Akenatón y su esposa Nefertiti fueron la pareja real que intentó cambiar la esencia misma de la vida en todo Egipto. Su historia suscita incontables preguntas en las mentes de arqueólogos e historiadores. Todo lo que hicieron parece desafiar el sistema de fe del Antiguo Egipto, quedando marcado en la historia con una huella imborrable.
El comienzo del reinado de Akenatón
Cuando Akenatón fue nombrado faraón, hace unos 3.500 años atrás, Egipto era la potencia mundial más poderosa sobre el planeta. Este imperio vivía sus años dorados, poseyendo el ejército más grande, la infraestructura más elaborada y el estilo de vida más lujoso del momento. La vida cotidiana en cada uno de sus poblados no podía ser mejor.
Cada uno de sus habitantes estaba convencido de una cosa: toda esa prosperidad y abundancia era producto de su devoción a los dioses. El panteón de dioses egipcios abarcaba a unas 2.000 deidades, y mantenerlas contentas era la meta de cada ciudadano. La religión dominaba la vida diaria, ya fuera en la corte real o en la ciudad más lejana a la capital.
Entonces Akenatón es nombrado faraón, y entre sus primeras reformas decide hacer algo sorprendente: cambiar la religión que por más de 1.500 años se había practicado en Egipto. En vez continuar con su legado religioso politeísta, decide nombrar al Sol como único dios en todo su imperio.
El culto a Atón, el dios Sol
El reinado de Akenatón comenzó aproximadamente en el año 1.353 a.C., convirtiéndose en el décimo faraón de la dinastía. De inmediato reemplazó todo el panteón de dioses egipcios con un solo dios, conocido como Atón, o dios Sol. A excepción de su esposa, toda la corte real y toda la población consideró aquel decreto como una herejía.
No obstante, Akenatón hizo uso de la autoridad que su posición le confería para llevar a cabo sus planes. Después de todo, él y su esposa eran dioses vivientes, y sus palabras eran ley. Fácilmente podían cambiar todo, el lenguaje, el arte, la política y, por qué no, la religión. Y así fue, los 2.000 dioses tradicionales fueron eliminados.
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Otra decisión drástica: cambio de capital
Reemplazar a los dioses con forma humana y animal por un dios abstracto representado por el Sol debió de suponer un gran cambio en la mente de los egipcios. Además, los sacerdotes tradicionales, que habían dedicado toda su vida al culto de los dioses, perdieron toda su influencia y poder de la noche a la mañana.
Evidentemente, Akenatón empezó a ganarse muchos y poderosos enemigos dentro de su propia corte real y la población en general. Y todo empeoró cuando la pareja de reyes anunció otra drástica decisión: un cambio de capital. La sagrada y antigua ciudad de Tebas, el corazón de todo el imperio, dejaría de ser la capital.
La nueva ciudad real estaría ubicada a 350 kilómetros hacia el Norte, en lo que hoy conocemos como Amarna. En una de las lomas de aquella locación, todavía puede verse una roca escrita con la proclamación pública emitida por Akenatón. En ella explica la razón que lo motivó a mudar la capital hasta allí: el gran dios Sol les dijo: «Construyan aquí».
Un cambio sorprendente
Rápidamente, miles de trabajadores se trasladaron al lugar para convertir aquel paraje desértico en una esplendorosa y bella ciudad capital. Se construyeron varios templos al dios único, que permitían a los devotos adorar al Sol al aire libre, otra costumbre totalmente nueva.
Tan solo cinco años después de su coronación, Akenatón cambió muchas cosas. Por ejemplo, las representaciones de la familia real se volvieron tiernas y detalladas, como una en la que se ve a Akenatón y su esposa abrasado a sus hijas. Imágenes espontáneas y llenas de vida reemplazaron al arte monumental y estático habitual.
Comienza el declive
Los súbditos del faraón Akenatón no habían abandonado realmente el culto a otros dioses. Esto llevó al rey a perseguir y asesinar a muchas personas, además de buscar las imágenes de los dioses para destruirlas. Poco a poco, el poder real comenzó a debilitarse, hasta que finalmente el faraón murió y su sucesor, Tutankamón, regresó todo a la normalidad.
Artículo escrito por: Luisa Lugo, colaboradora de CodigoOculto.com
me encanto la historia , banco a AKENATON