima papel tapiz y disimular el valor de aquella habitación y hacerla parecer ordinaria. Pero, falló y tan solo en 36 horas, acabaron de derribar el salón siendo enviado a Konigsberg.
El verdadero misterio
El cuarto de ámbar terminó siendo un completo misterio ya que, a ciencia cierta no se sabe realmente qué fue lo que pasó con él. Pues en el año 1944 Konigsberg fue bombardeado dejando el castillo hecho ruinas.
El salón quedó hundido bajo el caos del bombardeo y la destrucción que abatió por completo Alemania en su último año de guerra. Desde aquel entonces dicho invaluable trabajo ha quedado perdido en la historia.
Han surgido un sinfín de historias y teorías tratando de comprender lo que sucedió con aquella sala. Lo más lógico es que haya quedado completamente destruida tras el caos y la guerra, pero no todos están satisfechos con dicha versión.
Su reconstrucción
La Unión Soviética optó por darla por perdida y en el año 1979 se optó por hacer su reconstrucción. Fue una tarea un poco difícil, pues las habilidades utilizadas en aquella reconstrucción tuvieron que redescubrirse.
Este proyecto tardó unos 25 años y nada más y nada menos que $11 millones para finalizarla. Aunque el salón original tiene un estimado valor de $142 millones actualmente.
Al terminar esta hermosa réplica, fue dedicada por el presidente Putín y el canciller alemán Gerhard Schroeder significando una vez más un símbolo de paz entre ambas naciones.
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