Hoy vamos a centrar nuestra mirada en uno de los pueblos más intrigantes de Sudamérica, los Muiscas. Conozcamos su historia.
Muiscas ¿Una colonia atlante perdida?
“Los españoles llamaron Muiscas a los habitantes de estas comarcas, por haberles oído pronunciar frecuentemente esta palabra, que en su idioma quiere decir persona, gente y Moscas, por la semejanza de los vocablos muisca y mosca y, además, porque decían que eran tan numerosos como las moscas”. ¿Muiscas o Chibchas? Duffo Eufrasio Bernal.
Según relatan los estudiosos, la historia de Colombia se remonta a un periodo de 18.000 años, cuando se calcula la región recibiera sus primeros asentamientos humanos. Dentro de esta línea, los Muiscas se revelan como uno de los grupos con mayor antigüedad dentro del continente sudamericano, que algunos historiadores datan desde el siglo VI d.C, prestándose la cifra a discusión.
Una primera controversia es en cuanto a su denominación real, ya que Muiscas, son también llamados Chibchas, aunque éste último término adhiere a su lingüística, según señalara el sacerdote español Fray Bernardo Lugo, quién fuera uno de los primeros estudiosos en referirse a la cuestión.
Otros historiadores sugieren así mismo los Chibchas (palabra que significa hombre del báculo, en una de sus acepciones, y también nuestros varones), fueron un extenso reino amerindio, siendo los Muiscas, una de sus etnias más sobresalientes.
En su libro El Enigma de la Atlántida, el escritor ruso Alexander Braghine, relata:
“Los conquistadores españoles se mostraron sorprendidos con el grado de civilización a a que habían llegado en su época los chibchas; estos indígenas fabricaban, en efecto, objetos de cobre y oro muy artísticos, esculpían bajorrelieves en piedra, fabricaban hermosos tejidos que decoraban con temas pintados, se servían de una moneda constituida por piezas de oro en doce meses, y celebraban su fiesta nacional el día del equinoccio de la primavera.
Braghine continúa argumentando los Chibchas tenían una religión muy compleja, que exigía sacrificios humanos, donde se adoraba al sol, y la celebración de la vida agrícola. Su sistema de gobierno incluía una teocracia despótica ‘en que los zipas (reyes), eran respetados como soberanos consagrados por la divinidad’, en ceremonias muy semejantes a las realizadas en India, y Egipto“.
En cuanto a su legislación Braghine opina los Chibchas utilizaban la ley del talión, penalizando el adulterio con la muerte, así como la traición y cobardía. El lujo tampoco se toleraba y «las sucesiones estaban reglamentadas» dentro de su código. Sin embargo una de las características más asombrosas era su escritura ideográfica, de orden muy avanzada. Braghine quién fuera un gran defensor de la tesis atlante, creía los Chibchas guardaba algún tipo de vinculación con esa tierra desaparecida, revelados tras sus enigmáticos ideogramas, donde la esvástica (cruz gamada) emergía como símbolo recurrente.
En su gran trabajo Braghine se permite ahondar en el misterio:
“Esta semejanza entre los ideogramas colombianos, y los descubiertos en otras partes del globo apoya la teoría que les atribuye a todos un origen atlántico. En las aldeas del Infiernito, de Tunja y de Ramiriki, se han encontrado monolitos que datan de la época en que la civilización sudamericana se hallaba en su apogeo, que están cubiertos de cinceladuras y esculturas muy curiosas y bien ejecutadas, pero cuyo significado se ignora por completo”.
Quién también apoya visión es el investigador norteamericano Frank Joseph, que en Atlantis and Other Lost World, menciona a Musaeus catalogado dentro de la leyenda atlante, como su quinto monarca, aunque Platón sugiere Musaeus fue en realidad hijo del mítico Orfeo, padre de la poesía griega. Joseph cree encontrar cierta vinculación entre los Muiscas y Musaeus, a través de la Atlántida, pudiendo estar ambos emparentados. Los Muiscas según este autor, pudieran ser serían supervivientes del desaparecido continente atlante.
