No cabe duda de que el Dodo uno de los animales extintos más famosos de todos los tiempos, despiadadamente cazado hasta la extinción por los humanos en sólo unas décadas.

Ahora, los científicos están cada vez más cerca de devolver al famoso Dodo a su hogar original, Mauricio, la isla situada al este de Madagascar, en el océano Índico.

La empresa estadounidense Colossal Biosciences, con sede en Dallas (Texas), está utilizando tecnología de células madre y edición del genoma para crear una aproximación moderna de la especie.

Con un coste de más de 225 millones de dólares, están “desextinguiendo” al dodo más de 350 años después de que los exploradores europeos lo eliminaran de Mauricio.

Y Colossal Biosciences no se detiene ahí: también quiere recuperar el mamut lanudo y el tigre de Tasmania.

Colossal Biosciences se ha asociado con la Mauritian Wildlife Foundation para encontrar un lugar adecuado para la primera manada de dodos, una vez que hayan crecido en el laboratorio.

Antes de su extinción en el siglo XVII, esta ave no voladora era endémica de los bosques de la isla.

Vikash Tatayah, director de conservación de la Mauritian Wildlife Foundation, dijo:

“El dodo, un ave íntimamente entretejida en el ADN de Mauricio, también es tristemente emblemática por el papel que la humanidad desempeñó en su extinción”.

Cómo traerán al Dodo de vuelta a la vida

Para preparar la liberación de los dodos regenerados en su hábitat natural, los dos socios colaborarán en la “restauración de ecosistemas” mediante la eliminación de especies invasoras, la revegetación y la concienciación de las comunidades.

Representación artística del Dodo. Crédito de imagen: Colossal Biosciences

Los científicos ya han logrado la monumental hazaña de secuenciar el genoma completo de la especie extinguida, a partir de especímenes óseos y otros fragmentos.

El siguiente paso es editar genéticamente la célula de la piel de un pariente vivo cercano, que en el caso del dodo es la paloma de Nicobar (Caloenas nicobarica), para que su genoma coincida con el del ave extinguida.

El objetivo es hacer que el genoma coincida con el del ave extinta, o se acerque lo más posible, con la ayuda de la herramienta de edición genética CRISPR-Cas9.

Se trata de una técnica que puede “cortar y pegar” pequeñas secciones de ADN, lo que significa que los científicos pueden eliminar o editar determinados genes para que representen con mayor exactitud al animal que pretenden recrear.

Esta célula modificada genéticamente debe utilizarse después para crear un embrión -como ocurrió con la oveja Dolly en 1996- y llevarlo a término en una madre de alquiler viva.

Los científicos esperan que el polluelo que nazca se parezca a algo entre la paloma Nicobar y el dodo.

Su objetivo es que el primer dodo cultivado en laboratorio nazca en esta década.

La paloma de Nicobar (en la foto) es el pariente vivo más cercano del Dodo, que se encuentra en las islas Andaman y Nicobar de la India. Crédito de imagen: Wikimedia Commons

La historia del Dodo

El dodo, descubierto por los europeos en 1598, era un ave no voladora que vivía en la isla Mauricio, en el océano Índico.

El dodo debe su nombre a la palabra portuguesa que significa “tonto”, después de que los colonialistas se burlaran de su aparente falta de miedo a los cazadores humanos.

También se convirtió en presa de gatos, perros y cerdos que habían sido traídos con los marineros que exploraban el Océano Índico.

Como la especie vivió aislada en Mauricio durante cientos de años, no tenía miedo y su incapacidad para volar la convertía en presa fácil.

Su último avistamiento confirmado se produjo en 1662, después de que los marineros holandeses lo vieran por primera vez 64 años antes, en 1598.

La mayoría de la gente cree que el dodo era un ave gorda y desgarbada, pero como está extinto desde finales del siglo XVII, nadie sabe realmente cómo era.

El Museo de Historia Natural de la Universidad de Oxford alberga los únicos restos de tejido blando de dodo que existen en el mundo.

Según los científicos, el “dodo de Oxford” recibió un disparo de escopeta en la nuca.

También hay un cráneo de dodo en el Museo Zoológico de la Universidad de Copenhague, y una mandíbula superior en el Museo Nacional de Praga.

En la foto, parte del “dodo de Oxford”, los únicos restos supervivientes de tejido blando de dodo que existe en cualquier parte del mundo. Crédito de imagen: Wikimedia Commons

Ahora, estos escasos fragmentos existen como “símbolo de la extinción provocada por el hombre”, según Colossal Biosciences.

Beth Shapiro, paleogenetista principal de la empresa, dijo:

“El dodo es un excelente ejemplo de una especie que se extinguió porque nosotros -las personas- hicimos imposible que sobreviviera en su hábitat nativo.

Tras haberme centrado en los avances genéticos del ADN antiguo durante toda mi carrera y ser la primera en secuenciar completamente el genoma del dodo, estoy encantada de colaborar con Colossal y los habitantes de Mauricio en la desextinción del dodo y su posible repoblación.

En particular, estoy deseando desarrollar herramientas de rescate genético centradas en las aves y su conservación”.

No será una tarea fácil

La experta que lidera el proyecto de extinción del dodo, la paleogenetista Beth Shapiro (en la foto de la izquierda), advirtió que no sería fácil recrear un “animal real que vive, respira y” en la forma de un ave no voladora. Ben Lamm, cofundador y director ejecutivo de Colossal tiene razón. Crédito de imagen: Colossal Biosciences

La profesora Shapiro admitió que no será fácil recrear un “animal vivo, que respira, real” como el ave de un metro de altura.

Fue su equipo el que secuenció el genoma completo del ave por primera vez en marzo de 2022, tras años de lucha por encontrar ADN suficientemente bien conservado.

La forma de hacerlo es clonándola, el mismo método que se utilizó para crear la oveja Dolly.

Shapiro dijo:

“Pero no sabemos cómo hacerlo con las aves debido a la complejidad de sus vías reproductivas.

Así que tiene que haber otro enfoque para las aves y este es un obstáculo tecnológico realmente fundamental en la desextinción.

Hay grupos que trabajan en diferentes enfoques y no me cabe duda de que vamos a conseguirlo, pero es un obstáculo adicional para las aves que no tenemos para los mamíferos”.

Otros expertos se preguntan si la nueva creación será realmente un dodo.

Mikkel Sinding, paleogenetista de la Universidad de Copenhague, declaró a Scientific American:

“No hay nadie que le enseñe a ser un dodo. Se puede editar genómicamente algo y decir que se ha rehecho una especie, pero ¿es realmente la especie?”.

La manera en que el Dodo encontró su final es triste y total responsabilidad del humano; pero surge la pregunta: ¿es realmente una buena idea traer al Dodo de vuelta a la vida? ¿Qué nos asegura que la historia no se repetirá? El Dodo podría ser diferente ahora, pero los humanos seguimos comportándonos de la misma manera.

Fuente: Colossal Biosciences

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