Hoy vamos a introducir al lector en un viaje al corazón espiritual de Tiahuanaco, la antigua metrópolis boliviana, y que es actualmente considerada por muchos estudiosos, como una de las ruinas más antiguas del planeta. Quién escribe, conoce muy bien sus instalaciones, resultados de varias incursiones hacia su geografía insólita. Y aunque son muchos los interrogantes, e informes sobre su legado, hoy quiero enfocarme en uno de sus aspectos más controversiales, la cuestión esotérica. Qué la luz nos ilumine.
Tiahuanaco y sus orígenes subterráneos
“Llegará el día en que, en una página blanca de la historia universal, se acabará esta obra de reconstrucción que intento empezar hoy. Entonces se revelará en su antigua majestad este mundo, que nosotros llamamos nuevo. Cuando llegue ese día se comprenderá, quizá, que si los viejos príncipes purúas, los pontífices amautas, resucitaran de sus tumbas, podrían decir a los faraones, a los sacerdotes de Caldea, a los brahmanes de la India, a los primeros hijos del cielo de la China: somos de un mundo desconocido para ustedes, un mundo todavía nuevo para la centésima generación que nos ha seguido, pero cuando estábamos vivos dominábamos, ustedes el hemisferio oriental, nosotros el occidente; fuimos contemporáneos”. Charles Wiener, 1875.
Es a partir del siglo XVI, cuando en nombre de Tiahuanaco comienza a filtrarse en algunos textos de las crónicas españolas. Aquellos registros comunican desconcierto y asombro, ante lo observado. Un sacerdote jesuita, Giovanni Anello Oliva, S. J. 1574-1642, escribirá una monumental obra editada recién a fines del siglo XIX, «Historia del Reino y provincias del Perú, y varones insignes en santidad de la Compañía de Jesús» (Fuente).
Allí se cita por primera vez, Chucara como un antiguo nombre de Tiahuanaco, iniciando el primer misterio. Más tarde, esta versión sería popularizada en 1903 por el historiador peruano, Manuel González de la Rosa, que replicara la fuente de Anello Oliva, no sin suspicacias.
Finalmente Robert Charroux en «Historia Desconocida de los Hombres», 1963, volverá al ruedo con la legendaria narración, añadiendo algunas pistas personales. «El nombre primitivo de Tiahuanaco era Chucara. La ciudad era enteramente subterránea, y lo que existía en la superficie, no era sino una cantera de talla de piedra y la aldea de los obreros. La ciudad subterránea daría la clave de una extraña civilización, que se remonta a los tiempos más primitivos. Se llegaba a la ciudad por varias entradas, que vieron el gran naturalista francés Alcide d’Orbigny y los viajeros Tschudi, Castelnay y Squier, quiénes hablan de sombrías y fétidas galerías, que desembocan en el cerco de murallas de Tiahuanaco. Esta ciudad subterránea habría sido edificada para permitir a los habitantes encontrar en ella una temperatura más clemente, lo que prueba como nunca varió la temperatura. Cerca del Lago Titicaca existía un palacio del que no queda rastro, pues su edificación se remontaría, según los textos a la época de la creación del mundo».
Ahora bien ¿cómo nace esta versión? Según sabemos, Anello Oliva que como dijimos fue un jesuita en toda regla, a quién le fueran entregados documentos por otro hermano de la orden, Bartolomé Cervantes, canon de Chuquisaca, Sucre. Allí se recogía una traducción realizada por Katari, antiguo traductor Quipocamayo, que tenía la facultad de interpretar los difíciles nudos incas. Katari, luego de la muerte de Atahualpa, se habría ocultado en Cochabamba, durante el siglo XVI.
Un dato interesante que también aporta Anello Olliva en base a estos datos, es observar en Tiahuanaco «la tetrapartición del mundo en cuatro segmentos, de acuerdo con los puntos cardinales». Esta división más tarde habría sido adoptada por los reyes del Cuzco transmutado en el célebre Tawantinsuyu (división del imperio inca en cuatro regiones), ignorándose quizás, que aquella visión refiere a la mítica geografía atlante.
Volviendo a Chucara, Simone Waisbard en su imprescindible «Tiahuanaco. Díez mil años de enigmas incas». 1975, presenta Chucara como una derivación de la etimología uru, traducida como ciudad o templo solar.
