¿Existió un maestro universal que instruyó a diversas civilizaciones antiguas? Ese podría ser el caso de una tribu de Papúa Nueva Guinea que, “inexplicablemente” posee conocimientos del espacio profundo. ¿Cómo obtuvieron ese conocimiento ancestral? ¿Quién les enseñó? … Preguntas que podrían obtener una respuesta en diversas manifestaciones y costumbres que podemos observar hoy en día entre los miembros de dicha tribu.
Viajar a África u Oceanía a menudo trae muchas sorpresas a los europeos y estadounidenses ilustrados. Tal caso ocurrió en 1996, cuando franceses, británicos y estadounidenses visitaron la remota Papúa Nueva Guinea. Para poder entender el nivel de desarrollo de ese país, podemos decir que aún ahora, algunas tribus de “caníbales” viven en su territorio.
Al mismo tiempo, muchos representantes de la población local ni siquiera saben qué es un televisor y un teléfono, sin mencionar los teléfonos inteligentes y otras maravillas del progreso tecnológico.
Entonces, exploradores europeos y los estadounidenses realizaron una expedición en 1996. La comunicación con los miembros de la citada tribu se llevó a cabo gracias a un intérprete. Los invitados tuvieron el honor de comunicarse con los ancianos, los chamanes y el líder de una de las tribus amistosas.
Papúa Occidental (formada por las regiones de Papúa y Papúa Occidental) se encuentra en la mitad occidental de la isla de Nueva Guinea y es diferente al país independiente Papúa Nueva Guinea. Es el hogar de unos 312 pueblos indígenas diferentes, entre ellos algunos no contactados: se trata del lugar con mayor número de pueblos no contactados, aparte de Brasil. (Fuente)
“Conocimiento del espacio profundo”
Llama la atención que los ancianos de la tribu, refiriéndose a los europeos, los llamaran “gente común”. En el dialecto local, esto significaba que no tenían “un pedazo de cielo”. Literalmente. Cuando se preguntó qué es una “partícula del cielo”, se recibió una respuesta sorprendente.
“Hace mucho tiempo, decenas de miles de años, nuestros antepasados volaron a la Tierra. Entonces no estaban allí. Más exactamente, estaban, pero de forma primitiva. Los aceptamos, los alimentamos y les dimos de beber leche. A cambio, nos dieron conocimientos secretos para viajar entre mundos, para comunicarnos con nuestros antepasados. Estábamos dotados de una ‘partícula del cielo’. Junto a ellos, nuestros antiguos antepasados aprendieron los detalles del cielo estrellado, los fundamentos para dominar el agua, el viento y el fuego. Los maestros celestiales volaron en sus piedras plateadas y nunca regresaron. Mi bisabuelo le dijo a mi abuelo, él le dijo a mi padre, y yo le dije a mis hijos que somos descendientes de residentes de la constelación de Cygnus”.
Cygnus (El Cisne) es una constelación del hemisferio norte que atraviesa la Vía Láctea.
Constelación Cygnus (El Cisne). Cortesía: Pinterest
En este punto, los investigadores decidieron ponerse al día con un sabio local y le pidieron que dibujara una constelación e indicara dónde se encuentra. Tomando un palo, el anciano dibujó una representación esquemática sin dudarlo de la constelación Cygnus y señaló con la mano en la dirección correcta del cielo.
Después de eso, a los invitados se les ofreció comunicarse con los espíritus de sus antepasados. Durante la ceremonia, los chamanes entraron en un estado alterado y hablaron con diferentes voces. Toda la sesión estuvo acompañada por la quema de diversas hierbas, el uso de decocciones y cantos. La colorida actuación terminó y los investigadores fueron llevados a una cabaña especial.
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Había dibujos hechos por los niños de la tribu. Sorprendentemente, viviendo literalmente en el bosque, los niños representaron con precisión los planetas del sistema solar, así como diagramas de otras constelaciones con el número correcto de planetas alrededor de las estrellas. Los astrónomos confirmaron la sorprendente precisión con la que se tomaron las imágenes solo 15 años después, cuando la tecnología moderna hizo posible examinar las galaxias vecinas.
Al final de esta expedición, se le preguntó al líder:
“¿Por qué los habitantes de la tribu viven ahora en condiciones tan salvajes cuando ni siquiera pueden permitirse productos metálicos?”.
Celebración tribal en Papúa Nueva Guinea. (Public domain)
La respuesta era esperada:
“Son ustedes, los salvajes que viven en barriadas de piedra, y nosotros formamos parte de este mundo, de esta naturaleza”.
Debemos dar crédito a estas palabras. Muchos investigadores creen que el camino de nuestro desarrollo es dañino y erróneo. En lugar del desarrollo espiritual y cultural y la convivencia con la naturaleza, hemos optado por un camino agresivo, que, con un alto grado de probabilidad, puede llevar a la humanidad a la destrucción.
¿Paleocontacto?
Por supuesto, sigue siendo un misterio cómo y cuándo los representantes de la tribu bastante arcaica de Papua Nueva Guinea adquirieron conocimientos sobre el espacio profundo. Quizás esto sea una consecuencia del paleocontacto.
Esculturas de madera de Papúa Nueva Guinea. (Public domain)
Podemos suponer que los papúes son hijos de la naturaleza, hijos de las estrellas, aunque algunas tribus aún conservan tradiciones caníbales, no son hostiles a la naturaleza. Por lo tanto, el conocimiento se transfiere de esta manera. La sociedad moderna es agresiva y no se sabe adónde podría conducir el conocimiento adquirido. Es como darle a un mono una maleta con un botón nuclear.
Muchos ahora creen que el desarrollo de nuestro planeta estuvo constantemente controlado por civilizaciones superiores y, en realidad, aquí no podría haber nada sorprendente. En primer lugar, se controló el desarrollo de la naturaleza en el planeta. Y los nativos, en el estado en que están, a diferencia de nosotros, representantes del mundo “civilizado”, son “partículas de la naturaleza”.
En cuanto a la “partícula del cielo”, se supone que las mujeres de la tribu se unieron a miembros de civilizaciones extraterrestres y engendraron a un “nuevo tipo de personas”. Pero, esta es sólo una de las hipótesis. Tal vez se trate de conocimiento espiritual o algo similar.
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