La historia se ha encargado de reconocer los logros alcanzados por Emiliano Zapata, mientras luchó en contra de las injusticias sociales en México. Sobre todo en la defensa de los derechos agrarios para los campesinos, razón por la cual muchos lo llaman el “padre de la lucha agraria.“
Aunque ya ha pasado un siglo de su muerte, su pensamiento y obra está más vigente que nunca en la sociedad mexicana. Aún se le considera un héroe oficial y el mayor exponente de la revolución que comenzó en 1910. Su participación en esas luchas, le valió ser declarado un símbolo rebelde de las nuevas generaciones.
De origen campesino
Al analizar la vida de Emiliano Zapata, es fácil entender por qué defendió tanto los derechos agrarios de los campesinos. Ése era su origen, pues nació en el seno de una familia humilde dedicada a los trabajos del campo. De allí que desde muy niño se dedicara a diferentes labores en las fincas, desde peón, aparcero, ganadero y labriego.
Por desgracia sus padres mueren cuando era aún un adolescente, primero su madre y poco después su padre. En las ocasiones que el trabajo en las haciendas se hacía escaso realizaba otras actividades, una de ellas su gran pasión, los caballos.
Cuando cumplió 17 años ocurrió un incidente que marcaría su vida definitivamente y lo cambiaría para siempre. Se vio obligado a abandonar el estado de Morelos debido a un enfrentamiento con las autoridades por estar en desacuerdo con las políticas hacia los campesinos.
Comienza la defensa de las tierras
En 1906, Emiliano Zapata contaba con 27 años, su pensamiento y posición frente a los gobernantes, que desfavorecían a los campesinos, se habían radicalizado profundamente. Por eso asiste a una junta de trabajadores del campo, para trazar estrategias que les permitan defender sus tierras y hacer valer sus derechos.
Esa participación le costó mucho, porque fue obligado a cumplir con el reclutamiento militar, pero realmente al final no sería tan malo. Ser parte de los regimientos militares, le permitió forjar sus ideales y de alguna manera fue el trampolín que necesitaba para lanzarse de lleno a la revolución.
Ya para el año 1909 comenzaba a dar sus primeros pasos como líder de un gran movimiento revolucionario. Para esas fechas fue elegido como presidente de la Junta de Defensa de las tierras de Villa de Ayala – Anenecuilco – Moyotepec. En ese cargo tuvo acceso a documentos, que dejaban ver las infamias e injusticias cometidas contra los campesinos.
¡Estalla la revolución!
Convertido en el legítimo líder agrario de Morelos e impulsado por un noble deseo de justicia, toma por la fuerza las tierras que conformaban la Hacienda el Hospital. Estas acciones llevadas a cabo por Emiliano Zapata en 1910, sentarán las bases para el estallido de la revolución, que se alimentaba por el descontento nacional hacia el presidente Porfirio Díaz.
Luego de estar huyendo del gobierno por algunos meses y después de varios acontecimientos importantes dentro de la naciente revolución, Emiliano es nombrado “Jefe Supremo del Movimiento Revolucionario del Sur.” Bajo su liderazgo, la revolución se extendió por todo el país y lograron la salida del poder del presidente.
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Transformado en todo un caudillo, su desenvolvimiento en tácticas militares fue sobresaliente, así como su ingenio y carisma para ganarse el respeto de todos a su alrededor. Detrás del triunfo contra Porfirio, vendrían las diferencias con Francisco I. Madero, sobre el reconocimiento de las tierras y el desarme de la guerrilla.
Grandes logros en poco tiempo
Siempre pensando en lo mejor para su pueblo, Emiliano Zapata acepta la propuesta de Madero para desarmar su ejército de combatientes. Tristemente entre ambos hombres no hay buenos acuerdos y se profundiza el distanciamiento.
Solo que Emiliano aprovecha muy bien el tiempo y su posición para adelantar su proyecto de reforma agraria, bajo el lema: “Libertad, Justicia y Ley.” A partir de la promulgación del Proyecto Ayala, la revolución zapatista comienza a hacerle frente a los gobiernos de Madero, Huerta y Carranza, haciendo valer sus ideales.
Se alcanzaron muchos logros en poco tiempo, gracias a una gestión muy eficaz por parte de Emiliano, que reivindicaba los derechos fundamentales del trabajador agrario. Pero el gobierno y las clases sociales altas no aprobarían esas leyes. Fue así que Carranza ordenó a toda costa acabar con el líder revolucionario por medio de una trampa mortal.
Emiliano Zapata fue asesinado el 10 de abril de 1919 en una emboscada dirigida por el militar mexicano Guajardo Martínez en la Hacienda Chinameca, Morelos. Su legado permanece hasta el día de hoy y su imagen encabeza las luchas contra las injusticias sociales.
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