Más allá de estas curiosidades, existe una referencia aún más misteriosa dentro del universo Muisca, el mítico Bochica.
Bochica ¿Enviado de otro mundo?
“El recuerdo de ese viejo Bochica de la larga barba, de ese predicador de piel blanca que tenían tan buen corazón, vive todavía en los valles andinos; cuando un viajero perdido en la montaña divisa de pronto en la niebla su propia silueta agrandada en proporciones gigantescas -se trata del fenómeno conocido con el nombre de espectro de Brocken– cree ver el espíritu del divino anciano que vuelve a visitar a su pueblo querido, a fin de aliviar sus desgracias presentes”. Alexander Braghine. El Enigma de la Atlántida, 1944.
Una de las cuestiones más intrigantes, y que suele repetirse en mucha de estas historias, es la existencia de misteriosos maestros de túnicas blancas, que de cuando en cuando suelen irrumpir en el universo andino.
Son muchas las leyendas que suelen testimoniar, la existencia de estos personajes. En México se suele citar a Kukulkán. Paraguay tiene a Pay Zumé, Bolivia y Perú recuerdan a Tunupa.
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Todos ellos parecen converger con los mitos del Diluvio, y la ayuda prestada por estos maestros espirituales, a los supervivientes de aquel desastre tan referenciado.
En la memoria de estos pueblos son recordados como salvadores, y re iniciadores del proceso civilizador. Los Muiscas reclaman a Bochica como su deidad principal, y cuya figura cuenta hoy día con una ascendencia muy importante, bautizado como apóstol de la creación. Es también llamado Dios del Sol.
El gran naturalista francés Alcide d’Orbigny, escribe acerca de este misterio lo siguiente:
“Hace muchos miles de años, cuando aún no existía la Luna, apareció de pronto en Colombia, procedente del Oriente, un anciano que llevaba una larga barba blanca. Tenía tres nombres Bochica, Zukha y Nemketcha. Le acompañaba una mujer muy bella que tenía igualmente, tres nombres: Chia, Huitaca y Ubeicahuara. Uno y otro montaban en camello. Chia era una seductora verdaderamente hechicera y de naturaleza perversa, en tanto que su esposo por el contrario, testimoniaba en todas las circunstancias una bondad infinita.
Cada vez que se esforzaba por hacerse útil a su pueblo, ella trataba de impedírselo. Así es como un día no titubeó en provocar una terrible inundación. Obedeciendo a su encantamiento, el río Funza salió de su lecho e inundó todo el valle de Bogotá; los chibchas perecieron en gran número, y solamente pudieron salvarse los que tuvieron tiempo de refugiarse en las alturas. Muy descontento con esa mala acción, Bochica resolvió separarse de su encantadora esposa, y la envió al cielo, donde se convirtió en la Luna. Después de lo cuál separó las rocas que cerraban el paso de Funza, y consiguió desecar el valle de Bogotá“.
El relato me recuerda a la historia del legendario Yu el Grande, uno de los primeros emperadores chinos, que es recordado como «El Señor de las Crecidas», y que se rumorea puso fin a las crecidas, «perforando cordilleras para drenar las aguas». ¿Utilización de algún tipo de tecnología antigua? Veremos en Bochica también este punto adquiere cierto paralelismo antiguo.
Retomando el relato de Alcide d’Orbigny:
“Bochica (supremo dios de la Tierra, y Patrono de los Caciques) educó a las tribus que vivían en la meseta de Bogotá; les enseñó a construir ciudades, instituyó el culto del Sol, y finalmente organizó el país designando dos jefes, uno religioso con el nombre de Zaké, y el otro civil, subordinado al primero. Según la leyenda, el primer Zaké gobernó a los chibchas durante 250 años. Cumplida su misión. Bochica se retiró a un lugar solitario llamado Iraca, donde vivió todavía dos mil años con el nombre del ermitaño Idacansas. Durante todo ese tiempo ayunaba y rogaba por su amado pueblo. El fin de Bochica fue tan misterioso como lo había sido su llegada a Colombia; desapareció de pronto. Como consecuencia hicieron de él el dios del Sol“.