Una acotación por parte de Waisbard, es que Chucara se asemeja al Chungaro, «un lago situado en la provincia chilena de Arica», allí habrían vivido los lican-antai (actuales acatameños), y que se señala según la hipótesis del gran arqueólogo peruano Max Uhle, como la región original desde donde habría nacido el imperio de Tiahuanaco.
Por nuestra parte diremos, la pista Arica, se involucra en nuestro ajedrez subterráneo, y cuyo desarrollo aviso cumple un papel destacado en el puzzle andino. Pero de eso hablaremos en otra ocasión. Continuemos nuestro desglose esotérico.
Taypicala – Umbilicum Mundus
Otra de las denominaciones no menos enigmáticas de Tiahuanaco es Taypicala, y lector entenderá porqué. Esta acepción es obra del cronista español, Bernabé Cobo y Peralta, S. J, 1582-1657, quién fuera un destacado estudioso perteneciente a la orden jesuita. En 1653 publicó Historia del Nuevo Mundo, donde reveló lo siguiente:
El nombre que tuvo este pueblo antes que fuese señoreado de los Incas, era Taypicala tomado de la lengua aymara que es la materna de sus naturales, y quiere decir, ‘la piedra de en medio’; porque tenían por opinión los indios del Collao, que este pueblo estaba en medio del mundo, y que de él salieron después del diluvio los que tornaron a poblar”.
Más tarde este nombre sería alterado por los incas, según refiere Cobos, perdiendo su verdadera importancia.
Llamóse Tihuanacu, por la razón que ahora diré: cuentas sus moradores, que hallándose aquí el Inca, le llegó un correo del Cuzco con extraordinaria brevedad, al cual (sabida por el Inca la brevedad con que había corrido la posta), en llegando le dijo: ‘Tiay Guanacu’. Que en su lengua significa ‘siéntate y descansa, huanacu’. Dióle nombre de huanacu que es un animal de esta tierra muy ligero, por la brevedad con que había llegado y ese nombre se le quedó al pueblo desde entonces, el cual pronunciamos nosotros mudadas algunas letras”.
Recordemos que el término centro u ombligo del mundo, tiene al Cuzco peruano actualmente como su eje principal dentro de la cosmogonía andina, y que en el pasado compartiera con Ecuador a través de Quito. ¿Fue Taypicala el primer reino en cumplir esa función, y cuya correspondencia subterránea sería la clave que develase este interrogante? Pero examinemos otro signo de importancia.
Huyustus. El Señor del Mundo Entero
Un poderoso señor después del diluvio, en Tiawanako, dividió el mundo en cuatro grandes partes. A. Manko Qhapaq, le tocó la parte septentrional a Colla, la región del Collao; a Tocay el levante y a Pinahua el poniente. Posteriormente Manko Qhapaq, se estableció en el Cusco. Garcilaso de la Vega (1609; 1663, lib. Cap. XVIII).
Quién nos aporta una nueva pista en nuestro entramado esotérico, es nuevamente el sacerdote jesuita Anello Oliva, quién en Historia del reino y provincias del Perú (Libro Primero del manuscrito original) Lima, Perú. 1893, escribe: Huyustus, «señor de todo el mundo», y que en Chukara (antiguo Tiawanako), dividió la tierra antes que Sinchi Roq’a, hijo de Manko Qhapaq, en «Collasuyo, Omasuyo, Chinchaysuyo y Contisuyo».
Según parece Huyustus, luego de un espantoso cataclismo que destruyera Chucara-Taypicala, quedando ésta en ruinas, edificó sobre sus cimientos una nueva ciudad, que llamó Wiñaymarca, (ciudad eterna). Huyustus, es visto como un superviviente y concebida su figura legendaria, como «el primer gran maestre salvado de las aguas».
Esto de inmediato nos traslada al bíblico Noe, como alter ego universal. Ahora bien. Muchos investigadores tienen a pasar por alto, esta cuestión espiritual que hoy abordamos, y que muchas veces confunde conceptos cuando se habla de Tiahuanaco. La desaparición de Chucara-Taypicala, que enunciamos como «centro del mundo sagrado de su época», ensalza con el mito de Agartha y sus misterios, conduciendo al buscador hacia un secreto de vital importancia, el de la antigua tradición primordial.
