El último jefe sioux fue Toro Sentado, otro nativo americano que tuvo una participación importante combatiendo a los soldados estadounidenses durante el siglo XIX. Una época marcada por la ambición de los colonos norteamericanos, cuando intentaban expandir sus extensiones de tierra a expensas de los nativos.
A lo largo de su vida el jefe sioux se destacó por su valentía obteniendo victorias trascendentales en la defensa de sus territorios. Pero, como la gran mayoría de su tribu, fueron confinados a una vida precaria dentro de reservaciones lejos de sus tierras de toda la vida. Sin embargo dejó una huella imborrable en la historia.
Antes de la expansión norteamericana
Alrededor del siglo XVII las llanuras de lo que hoy se conoce como Dakota, era el hogar de varias tribus nativas. Entre ellas estaban los Lakotas y algunas familias de los sioux, quienes vivían como nómadas en esa vasta región de Estados Unidos.
La comunidad indígena basaba su economía en la cacería del bisonte y la agricultura de las tierras fértiles de la zona. Cuando llegaba el invierno se juntaban en grupos pequeños, así podían compartir mejor sus recursos para hacerle frente al crudo invierno.
Al llegar el verano las tribus se reunían en grandes grupos familiares. Se dedicaban a cazar búfalos, realizar ceremonias religiosas, fiestas, comercio y hasta resolvían sus conflictos internos. Toda la armonía que caracterizaba sus vidas, se vio entorpecida a mitad del siglo XIX debido a la enorme expansión hacia el oeste emprendida por los norteamericanos.
Comienza el conflicto
Todo el panorama cambió por completo, arruinando la tranquilidad de la vida armoniosa que llevaban las familias indígenas en el campo. Miles de colonos buscando tierras apoyados por soldados del ejército, así como exploradores de oro y ganaderos, irrumpieron en aquellas llanuras poniendo en peligro las tribus.
Este cambio drástico en la vida de los nativos, dio comienzo a un conflicto por la defensa de sus territorios amenazados por el hombre blanco. Ante la disyuntiva de mantener un enfrentamiento armado –con todas las de perder- o aceptar vivir la marginación de las reservas, las tribus aceptaron la segunda opción. No sin antes medir sus fuerzas con el ejército.
Durante varios años hubo fuertes enfrentamientos entre distintas familias indígenas contra los batallones norteamericanos. Desde 1865 hasta 1868, se libraron cruentas batallas, pero finalmente se detuvieron tras firmar sendos acuerdos que concedían –en el papel- algunas extensiones de tierra a los nativos.
La tregua llega a su fin
Lamentablemente el tratado de paz duró muy poco tiempo y en 1875 se le declaró la guerra al hombre blanco. Es en este escenario donde aparece el nativo americano Toro Sentado, el último jefe de la tribu sioux quien había nacido en 1831.
Desde 1866 era el jefe reconocido por los Lakotas y había acompañado a Nube Roja a combatir a los soldados norteamericanos en varias incursiones. Sus primeros contactos con las armas y la guerra los tuvo a los 14 años. Con el tiempo fue forjando su personalidad y actitud frente a los Estados Unidos, al ver la forma tan cruel como desposeían a su pueblo.
Por eso cuando el gobierno norteamericano les ordenó encerrarse en las reservas, Toro Sentado rechazó la orden. Se reveló junto con otros líderes tribales, entre ellos estaba Caballo Loco y a su lado lograron un triunfo que posteriormente se convertiría en la mayor derrota de los siouxs.
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El ocaso de un gran guerrero
Derrotar la séptima caballería de los Estados Unidos, sin duda fue un gran triunfo para Toro Sentado y sus guerreros aliados. Solo que también supuso el final para las tribus indígenas, porque el gobierno estadounidense no soportó tal fracaso. Ordenaron el envío de más tropas y mejor pertrechadas a cazar a los nativos hasta aniquilarlos.
Como resultado de esta acción, Toro Sentado se vio forzado a huir hacia Canadá en compañía de 200 personas. Luego de 4 años tuvo que regresar a suelo norteamericano, pues las condiciones de vida no eran las mejores para sus acompañantes y menos para él.
Al rendirse le dieron la oportunidad de vivir en la Reserva Standing Rock, pero se encontraba bajo una estricta vigilancia policial. Por algún tiempo –en esa época- acompañó a Buffalo Bill en algunas de sus presentaciones del espectáculo conocido como el Salvaje Oeste.
Era el ocaso de un gran guerrero, que aún era respetado y admirado por muchos en la reserva. Hasta que un día, hubo una reyerta en la que Toro Sentado se vio envuelto y causó mucha confusión, al punto que unos policías nativos lo asesinaron.
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