La vida primitiva hizo más habitable una Tierra inhóspita, y los extraterrestres podrían estar haciendo lo mismo en sus mundos, según propone una nueva investigación. Es decir, los planetas duros podrían convertirse en “paraísos”, gracias a la vida extraterrestre.
Una vez que la vida se afianza en un planeta, aunque sea mínimamente, puede tener el poder de transformar ese mundo, obligándonos a ampliar nuestra definición de “habitable”, según sugiere una nueva investigación.
No sabemos realmente dónde puede surgir la vida. Sólo tenemos un ejemplo de planeta que alberga vida, la Tierra, que empezó a ser interesante quizá sólo unos cientos de millones de años después de formarse. Sabemos que la vida en la Tierra requiere un determinado conjunto de elementos para llevar a cabo su compleja cadena de producción de energía, que necesita agua líquida como solución y que sólo puede existir en un rango relativamente estrecho de temperaturas y presiones atmosféricas.
En la búsqueda de vida fuera de la Tierra, los astrónomos suelen centrarse en un área denominada zona habitable, una franja de órbitas alrededor de una estrella en la que potencialmente puede existir agua líquida en la superficie de un planeta. Si un planeta está más cerca de la estrella, el agua se evaporará por el calor; si está más lejos de la estrella, el agua se congelará y se convertirá en hielo. Ninguna de estas condiciones es buena para la vida tal y como la conocemos.
Pero la zona habitable es sólo una guía aproximada, no una garantía. Tanto Marte como Venus se encuentran dentro de la zona habitable de nuestro sol, y esos planetas no están habitados. Por otra parte, la nueva investigación, publicada en el servidor de preimpresiones arXiv.org, sugiere que nuestra definición actual de zona habitable puede ser demasiado estrecha porque no incluye cómo influye la vida en un mundo.
Un mundo cambiante
La Tierra sería completamente diferente si no fuera por la vida. El ejemplo clásico son las abundantes cantidades de oxígeno en la atmósfera de nuestro planeta. El oxígeno es un elemento muy común en todo el cosmos, y la Tierra nació con una gran cantidad de él. Pero la mayor parte de ese oxígeno está ligado en forma de dióxido de silicio: las rocas. El oxígeno gaseoso no puede sobrevivir mucho tiempo en la atmósfera, porque la radiación ultravioleta del Sol lo descompone.
Pero el proceso de fotosíntesis libera gas oxígeno como subproducto. De hecho, la vida primitiva produjo tanto oxígeno que casi se envenenó a sí misma en un incidente conocido como el Gran Evento de Oxidación. Fue necesaria la evolución de criaturas que respiran oxígeno para volver a equilibrar el ecosistema.
En cualquier caso, sería increíblemente difícil que la Tierra mantuviera tanto oxígeno atmosférico si no fuera por los constantes esfuerzos de la vida.
Esta línea de pensamiento puede extenderse a muchas otras propiedades de la atmósfera terrestre. Los seres vivos también emiten grandes cantidades de metano, un gas de efecto invernadero que contribuye a mantener caliente nuestro planeta. Las inmensas copas de los bosques modifican la cantidad de luz solar reflejada en la superficie, lo que también afecta a la temperatura de nuestro mundo. Incluso la producción de diversos subproductos gaseosos de criaturas grandes y pequeñas es capaz de alterar la presión atmosférica de nuestro planeta.
La zona habitable de Gaia
Una forma de ver todos estos cambios es que, una vez que la vida se inicia en un planeta, realmente no quiere irse. Así que se dedica (sin pensar, por supuesto) a alterar la química y la física básicas del planeta para crear un entorno más adecuado. Este planeta alterado por la vida se convierte entonces en mucho más habitable de lo que era antes.
Este es el caso de la Tierra. Los primeros indicios de vida en el registro fósil indican que la vida pudo surgir cuando nuestro planeta aún estaba parcialmente fundido. Debió de ser un lugar muy poco acogedor, pero miles de millones de años después, es bastante estupendo (a menos que sigamos arruinándolo todo con el cambio climático provocado por el hombre).
Los autores del nuevo artículo imaginaron un mundo en el límite de la zona habitable, casi demasiado frío o casi demasiado caliente. Pero si la vida consiguiera empezar allí, tendría la oportunidad de mejorar la composición del planeta, quizá aumentando o disminuyendo la presión atmosférica o la temperatura, o creando nichos subterráneos donde la vida pudiera prosperar.
Por tanto, debemos replantearnos la definición tradicional de zona habitable. Los investigadores proponen una nueva: la zona habitable gaiana (de Gaia, la personificación mitológica griega de la Tierra). Esta zona sería más amplia de lo que actualmente consideramos adecuado para la vida, porque la propia vida es capaz de cambiar los límites de lo adecuado.
Los investigadores sostienen que deberíamos emplear estas definiciones más amplias de la zona habitable a la hora de seleccionar futuros objetivos de exploración. Si la zona habitable es demasiado estrecha, podríamos pasar por alto indicios de vida, simplemente porque estamos buscando en el lugar equivocado. Sea como fuere, en la búsqueda de vida extraterrestre debemos mantener la mente.
Los hallazgos de la investigación han sido publicados en el servidor de pre-impresión arXiv.org.
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