Un equipo de astrónomos internacionales descubrió que si las supernovas se encontraran a una distancia de 50 años luz de la Tierra, podrían causar la extinción masiva de seres vivos.
«Hasta hace poco, nuestros colegas creían que el ‘alcance’ de las supernovas era de unos 25 años luz. Nosotros opinamos que no tuvieron en cuenta una serie de factores y que, en realidad, es de unos 50 años luz», afirmó Adrian Melott, de la Universidad de Kansas en Lawrence (EEUU).
La «mano espacial» de la evolución
En 2016, los astrónomos descubrieron los primeros signos inequívocos de que hace aproximadamente 2,6 y 8,7 millones de años, la superficie de la Tierra y otros planetas del sistema solar fueron bombardeados con rayos provenientes de supernovas relativamente cercanas a nosotros. Las huellas de estas ráfagas fueron detectadas en el espacio por el satélite ACE, así como en el fondo de los océanos de la Tierra e incluso en las muestras de rocas traídas a nuestro planeta por las expediciones del programa Apolo.
Al principio, los científicos creían que las explosiones de las estrellas tuvieron lugar a una distancia de entre 300 y 600 años luz de la Tierra. Melott y sus colegas, entre ellos el astrofísico ruso Dmitri Semikoz, de la Universidad Nacional de Investigaciones Nucleares (MEPhI), calcularon cuáles fueron las consecuencias de estas explosiones para la vida en la Tierra.
Los científicos llegaron a la conclusión de que los impactos no pudieron destruir la capa de ozono ni toda la atmósfera del planeta, pero sí que aceleraron significativamente el ritmo de la evolución y pudieron haber servido de impulso para el nacimiento de la humanidad.
En el nuevo trabajo, el equipo de Melot se vio obligado a revisar sus teorías, puesto que se descubrió que otra supernova había explotado antes, a una distancia de 150 años luz, en la constelación de Tucana. Esta pequeña distancia entre la estrella muerta y la Tierra obligó a los científicos a preguntarse si podría haber provocado una extinción en masa de animales.
Con el uso de un modelo digital de la supernova, Melott y sus colegas calcularon la proporción de luz ultravioleta, luz ordinaria y rayos cósmicos de alta energía que debían haber llegado a la Tierra como consecuencia de la explosión. Después, los científicos comprobaron si los impactos pudieron «romper» la capa de ozono y las capas inferiores de la atmósfera del planeta.
Estrella de la muerte
Sus cálculos demostraron que la reducción de la distancia entre nuestro planeta y la supernova en solo dos veces debería haber aumentado cientos o miles de veces el número de rayos cósmicos de alta energía que llegaron hasta las capas inferiores de la atmósfera terrestre. Sin embargo, el ‘acercamiento’ de este fenómeno no supuso un aumento del efecto de los rayos X ni la luz ultravioleta.
Este tipo de «bombardeo» contra la Tierra por parte de partículas pesadas, de acuerdo con los autores del artículo, debió tener como efecto la acumulación de mutaciones en el ADN de los animales y causar, además, extinciones, así como incendios masivos causados por relámpagos que provenían de los rayos cósmicos que penetraron en las capas bajas de la atmósfera.
Las huellas de este tipo de acontecimientos, según los investigadores, ya han sido detectadas en África, en las rocas formadas hace entre 2,1 y 2,6 millones de años. En aquel momento, la mayor parte de los bosques del continente desapareció debido a una serie de grandes incendios, entre otras causas. Además, muchas especies de grandes animales desaparecieron o fueron sustituidos por especies con una corta vida, menos susceptibles a sufrir cánceres y mutaciones.
La inusualmente alta potencia de los rayos cósmicos en la atmósfera, de acuerdo con Melott, se traduce en un aumento del «radio de daño» de las supernovas. Según el investigador, las explosiones de supernovas son capaces de destruir la vida dentro de un radio de 50 años luz y no de 10 o 25 años luz, como se pensaba anteriormente.
Los astrónomos, sin embargo, aseguran que la Tierra no se ve amenazada por explosiones de supernovas a estas distancias. No obstante, este hecho debe tomarse en consideración en las discusiones sobre el posible impacto de este tipo de estrellas “muertas” en la evolución de la vida en nuestro planeta y su posible extinción en el pasado.
El artículo ha sido publicado en arXiv.
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