Prosigamos.
Luego del diluvio surge la edad del hombre, que sin la intervención divina, hasta entonces muy presente, debe iniciar su camino ascendente e iniciático por sí mismo, aunque siempre regido por algún servidor. En este caso Huyustus representa este papel. Bajo su mando, y asistido según algunas voces por seres gigantes, se habría fundado una nueva metrópolis, Wiñaymarca (residencia del dios Wanaco, Ciudad Eterna, metrópolis de los dioses, o donde se daban cita los brujos y adivinos, según escuchemos de uno u otro narrador). Esta ciudad también habría sucumbido derrumbada, por un espantoso cataclismo de orden telúrico volcánico. ¿Quiénes fueron sus constructores, de dónde vinieron? ¿Quiénes son los gigantes que acompañaron a Huyustus? ¿Existieron? Ahondemos.
El enigma de los Antis – Los constructores gigantes
“Y por su parte, el cronista de los conquistadores, Pedro Cieza de León (1518-1560), en su incompleta obra Crónica del Perú, afirma que le contaron sus guías aymaras de que Tiahuanaco se edificó antes del diluvio, en una sola noche, por gigantes desconocidos. Los gigantes vivieron aquí en soberbios palacios. Pero por no hacer caso a una profecía de los adoradores del Sol, fueron devorados por sus rayos, y sus palacios se vieron reducidos a ruinas”. Pedro Guirao. El Enigma de Tiahuanaco, 1980.
En mis múltiples viajes a Tiahuanaco, mantuve conversaciones con muchos estudiosos bolivianos, sobre su percepción acerca de estos rumores. Obtuve muchas confirmaciones, no solo de esta realidad, casi incuestionable, marcada por hallazgos, que aunque en las sombras, son evidencias concluyentes actualmente, esperando surgir a la luz cuando los tiempos, sean propicios a escuchar esa «otra historia», por ahora negada. Así se me refirió que en ciertas zonas no solo adyacentes a Tiahuanaco, sino en la profunda selva del Beni boliviano, se descubrieron restos de aquellos seres míticos. En estos intercambios con investigadores de aquel país, se me reveló también durante la década del sesenta, fue descubierta una cámara secreta de estos antiguos residentes tiahuanacotas, conteniendo en su interior, un cíclope gigante, y tecnología de avanzada. Las autoridades, perplejas ante las consecuencias de esta revelación, decidieron ocultar sus huellas, por temor a las repercusiones mundiales.
No espero el lector acepte estas declaraciones, difíciles de asimilar, y por el momento sin respuestas firmes. ¿Tiahuanaco construido por gigantes cíclopes? Y de ser sí, ¿quiénes son estos seres, de dónde surgieron? ¿Una humanidad perdida, y no computada en el tiempo? Guillermo Lange Lomas, prestigioso autor boliviano, y toda una autoridad en enigmas andinos, escribe en El Mensaje del Sol. Eslabón de los Andes, 2009, acerca de los antiguos gigantes asignándole el siguiente papel.
Dominan los elementos, hacen llover fuego del cielo, parten la tierra formando quebradas o levantan cerros: les nace alas y por fin, después de prodigar sus profecías, se convierten en huacas o númenes protectores. Este texto me lleva a una antigua leyenda que recogí para mi libro, Cueva de los Tayos. Secretos Subterráneos de los Mundos Olvidados, 2016, donde en uno de sus capítulos abordo el enigma de los gigantes ecuatorianos, evidenciando muchas similitudes con las historias escuchadas en Bolivia.
En Condorazos, obra mítica y de referencia obligatoria sobre el tema, legado del desaparecido novelista y periodista nativo de la provincia de Riobamba, Luis Alberto Borja Moncayo, es donde se realiza uno de los estudios más profundos sobre esta realidad mitológica, que incluye una ciudad de oro escondida en interior del sagrado Chimborazo, considerado uno de las montes más antiguos del planeta. Allí en sus profundidades, se albergaría una ciudad de oro, reino de los híbridos alados, que habrían gobernado el Edén andino, y desde donde se habrían derivado los gigantes Atis ¿Se tratará de los antiguos ángeles caídos?, se pregunta esta escritora”.
