Se ha dado a conocer en un reciente estudio publicado en Nature un hallazgo del Telescopio Espacial Hubble. Se trata de la observación de un “escudo protector” que cubre un par de galaxias enanas.
Durante miles de millones de años, las mayores galaxias satélite de la Vía Láctea -las Nubes de Magallanes Grande y Pequeña- han seguido un peligroso viaje. Orbitando entre sí mientras son atraídas hacia nuestra galaxia, han comenzado a deshacerse, dejando tras de sí rastros de desechos gaseosos. Y, sin embargo, para desconcierto de los astrónomos, estas galaxias enanas permanecen intactas, con una vigorosa formación estelar.
Dhanesh Krishnarao, profesor asistente del Colorado College, dijo en un comunicado:
“Mucha gente se esforzaba por explicar cómo podían estar ahí estas corrientes de material. Si este gas fue eliminado de estas galaxias, ¿cómo siguen formando estrellas?”.
Con la ayuda de los datos del Telescopio Espacial Hubble de la NASA y de un satélite retirado llamado Far Ultraviolet Spectroscopic Explorer (FUSE), un equipo de astrónomos dirigido por Krishnarao ha encontrado por fin la respuesta: el sistema de Magallanes está rodeado por una corona, un escudo protector de gas caliente sobrecargado. Esta corona envuelve a las dos galaxias, impidiendo que sus reservas de gas sean absorbidas por la Vía Láctea, y permitiéndoles así seguir formando nuevas estrellas.
Este descubrimiento, que acaba de publicarse en Nature, aborda un aspecto novedoso de la evolución de las galaxias.
Andrew Fox, del Space Telescope Science Institute de Baltimore (Maryland), dijo en un comunicado:
“Las galaxias se envuelven en capullos gaseosos que actúan como escudos defensivos contra otras galaxias”.
Los astrónomos predijeron la existencia de la corona hace varios años.
Elena D’Onghia, coinvestigadora de la University of Wisconsin–Madison, dijo en un comunicado:
“Descubrimos que si incluíamos una corona en las simulaciones de la caída de las Nubes de Magallanes sobre la Vía Láctea, podíamos explicar por primera vez la masa de gas extraída. Sabíamos que la Gran Nube de Magallanes debería ser lo suficientemente masiva como para tener una corona”.
Pero aunque la corona se extiende a más de 100.000 años luz de las nubes de Magallanes y cubre una enorme porción del cielo austral, es efectivamente invisible. Para cartografiarla ha sido necesario examinar 30 años de datos archivados en busca de mediciones adecuadas.
Los investigadores creen que la corona de una galaxia es un remanente de la nube primordial de gas que colapsó para formar la galaxia hace miles de millones de años. Aunque se han observado coronas alrededor de galaxias enanas más lejanas, los astrónomos nunca antes habían podido sondear una con tanto detalle como ésta.
Krishnarao explica:
“Hay muchas predicciones de simulaciones por ordenador sobre el aspecto que deberían tener, y cómo deberían interactuar durante miles de millones de años, pero desde el punto de vista de la observación no podemos comprobar la mayoría de ellas porque las galaxias enanas suelen ser demasiado difíciles de detectar”.
Dado que están justo en nuestra puerta, las Nubes de Magallanes ofrecen una oportunidad ideal para estudiar cómo interactúan y evolucionan las galaxias enanas.
En busca de pruebas directas de la Corona de Magallanes, el equipo peinó los archivos del Hubble y de FUSE en busca de observaciones ultravioletas de cuásares situados a miles de millones de años luz detrás de ella. Los cuásares son los núcleos extremadamente brillantes de las galaxias que albergan enormes agujeros negros activos. El equipo pensó que, aunque la corona sería demasiado tenue para verla por sí sola, debería ser visible como una especie de niebla que oscurece y absorbe los distintos patrones de luz brillante de los cuásares del fondo. Las observaciones del Hubble de los cuásares se utilizaron en el pasado para cartografiar la corona que rodea a la galaxia de Andrómeda.
Al analizar los patrones de luz ultravioleta de 28 cuásares, el equipo pudo detectar y caracterizar el material que rodea la Gran Nube de Magallanes y confirmar que la corona existe. Tal y como se predijo, los espectros de los cuásares llevan impresas las distintas firmas de carbono, oxígeno y silicio que componen el halo de plasma caliente que rodea la galaxia.
La capacidad de detectar la corona requirió espectros ultravioletas extremadamente detallados.
Krishnarao explicó:
“La resolución del Hubble y de FUSE fue crucial para este estudio. El gas de la corona es tan difuso que apenas aparece”.
Además, está mezclado con otros gases, incluidos los flujos extraídos de las Nubes de Magallanes y el material procedente de la Vía Láctea.
Al cartografiar los resultados, el equipo también descubrió que la cantidad de gas disminuye con la distancia al centro de la Gran Nube de Magallanes.
Krishnarao dijo:
“Es una firma reveladora perfecta de que esta corona está realmente ahí. Realmente está envolviendo la galaxia y protegiéndola”.
¿Cómo puede un manto de gas tan fino proteger una galaxia de la destrucción?
Krishnarao dijo:
“Cualquier cosa que intente pasar a la galaxia tiene que atravesar primero este material, para que pueda absorber parte de ese impacto. Además, la corona es el primer material que se puede extraer. Al ceder un poco de la corona, estás protegiendo el gas que está dentro de la propia galaxia y que puede formar nuevas estrellas.”
Los hallazgos de la investigación han sido publicados en la revista Nature.
Gracias por leernos. Te invitamos a seguirnos en nuestra Página de Facebook, para estar al tanto de todas las noticias que publicamos a diario aquí en codigooculto.com. También puedes unirte a nuestro Grupo oficial de Facebook, y a nuestra comunidad en Telegram.
0 comentarios