Un nuevo mapa probabilístico del universo que rodea a la Vía Láctea revela que es posible que nuestra galaxia forme parte de una “cuenca de atracción” aún mayor de lo que suponíamos.
La región del universo en la que vivimos puede ser mucho mayor de lo que pensábamos. Un nuevo estudio revela que el supercúmulo intergaláctico que alberga la Vía Láctea puede formar parte de una “cuenca de atracción” aún mayor, hasta 10 veces mayor que la que actualmente consideramos nuestro hogar.
El Universo está lleno de basins of attraction (BOAs) o “cuencas de atracción” (en español), regiones en las que todo es atraído por la gravedad de un objeto masivo. Los BOA pueden apilarse unos dentro de otros como muñecas anidadas. Por ejemplo, la Luna gira alrededor de la Tierra, que a su vez orbita alrededor del Sol junto con el resto del sistema solar, que a su vez gira en espiral alrededor del agujero negro supermasivo situado en el corazón de nuestra galaxia.
Pero la historia no acaba ahí. La siguiente capa del BOA doll es el Grupo Local, que incluye la Vía Láctea, la Galaxia de Andrómeda y la Galaxia del Triángulo, junto con sus galaxias satélites más pequeñas, como las Nubes Grande y Pequeña de Magallanes. Después, las siguientes capas son el Cúmulo de Virgo, que alberga unas 2.000 galaxias, y el Supercúmulo de Virgo, de mayor tamaño. La última capa conocida es Laniākea (que significa “cielo inmenso” en hawaiano), un supercúmulo descubierto en 2014 que alberga unas 100.000 galaxias y se extiende a lo largo de unos 500 millones de años luz.
Nuevo mapa probabilístico en 3D
Pero en el nuevo estudio, publicado el 27 de septiembre en la revista Nature Astronomy, los investigadores analizaron los movimientos relativos de más de 56.000 galaxias para crear un mapa “probabilístico” en 3D de todas las BOA que rodean la Vía Láctea. Esto reveló que hay bastantes posibilidades de que nuestra galaxia natal forme parte de un BOA aún mayor -la Concentración de Shapley- que tiene un volumen hasta 10 veces mayor que Laniākea. (Los científicos ya sabían que la Concentración de Shapley existía, pero antes no creían que afectara a la Vía Láctea).
Noam Libeskind, cosmólogo del Leibniz Institute for Astrophysics Potsdam, dijo en un comunicado:
“Tal vez no sea sorprendente que cuanto más nos adentramos en el cosmos, nos encontramos con que nuestro supercúmulo de origen está más conectado y es más extenso de lo que pensábamos.
Descubrir que hay muchas posibilidades de que formemos parte de una estructura mucho mayor es emocionante”.
Por el momento, los investigadores -la mayoría de los cuales participaron en el descubrimiento de Laniākea- creen que hay un 60% de posibilidades de que la Vía Láctea resida en la Concentración de Shapley. La incertidumbre se debe en gran medida a los elevados índices de error en la medición de las velocidades de galaxias lejanas, así como a la presencia de materia oscura entre las galaxias, que puede ejercer efectos gravitatorios masivos en grandes regiones del espacio sin ser visible.
De ser ciertos, los nuevos hallazgos también podrían significar que la Vía Láctea no forma parte de Laniākea y que el supercúmulo celeste podría ni siquiera existir. En su lugar, podría ser sólo una sección exterior de la Concentración de Shapley, escribieron los investigadores en el comunicado.
El mapa muestra docenas de objetos repartidos en miles de millones de años-luz alrededor de la Concentración de Shapley, como la Pared del Polo Sur, el Vacío de Boötes y el Supercúmulo Perseo-Piscis. El mayor BOA del mapa es la Gran Muralla Sloan, que se extiende a lo largo de unos 1.400 millones de años-luz.
Aunque el nuevo mapa nos ayuda a determinar mejor nuestro lugar en el Universo, también plantea la posibilidad de que nos estemos perdiendo aún más información, escriben los investigadores.
Ehsan Kourkchi, coautor del estudio y astrónomo de la University of Hawaii, dijo en un comunicado:
“Este descubrimiento plantea un reto: nuestros estudios cósmicos pueden no ser aún lo suficientemente grandes como para cartografiar toda la extensión de estas inmensas cuencas.
Todavía estamos mirando a través de ojos gigantes, pero incluso estos ojos pueden no ser lo suficientemente grandes como para captar la imagen completa de nuestro universo”.
Los hallazgos de la investigación han sido publicados en la revista Nature.
[FT: LIAP]
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