Las lunas heladas de Saturno y Júpiter lanzan al espacio enormes géiseres que podrían contener indicios de vida. Una nueva investigación muestra que la NASA sólo necesita coger unos pocos granos de hielo de estos penachos para averiguarlo con seguridad.
Las naves espaciales que vuelan a través de los penachos de hielo en el espacio podrían ayudar a los científicos a detectar vida extraterrestre, aunque sólo se trate de minúsculos fragmentos de una célula en unos pocos granos de hielo, según han revelado por primera vez experimentos de laboratorio.
Si hay vida extraterrestre en Encélado, luna de Saturno, o en Europa, de Júpiter, los enormes géiseres que salen de las lunas hacia el espacio son actualmente la forma más accesible de encontrar pruebas de ello. Como han demostrado estudios recientes de Encélado, estos potentes penachos se originan en el vasto océano subsuperficial de cada luna y salen al espacio a través de grietas en su caparazón helado, transportando granos de hielo que, según los científicos, podrían contener células bacterianas y otras moléculas orgánicas. Las naves espaciales que vuelan a través de estos penachos pueden identificar señales de vida incrustadas en el hielo, según muestra la nueva investigación.
Fabian Klenner, investigador de la University of Washington en Seattle y autor principal del nuevo estudio, dijo en un comunicado:
“Es asombroso lo bien que podemos identificar una célula bacteriana en estos granos. Aunque sólo haya una pequeña fracción en un puñado de granos, podemos encontrarla con estos instrumentos”.
Tomando muestras y analizando los penachos de Encélado y quizá de Europa, los científicos pueden saber si existen moléculas aptas para la vida en sus océanos subsuperficiales. Pero de los cientos de miles de granos de hielo lanzados al espacio por estas lunas heladas, es posible que las células bacterianas sólo se concentren en un número ínfimo de ellos.
Células en el hielo
Para simular esta situación en un laboratorio, Klenner y su equipo mezclaron células de bacterias liofilizadas denominadas Sphingopyxis alaskensis en agua líquida, de modo que hubiera una célula bacteriana en cada gota, por término medio. La S. alaskensis, común en las aguas marinas de Alaska, vive en ambientes fríos y puede sobrevivir con pocos nutrientes, “lo que la convierte en un análogo mejor que muchos otros organismos que conocemos de la Tierra”, explicó Klenner.
Klenner dijo en un comunicado:
“Son extremadamente pequeños, por lo que en teoría son capaces de encajar en los granos de hielo que se desprenden de un mundo oceánico como Encélado o Europa”.
En el experimento, descrito en un estudio publicado el viernes 22 de marzo en la revista Science Advances, los investigadores utilizaron un tubo muy fino para inyectar esta agua en una pequeña cámara de vacío. Las gotas de agua tenían 15 micrómetros de diámetro, “que es un poco más grande que los granos de hielo en el espacio, pero sigue siendo extremadamente pequeño”, dijo Klenner.
A continuación, un rayo láser cargó las gotas de agua y las bacterias que contenían. Mediante espectroscopia de masas -una técnica que las naves espaciales son capaces de realizar-, los investigadores recogieron los espectros de las partículas, una medida de las diferentes longitudes de onda de la luz emitida por las partículas, que puede revelar su composición. Encontraron abundantes aminoácidos y ácidos grasos, entre otras señales que apuntaban claramente a una célula bacteriana, que sabían que ya estaba en la muestra de agua.
Los resultados muestran que incluso si sólo el 1% de una célula está incrustada en un diminuto grano de hielo, su firma química será evidente.
Esta vista en corte de la luna de Saturno “Encélado” es una representación artística de la posible actividad hidrotermal que puede estar teniendo lugar en y bajo el fondo marino del océano subsuperficial de la luna, basada en los resultados publicados de la misión Cassini de la NASA.
Klenner dijo en el comunicado:
“Nuestros resultados nos dan más confianza en que, utilizando los próximos instrumentos, podremos detectar formas de vida similares a las de la Tierra, que cada vez creemos más que podrían estar presentes en lunas con océanos”.
Klenner dijo en un comunicado:
“En una misión de tres o cuatro años de duración, por ejemplo, las naves espaciales pueden tomar muestras de cientos de miles de granos, si no miles de millones, a lo largo de múltiples sobrevuelos de un objetivo. Incluso si unos pocos de esos granos revelaran un espectro similar al hallado por los investigadores, “no habría muchas probabilidades de que se tratara de una célula bacteriana o de un fragmento de célula.
Lo genial es que sólo necesitas encontrar una célula en, digamos, un puñado de estos granos, y estos instrumentos pueden decirte si hay una célula bacteriana”.
Klenner dijo en un comunicado:
“El analizador de polvo a bordo de la nave espacial Cassini de NASA, que en 2005 descubrió los penachos que se venteaban desde la luna Encélado de Saturno, sólo podía registrar entre 30 y 300 partículas en cada sobrevuelo. Por tanto, la sonda “no era capaz de encontrar células bacterianas si es que estaban allí”.
Otra misión de la NASA llamada Europa Clipper, que tiene previsto despegar en octubre para estudiar Europa, la luna helada de Júpiter, puede tomar muestras de entre 10.000 y 100.000 granos de hielo en cada sobrevuelo, lo que aumenta las posibilidades de detectar células bacterianas, si es que existen en la luna.
Con este tipo de instrumentos, “podría ser más fácil de lo que pensábamos encontrar vida, o rastros de ella, en las lunas heladas”, afirma en el comunicado Frank Postberg, coautor del estudio y profesor de Ciencias Planetarias de la Free University de Berlín.
Postberg dijo en un comunicado:
“Si la vida está presente allí, por supuesto, y le importa estar encerrada en granos de hielo procedentes de un entorno como un depósito de agua subsuperficial”.
Los hallazgos de la investigación han sido publicados en Science Advances.
Fuente: eurekalert
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