En otro párrafo de Condorazos leemos:
Fueron ellos junto a los híbridos quiénes edificaron el primer imperio sobre el planeta, caminaron por el mundo hasta que se encontraron con un lugar extraordinario; un paraíso de temperatura ideal, de abundancia y de prosperidad, estaba junto a una cordillera donde existía una gran laguna y por el campo corrían cuatro ríos. Lo llamaron Edén. Gigantes e híbridos alados, tomaron el nombre de un ave gigante que admiraron porque dominaba las alturas, se llamaron en su honor Condorazos (cóndor de nieve)”.
Rematando:
nos resta por revelar el sitio de las tumbas de los Condorazos, con los fabulosos tesoros que esconden, que no son otras que las extensas, profundas e intricadas cavernas andinas. Día llegará en que se aclare estos misterios, y se descubran otros secretos, que sugestionan y abisman”.
Nuevamente una distinción, entre la naturaleza espiritual encarnada por los condorazos alados, habitando una ciudad de oro (que nos remite a Chucara la ciudad del sol, regida por los Huamincas ángeles bellos y resplandecientes), diferenciándolos de híbridos posteriores, dominados por costumbres más bestiales (gigantes sodomitas y caníbales, según se los retrata). Misterio que también se repite como calco, en la historia de Tiahuanaco y sus Anti salvajes, que acompañaron al enigmático Huyustus.
Algunas de estas historias vincularían estos a estos Antis gigantes, arribados a nuestras costas sudamericanas en tiempos pretéritos como supervivientes de un antiguo imperio desaparecido ¿Lemuria tal vez? Examinemos este dato.
Tiahuanaco e Isla de Pascua – El factor Arthur Posnansky
Los visitantes que se aproximen a Tiahuanaco, se encontrarán en su recorrido con varias efigies enigmáticas. Uno de ellas corresponde, al llamado monolito Kontiki, conocido también como el barbado. Esta estatua representaría, uno de los conceptos más importantes dentro de la teogonía tiahuanaco, siendo Kontiki, el dios del mundo o Viracocha (el dios barbudo llegado de más allá). Esta deidad habría creado los gigantes, y los hombres, y fundado Tiahuanaco, su residencia principal. Se le atribuye uno de los diluvios destructores.
Pero más allá de su componente mitológico, esta estatua lleva al observador hacia tierras pascuenses, debido a su insólita semejanza con los monolitos de Rapa Nui. Quién escribe, no cree en casualidades, y tampoco en un fallo de la mátrix, haciendo acopio a la conspiranoia.
Y es que aquí, debemos remitir a un término repetido dentro de trabajo, aludiendo al ombligo del mundo, como centro espiritual sagrado, ya que Isla de Pascua, además de Tiahuanaco, Cuzco, y Quito, encarnaron cada uno en su tiempo, este mismo principio. De ahí la importancia del hallazgo que ahora voy a presentar. La pista clave, fue un primigenio trabajo del gran Arthur Posnansky, 1873-1946, el controversial estudioso vienés, que alteró el mundo académico, con su revolucionaria visión sobre el pasado de Tiahuanaco.
Se trata, de la «Guía general ilustrada para la investigación de los monumentos prehistóricos de Tihuanacu é islas del Sol y la Luna (Titicaca y Koaty) con breves apuntes sobre los chullpas, Urus y escritura antigua de los aborígenes del altiplano andino: con un cromo, 54 grabados, 3 planos y 4 facsímiles)», publicado en 1912. En ese trabajo poco explorado, Posnansky habla de un descubrimiento revelador realizado en ruinas del Lago Titicaca. En la llamada sección del Laberinto (Chinkana), un antiguo palacio dedicado al culto solar, habla de haberse topado con una pared preincaica poblado de hieroglifos pictográficos, que definió como antiquísimos, vinculados a caracteres pascuenses.
En su informe señala esta pared tendría su origen en el volcán de fango «Kjaphia» (Kayappia), situado a más o menos, 50 kilómetros en línea recta de las ruinas de Tiahuanaco. Esta opinión queda especialmente evidenciada por una capa de toba y de fango volcánico endurecido, que se halla a unos 60 cm. debajo del aluvión estratificado que cubre el palacio «Kalasasaya». Este volcán se encuentra en Copacabana, Titicaca, trazando una pista más que importante.
