Una investigación ha determinado que un grupo de hongos no son solo extraños, también pertenecen a una rama totalmente nueva del “árbol de la vida“.
Algunos de los hongos más extraños de la Tierra, entre ellos tipos de líquenes, micorrizas y simbiontes de insectos, nunca parecieron encajar del todo en nuestro actual árbol de la vida.
Pero un nuevo análisis genético ha descubierto que, a pesar de las extremas diferencias entre estos bichos raros, en realidad todos ellos pertenecen a una rama completamente nueva que se separó de otros hongos hace más de 300 millones de años.
Toby Spribille, micólogo de la University of Alberta, dijo en un comunicado:
“Me gusta pensar en ellos como el ornitorrinco y el equidna del mundo de los hongos”.
Dependen de la simbiosis
Algunos conviven con algas o cianobacterias para formar el organismo compuesto que todos conocemos como liquen. Estos hongos dependen de su socio simbiótico para recibir carbohidratos de la fotosíntesis, mientras que los hongos, a su vez, proporcionan a las algas o cianobacterias la humedad y los nutrientes del entorno.
Otros, como los miembros de una clase de espeluznantes hongos ascomicetos (Geoglossaceae), viven de forma independiente, lamiendo el aire directamente desde el suelo con sus oscuras cabezas fructíferas acanaladas.
Otras especies, como la Symbiotaphrina buchneri, viven en una relación mutuamente beneficiosa, en este caso con el escarabajo de las galletas (Stegobium paniceum), proporcionando al insecto vitaminas del grupo B a cambio de un hogar dentro del escarabajo en todas las etapas de su ciclo vital.
Y luego están los endófitos – como Xylona heveae – que viven su vida totalmente dependiente de las plantas.
Spribille explica:
“Lo realmente fascinante es que, a pesar de que estos hongos parecen tan diferentes, tienen mucho en común a nivel de sus genomas. Nadie lo vio venir”.
Genomas secuenciados de los hongos
El biólogo de la University of Alberta David Díaz-Escandón y sus colegas secuenciaron y analizaron los genomas de 30 especies diferentes de hongos procedentes de nueve países del mundo.
Los resultados sugieren que 600 especies de hongos, que antes se situaban en siete clases diferentes, deberían pertenecer todas a la misma rama evolutiva, llamada Lichinomycetes. Como la clase Lichinomycetes era el nombre más antiguo del grupo, los investigadores decidieron utilizarlo como una nueva categoría.
Díaz-Escandón dijo:
“Estaban clasificados, pero lo estaban en partes tan diferentes del lado fúngico del árbol de la vida que la gente nunca sospechó que estuvieran relacionados entre sí”.
Este nivel taxonómico de clase es equivalente a la diferencia entre nosotros y las ranas, y esta nueva clase se separó de la clase de hongos Eurotiomycetes -un grupo que incluye al Penicillium rubens, productor de antibióticos- hace 300 millones de años.
Una de las características clave que comparten los Lichinomycetes es su genoma realmente pequeño. Esto puede explicar por qué una gran proporción de ellos depende de las relaciones simbióticas con otras especies para sobrevivir, sugieren los investigadores.
Spribille dijo:
“Sus pequeños genomas significan que esta clase de hongos ha perdido gran parte de su capacidad de integrar algunos carbohidratos complejos. Cuando volvemos a mirar cada uno de estos hongos, de repente vemos que todos ellos están en una especie de simbiosis”.
Los hallazgos de la investigación han sido publicados en Current Biology.
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