Muchos científicos partidarios de la teoría del darwinismo niegan la existencia de gigantes. En su opinión, el Homo sapiens y sus predecesores no podían medir más de 3 metros. De hecho, es muy difícil creer que la gente pudiera alcanzar los 33 – 3.9 metros o incluso más.
Muchos teóricos concluyen que gigantes, Nephilim, Atlantes, colosos vivieron en la tierra. Y hay muchas pruebas. Además de los propios esqueletos, que se encontraron activamente hasta mediados del siglo XIX, y luego cesaron abruptamente, hay toda una serie de otros hallazgos.
Por ejemplo, armas gigantes. ¿Quién puede luchar con una espada de 3 metros o un hacha de más de 50 kilos? ¿Y qué le parece un escudo con una altura de más de 2.1 metros? Por supuesto, los científicos tienen una explicación difícil de discutir. Se trata de especímenes rituales que nunca se han utilizado en batalla.
En cuanto al enorme escudo, estaba unido a la torre y tampoco formaba parte del equipo. Pero por qué, cuando los especialistas científicos no pueden explicar algo, por ejemplo, un edificio, lo llaman templo u observatorio, y si es un artefacto, entonces debe ser ritual por definición.
Todo esto no puede verse como un intento de llegar a la verdad, sino como una herramienta conveniente. En cuanto a los gigantes en sí, existen numerosas referencias a ellos, tanto en el folclore local como en obras de arte. Por ejemplo, en Washington, D.C., hay un grabado titulado “El funeral del príncipe Francesco de’ Medici” en las casas de la Galería Nacional de Arte. Representa un detalle notable al que nadie prestó atención durante mucho tiempo.
Trofeos gigantes
Las columnas de la sala donde tiene lugar el acto están decoradas con esqueletos gigantes. Investigadores meticulosos han intentado descubrir la fuente original para ver si se trata de una fantasía del autor o si representó un cuadro de la vida real. Para algunos investigadores, el pueblo estaba en guerra con los gigantes y cada esqueleto de un gigante caído en batalla se exhibía como trofeo. A veces ocurría al aire libre y otras en el interior de edificaciones. En este caso, las columnas de la basílica de San Lorenzo están decoradas con esqueletos trofeo.
Hasta finales del siglo XVIII, esta práctica fue bien acogida y fomentada, pero en 1778 la Iglesia conmemoró esta fecha con la victoria del pueblo sobre los gigantes y la muerte del último de su especie. A partir de ese momento, se decidió quemar sus huesos, incluso hubo caballerizos que sacaron esqueletos de catedrales, templos, plazas, casas de caballeros y gremios. La mayor parte de la información al respecto está oculta en el Vaticano, pero los relatos orales no pueden esconderse tras siete cerrojos.
En la República Checa, Polonia, Alemania, Dinamarca, Rumanía, Italia, España, Francia y Serbia hay muchos relatos orales que los científicos consideran cuentos de hadas. Además, pocos investigadores prestan atención a los manuscritos de los monjes que vivieron en la Edad Media.
Esta información de archivo tiene un valor especial, ya que es el registro de testigos presenciales de aquellos acontecimientos. Y cuando uno lee esos registros, tiene la impresión de que los libros de historia escriben algo completamente distinto.
Sí, hubo gente como los gigantes, pero la historia fue una vez más “castrada”, se eliminaron, por así decirlo, datos que de alguna manera indignaban a las mentes. Así que todo está ahí, en alguna parte, mintiéndose a sí mismo, muy silenciosamente (en los almacenes) lejos de los ojos curiosos de la gente.
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