Comenta además:
Estos signos precolombinos ideográficos son muy carácterísticos, y albergamos la opinión de que tienen su origen en la época de Tiahuanacu, y que los que hemos extraídos son los últimos restos de una escritura desaparecida”.
En otro párrafo agrega:
Los signos que hemos descrito son indudablemente una ínfima parte del gran número que los aborígenes usaron antes de la conquista, signos que, los inventarios de visita se hallaron sobre planchas metálicas que confiscaron y destruyeron los visitadores”.
Actualmente el antiguo volcán Kayappia es conocido como el actual Cerro Kapia, plagado de innumerables leyendas, una de las cuales conecta con el ombligo del mundo, según confesara Arthur Posnansky al estudioso francés Marcel Homet.
Más tarde Thor Heyerdahl, en su fascinante Aku Aku, se encontraría también con esta disyuntiva, en cuanto al antiguo volcán Kayappia, durante sus estudios en Bolivia, escribiría.
Los indios de esta región me indicaron el punto, contiguo a la orilla y al pie del volcán, en que se acumulaban los gigantescos bloques, y donde aún se ven colosales sillares labrados, dispuestos para su transporte a través del gran mar interior. Todavía existen allí las ruinas de un muelle que los indios conocen con el nombre de Taki, Tiahuanaco Kama, “La Carretera de Tiahuanaco”.
A la montaña vecina o sea el actual cerro Kapia, los lugareños le señalan a Heyerdalh, una denominación que lo asombrará, al referirlo como el Ombligo del Mundo, término que luego se repetirá en sus andanzas por Isla de Pascua.
La Cámara secreta de la Puerta del Sol
Cuando se piensa en los misterios de Tiahuanaco, uno de los grandes enigmas es acerca de su legado desaparecido, ya sea los cuerpos de sus antiguos constructores, aún no evidenciados, aunque los rumores son muchos. Otro asunto es una herencia también importante, que podría ayudar entender el verdadero significado de Tiahuanaco, de la cuál brindamos ya algunas pistas en nuestro estudio.
Una de estas informaciones, fue recogida por Javier Sierra en su libro, «En búsqueda de la Edad de Oro», 2000, narrando unas extrañas declaraciones de Oswaldo Rivera Shunt, antiguo director del Instituto Nacional de Arqueología (INAR), que impulsara durante la década del noventa importantes excavaciones en Tiahuanaco. Una de las primeras conclusiones de este estudioso, fue revelar la existencia de una Tiahuanaco más profunda, localizada a casi 20 metros de profundidad, y que remontaría la cronología de la ciudadela andina, a 9.000 años de antigüedad.
Pero Rivera Shunt, hizo más tarde otro anuncio aún más impactante, confesando a Graham Hancock, y más tarde publicado en su libro, El Espejo del Paraíso. Un viaje en busca de las civilizaciones más antiguas, a quién narró que, «muy pronto se desenterraría una cámara sepulcral intacta, que él creía se encontraba en el interior de la única pirámide del conjunto monumental de Tiahuanaco, Akapana» Pero el dato más sensacional que proclamara Rivera Shunt, fue señalar, La Puerta del Sol, como un plano que descifrado, descubriría un tesoro milenario.
En su novela de 2003 «El Origen Perdido», la escritora española Matilde Asensi desarrollaría todos estos eventos, como parte de su historia acerca de los misterios de Tiahuanaco. Invito al lector a leer esa obra, donde se camuflan muchos indicios más que sugerentes.
Puma Punku, y el misterio de bloques ensamblados con forma de H
En los últimos años Puma Punku, llamado el sitio de los bloques imposibles, por sus cortes pétreos asombrosos, es quizás uno de los sitios de Tiahuanaco más revistado por los investigadores. Aunque llevaría mucho tiempo hablar sobre Puma Punku, aunque muchos de los lectores están más que familiarizados debido a programas, e informes existentes, mi interés es llamar la atención acerca de un detalle, y que vuelve a poner a luz, la cuestión esotérica, aún desapercibida al estudiarse Tiahuanaco.
