Científicos del Jet Propulsion Laboratory de NASA han rastreado recientemente dos objetos cercanos a la Tierra. La observación ha revelado nuevos datos sobre sus características, junto con información útil en el esfuerzo por defenderse de las amenazas que suponen para la Tierra los pasos cercanos de asteroides potencialmente peligrosos.
Pero eso no es todo lo que los científicos dicen haber aprendido durante los recientes sobrevuelos cercanos. Nuevas imágenes publicadas esta semana revelaron que uno de los asteroides no viajaba solo, sino acompañado de otro objeto.
Historia de dos asteroides
Los astrónomos detectaron por primera vez la pareja de objetos cercanos a la Tierra a finales de junio. Uno de ellos, un asteroide denominado 2011 UL21, pasó junto a la Tierra a una distancia inocua de unos 6.2 millones de kilómetros, aproximadamente 17 veces la distancia entre la Tierra y la Luna. Sin embargo, el otro asteroide, 2024 MK, se acercó a tan sólo 296.119 kilómetros de la Tierra en su distancia más cercana.
El asteroide 2011 UL21 fue observado inicialmente en 2011 por el Catalina Sky Survey, aunque su reciente paso fue la primera vez que se acercaba lo suficiente a la Tierra como para obtener imágenes de radar. Con la ayuda del Goldstone Solar System Radar de la Deep Space Network, el equipo del JPL de la NASA pudo captar imágenes de 2011 UL21, revelando un impresionante trozo de roca espacial de casi un kilómetro y medio de ancho.
Sin embargo, para sorpresa del equipo del JPL, un examen más detallado de las imágenes de radio también reveló algo más. A casi tres kilómetros de distancia del 2011 UL21, otro objeto más pequeño parecía estar “siguiéndolo”.
Lance Benner, científico principal del JPL, dijo que aunque este descubrimiento fue sorprendente, no es raro encontrar objetos secundarios orbitando asteroides.
“Se cree que alrededor de dos tercios de los asteroides de este tamaño son sistemas binarios. Su descubrimiento es especialmente importante porque podemos utilizar mediciones de sus posiciones relativas para estimar sus órbitas, masas y densidades mutuas, que proporcionan información clave sobre cómo pueden haberse formado”.
En otras palabras, 2011 UL21 parece tener su propia luna.
Moonlets misteriosos
Los moonlets son pequeños satélites naturales que se encuentran ocasionalmente orbitando planetas, estrellas o, en el caso de 2011 UL21, incluso asteroides. También conocidos como lunas menores o satélites menores, ya en la década de 1950 se propuso la existencia de moonlets en la atmósfera terrestre en respuesta a las primeras observaciones de astrónomos de objetos espaciales que parecían orbitar la Tierra antes de la colocación de satélites artificiales en el espacio por parte de EE. UU. o la Unión Soviética.
En marzo de 1961, un informe de la Advanced Research Projects Agency (antiguo nombre de DARPA) titulado “DOPLOC Observations of Reflection Cross Sections of Satellites” detallaba catorce reflexiones de objetos satelitales no identificados que se habían detectado en aquella época, algunos de los cuales podrían haber sido pequeños asteroides u otros objetos que orbitaban temporalmente alrededor de la Tierra.
En 1995, cuando la Tierra atravesaba el plano de anillos de Saturno, el telescopio espacial Hubble y el Observatorio Europeo Austral captaron con éxito imágenes de objetos que orbitaban cerca del anillo F del planeta, lo que confirmó las sospechas que se tenían desde hacía tiempo sobre la presencia de lunas en la estructura de anillos de Saturno.
Encuentro cercano con el asteroide 2024 MK
Dos días después de la observación de 2011 UL21 y su luneta, el 29 de junio, el equipo del JPL avistó el asteroide 2024 MK, que se acercó hasta 296.119 kilómetros de la Tierra.
Más pequeño en comparación con 2011 UL21, con sólo 152 metros de ancho, las imágenes del asteroide revelaron un aspecto alargado y anguloso, con regiones planas y redondeadas reveladas por el método de observación biestática del radar Goldstone, en el que las ondas de radio se transmiten desde una antena, y la recepción de la señal con otra. Este método permitió al equipo captar imágenes detalladas de la superficie de 2024 MK, revelando crestas, concavidades e incluso rocas de 9 metros de ancho en su superficie.
Sin embargo, el acercamiento de 2024 MK, detectado inicialmente el 16 de junio con el Asteroid Terrestrial-impact Last Alert System (ATLAS), supuso una mayor preocupación en cuanto a la defensa planetaria, aunque la distancia de 296.119 kilómetros seguía situando al asteroide a una distancia relativamente segura de la Tierra. Durante su mayor aproximación, 2024 MK se acercó lo suficiente como para que su órbita se viera influida por la gravedad de la Tierra, acortando su periodo orbital alrededor del Sol en unos 24 días.
Potencialmente peligroso, pero una buena oportunidad
Sin embargo, la proximidad del asteroide tuvo algunas ventajas, como permitir a los astrónomos estudiar en detalle sus propiedades físicas.
Benner declaró esta semana:
“Esta fue una oportunidad extraordinaria para investigar las propiedades físicas y obtener imágenes detalladas de un asteroide cercano a la Tierra”.
Cada uno de estos asteroides está clasificado técnicamente como objetos cercanos a la Tierra potencialmente peligrosos. Afortunadamente, los cálculos actuales muestran escasas posibilidades de que alguno de ellos llegue a suponer una amenaza para la Tierra, al menos por ahora y en un futuro previsible. El estudio de los acercamientos de objetos como éstos brinda a los científicos la oportunidad de estar mejor equipados para predecir y mitigar los riesgos que plantean otros asteroides que puedan acercarse a nuestro planeta.
Además, los hallazgos de Benner y el equipo del JPL subrayan el papel fundamental de la tecnología de radar avanzada y el uso de la IA para reforzar nuestros sistemas de defensa planetaria. Ofrecen nuevos conocimientos sobre la composición y formación de los objetos cercanos a la Tierra y mejoran nuestras posibilidades de proteger nuestro planeta de posibles impactos en las próximas décadas.
[FT: NASA]
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