En nuestra vida, lo único que es totalmente seguro es nuestra muerte, por esa razón, muchos expertos han estudiado ¿A dónde vamos después de fallecer?
Debemos tener en cuenta que la muerte no es más que la separación de nuestro cuerpo físico, pero nuestro espíritu continúa existiendo.
Por lo tanto, nuestra individualidad también continúa existiendo aún después de la muerte. Cada persona mantiene su forma de ser, sus pensamientos, sus creencias e ideologías. Inclusive lo más mundano, como nuestros gustos en la comida sigue siendo parte de nosotros.
El cuerpo físico solamente es materia orgánica que, una vez cumple su función, vuelve a ser uno con la Tierra.
Nuestra mente, por otro lado, viaja a un plano existencial que va más allá de la terrestre, la cual es imposible de percibir cuando estamos vivos, pero que existe y se nos muestra una vez nos separamos de nuestro cuerpo terrenal.
Gracias al Perispírito, un líquido semi material que segrega nuestro nuevo cuerpo espiritual, podremos interactuar con este nuevo entorno, creando nuevas sensaciones relacionadas con él.
¿Pero dónde está este lugar? ¿Cómo se accede a él?
Las 7 capas espirituales
Nuestro universo está compuesto por capas existenciales las cuales funcionan como «niveles» de espiritualidad. Los expertos hacen un símil con las capas atmosféricas, la diferencia es que en este caso, existen 7 capaz espirituales:
Primera capa
Está ubicada en nuestra superficie y en ella viven tanto vivos y fallecidos, cada uno en su propio mundo.
Esta especie de «faja umbralina», a la que los expertos le llaman «Umbral Grueso» debido a la carga emocional que existe en la población espiritual. Podría decirse que se trata de una especie de purgatorio.
La mayoría de los espíritus, invisibles para aquellos que aún están en su vida terrenal, suelen lavar sus cargas emocionales, su sufrimiento, su maldad, transmitiéndolo a los que aún están vivos, afectando su vida directamente.
Segunda capa
Podría ser, incluso, más complicada que la primera capa, ya que se encuentran «instituciones» de asistencia para todos aquellos espíritus que sufren deambulando en grandes masas llenas de sufrimiento y en busca de auxilio.
Tercera capa
Se define como la frontera entre el mundo terrenal y el espiritual. A diferencia de los otros dos, su ambiente es mucho más calmo y sereno y los espíritus que la habitan ya poseen una calidad de vida superior.
Sin embargo, esto no evita que, entre su población, existan grupos de espíritus que sufren al igual que los mencionados en las esferas uno y dos.
Cuarta capa
Es, posiblemente, de la que menos detalles existen. Las referencias más importantes que se tienen sobre esta fase es que es una especie de «lugar feliz», donde los espíritus se dedican a una actividad. En este caso, a la cultura y la ciencia.
Quinta capa
En esta región, de acuerdo a los expertos, es donde los espíritus pueden convivir en un amor fraternal universal. Pueden amar y ser amados sin prejuicios ni miedos.
Sexta capa
En ella habitan, posiblemente, los espíritus más importantes. Aquellos que se encargan de crear las normas que rigen al planeta.
Séptima capa
También conocida como la capa del infinito, ya que desde ella se puede observar al mundo terrenal en todo su esplendor, desde una perspectiva geográfica elevada. En esta capa, habitan los espíritus que superaron cada una de las etapas terrestres, convirtiéndose en seres del universo.
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A donde vamos cuando morimos
Para poder explicar bien como se accede a cada una de las etapas nombradas anteriormente, debemos saber a dónde va nuestra mente cuando fallecemos.
Esta asciende a un nivel de consciencia que concuerda con nuestro nivel evolutivo. Es decir, si una persona llevó una vida llena de conflictos, al momento de fallecer, será separado de aquellos que llevaron una vida armoniosa y libre de problemas.
Los espíritus también son asignados de acuerdo a sus gustos, agrupándose con otros que tienen sus mismas aficiones, deseos, ideologías y más. De esta forma, cada uno estará rodeado con semejantes, creando las comunidades que poblarán las diferentes capas espirituales.
Sabiendo esta información, podemos decir que al momento de morir, no iremos a un cielo a vivir en el paraíso o a un infierno a ser torturados por la eternidad. Sin embargo, esto no quiere decir que nuestras acciones en vida no afecten nuestro descanso eterno.
Referencias: Oculto.eu
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Muy interesante