Según nos revela la antigua tradición primordial, la letra H, «proviene de la ita griega, y también de la jet hebrea simbolizando la comunicación entre dos mundos». El pasaje de la muerte simbólica, hacia el renacimiento, un puente que además equilibra, «vinculado hacia las pulsaciones del corazón del ser humano, y el ir y venir de la respiración de todo ser vivo». La H significa transitar la dualidad. El Ying y Yang, lo masculino y femenino. Para el iniciado «la H se refiere también a las dos columnas del árbol sefirótico, esto es los pilares del rigor (polo masculino), y la Misericordia (polo femenino). El eje transversal de la H coincide con la sexta séfira –Tiferet, séfira que representa al amor, la fuerza que mantiene unido el universo, o cosmos según la doctrina Platónica». A través de la H, se armonizan los cuatro elementos, es su espíritu rector. En clave masónica, adhiere al gran constructor del Templo de Salomón, Hiram. Hasta aquí.
Conclusión
A través de este trabajo intentamos una aproximación hacia el Tiahuanaco profundo, o mejor dicho su denominación más acorde, como el Taypicala perdido. Entendiendo estos conceptos, los cuáles continuaremos desarrollando en una segunda parte, donde abordaremos más misterios esotéricos sobre esta antigua civilización andina, es posible el buscador, pueda atravesar el velo de isis, como bien diría la gran maestra teosófica, Helena P. Blavatsky. Continuará.
Bibliografía
Sites
Libro primero del manuscrito original del R.P. Anello Oliva, S.J. Historia del reino y provincias del Perú, de sus Incas reyes, descubrimiento y conquista por los españoles de la corona de Castilla, con otras singularidades concernientes a la historia
https://archive.org/details/libroprimerodelm00oliv/page/n10
Libros
- Asensi, M. El Origen Perdido. España: Planeta, 2003. (Enlace)
- Charroux, R. Cien Mil Años De Historia Desconocida. Madrid: Plaza & Janes, 1982. (Enlace)
- Guirao, P. El Enigma de Tiahuanaco. Barcelona: Libro Express, 1980. (Enlace)
- Hancock, G. El espejo del paraíso. Un viaje en busca de los misterios de nuestro pasado. Madrid: Grijalbo, 2001. (Enlace)
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- Homet, M. El Ombligo del Mundo. Cuna de la Humanidad. México: Diana, 1979. (Enlace)
- Ibarra Grasso; Dick E.; Querejazu Levi, R. E. 30.000 años de prehistoria en Bolivia. La Paz: Rolando Díaz de Medina, 2012. (Enlace)
- Lange Loma, G. El Mensaje del Sol. Eslabón de los Andes. Cochabamba: Kipus, 2009. (Enlace)
- Parellada de Cardellac, J. Reinos perdidos y claves secretas. Barcelona: Plaza & Janes, 1979. (Enlace)
- Pacheco Medrano, Luis F. Thaipykhala. Tiempos Mágicos. La Paz, 2011. (Enlace)
- Posnansky, A. Guía general ilustrada para la investigación de los monumentos prehistóricos de Tihuanacu é islas del Sol y la Luna (Titicaca y Koaty) con breves apuntes sobre los chullpas, Urus y escritura antigua de los aborígenes del altiplano andino: con un cromo, 54 grabados, 3 planos y 4 facsímiles. Washington, D.C.: Harvard University – Dumbarton Oaks Research Library, 1912. (Enlace)
- Posnansky, A. Tihuanacu. La cuna del hombre americano, 1945. (Enlace)
- Sierra, J. En busca de la Edad de Oro. Barcelona: Planeta, 2000. (Enlace)
- Saurat, D. La Atlántida. Historia y Leyenda. Barcelona: Mateu, 1962. (Enlace)
- Touchard, M. La Arqueología Misteriosa. Barcelona: Plaza & Janes, 1975. (Enlace)
- Videla Eissmann, R. El gran diluvio. Mitos americanos sobre la última catástrofe planetaria. Ecuador: JG, 2011. (Enlace)
- Waisbard, S. Tiahuanaco. Diez mil Años de Enigmas Incas. México; Diana, 1987. (Enlace)
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