Siglos después aparecería un segundo enviado divino llamado Nemketcha, que ayudaría al progreso de los Muiscas. Nemketcha (que se cree fuera mandado por Bochica), enseñó a los Muiscas a cultivar la Tierra, nociones de astronomía, predicación de una moral severa, instrucción a la clase sacerdotal e hizo se edificara un templo al Sol.
Pero el mito de Bochica no se agota. En 1992 la revista española Espacio Tiempo, publicó un intrigante trabajo acerca del patrono Muisca, Bochica el Extraterrestre Precolombino. Según los datos recogidos, los ancianos músicas relataron al investigador de ese país Jiménez de Quesada, que hace más de seis mil años en las serranías de Pasca, oriente de Santa Fe de Bogotá, aterrizó desde los confines del cielo, una casita de luz color plata batida, rodeado por un extraño fuego.
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El artefacto se detuvo a unos metros del fuego, desde donde descendió un hombre desconocido y tambaleante, que les habló en su misma lengua. El hombre de elevada estatura, de una edad calculada en sesenta años, piel blanca, ojos azules, sonrisa afable, rodeado de una túnica sin cuello, larga cabellera atada atrás con una cinta, y muy comunicativo, el ser fue bautizado por los azorados observadores como Bochica, «Supremo Dios de la Tierra y Patrono de los Caciques<, según agregarían los Muiscas más tarde.
Uno de los recuerdos más asombrosos sobre la interacción de Bochica con este pueblo, es el poder elevarse ante ellos como si levitara.
Actualmente existe una huella del misterioso visitante, plasmada en piedra arenisca localizada en el iniciático camino de Cuitiva, Departamento de Boyacá. Análisis realizados arrojan quién plasmara la misma, mediría casi dos metros.
Una de las proezas que se le atribuye a Bochica, es la creación de la maravillosa catarata de Tequendama, localizada al sur de Bogotá, ayudado dicen en su tarea, por una varilla de oro. Armado de tal prodigio, Bochica fue capaz de terraformar el árido paisaje Muisca.
Laguna de Guatavita. ¿Enclave entre los mundos?
En nuestro artículo sobre los enigmas del oro, narramos el papel de esta hermosa laguna colombiana, localizada en Cuandinamarca, e iniciadora tal vez, de la mítica leyenda sobre El Dorado.
Es interesante observar en la cosmovisión Muisca, Guatavita, estaría vinculada a un concepto repetido muchas veces en anteriores trabajos, cuando hablamos de tradición primordial y secretos subterráneos, ya que los Muiscas describen esta laguna, «como centro del universo», donde el inframundo, y el exterior, aparecen vinculados. Guatavita señalaría entonces, un sitio intermedio entre los mundos.
De ser así, y teniendo en cuenta cómo ya narramos, las ceremonias para coronar un nuevo monarca es una herencia legada por Bochica, sus verdadero origen podría no obedecer a un concepto estelar, al estilo antiguos astronautas, sino a otro oculto, y quizás más cercano, tal vez, ¿el llamado mundo subterráneo? Hasta Aquí.
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Conclusión
Los Muiscas aparecen como una civilización que deber ser puesta en urgente revalúo, ya que quizás tras sus historias mágicas, se oculte importante información que pudiera entregar pista, acerca del pasado sudamericano. Continuará.
Bibliografía
Artículos
- Forero García, Miguel Roberto. Bochica, El Extraterrestre Precolombino. En: Revista Espacio y Tiempo, 1992, Set nro 19.
Libros
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- Braghine, Alexander. El Enigma de la Atlántida. Buenos Aires: Losada, 1944.
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- Verrill, Hyat. Viejas Civilizaciones del Nuevo Mundo. Buenos Aires: Argonauta, 1947.
Escrito por: Débora Goldstern, escritora y colaboradora de CodigoOculto.com
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