En la orilla occidental del Nilo, presidiendo el Templo de Amenhotep III, están los Colosos de Memnón; dos inmensas estatuas que representan al mismo faraón. A pesar de sus gigantescas dimensiones, lo que más captó la atención de los historiadores es que ambos monumentos tenían la capacidad de «cantar».
La historia cuenta que, en el año 27 a. C., un terremoto provocó el derrumbe de gran parte de uno de ellas. Fue en ese entonces que el otro coloso empezó a «cantar» durante los amaneceres. Sin embargo, a comienzos del siglo III, Séptimo Severo, emperador romano, la «silenció» al reconstruirla.
Las estatuas que cantan
3.400 años han pasado desde la construcción de los Colosos de Memnón al sur de las necrópolis tebanas, frente a Luxor.
Estas estatuas pasaron a ser la entrada al templo funerario de Amenhotep III, provocando un curioso efecto.
Representan al faraón en una posición sentada, con las manos sobre las rodillas y la mirada hacia el este, observando al río. Las colosales dimensiones de la estructura se deben a que Amenhotep III fue adorado como una especie de dios en la Tierra.
Se construyeron a base de bloques de cuarcita, los cuales fueron transportados por 675 kilómetros desde las cercanías del actual El Cairo hasta Tebas. El peso de ambas estatuas es de 720 toneladas.
En un principio, ambos colosos eran gemelos, aunque actualmente no lo son. Esto se debe a la reconstrucción hecha por Septimio Severo, quien usó piedra traída de Asuán.
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El terremoto que se produjo en el año 27 a. C. derribó gran parte de la estatua norte. Después de ese evento, la parte inferior que quedó en pie empezó a «cantar» cada mañana, durante la salida del Sol. Hecho curioso que fue registrado por diferentes historiadores.
El historiador Estrabón aseguró que el sonido era similar al de un soplido. Por otro lado, Pausanias lo comparó con el de una cuerda de lira rompiéndose.
En todo caso, fue Estrabón el primero en mencionar este hecho en la literatura histórica, asegurando también haber sido testigo durante su visita del año 20 a. C. Sin embargo, todo parece indicar que dicho fenómeno ya era conocido en el Mediterráneo.
Curiosidades y características
Cada coloso de Memnón mide 14 metros de altura y pesa 700 toneladas. Cada una está sobre un pedestal de 4 metros de altura de 600 toneladas. Haciendo un total de 18 metros de alto y 1.300 toneladas de peso.
Se cree que existen ciertas partes de la cabeza y el tocado que desaparecieron, por lo que es posible que sean, incluso, más altas.
Ambas estructuras se construyeron a partir de un único bloque de granito que se trasladó desde unas canteras localizadas en El Cairo, a 675 kilómetros de Lúxor.
Otra curiosidad es que, además de los 2 más grandes y famosos colosos, existen 4 más; una segunda pareja que mide 15 metros de alto y la tercera, que alcanza solo los 11 metros.
Actualmente, las autoridades egipcias se encuentran realizando de restauración a todo el conjunto, incluyendo parte del templo de Amenhotep III que fue destruida por un terremoto en el año 1.200 a. C.
Aun así, los Colosos de Memnón siempre son incluidos en todos los itinerarios de viaje entre Lúxor y el Valle de los Reyes.
Sin duda, uno de los monumentos más curiosos y llamativos de todo Egipto, no solo por sus dimensiones colosales, sino por la extraña característica que las hizo «cantar» en su época.
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