En un descubrimiento que ha generado múltiples preguntas, un equipo de investigadores ha determinado que el mayor cráter de la Luna es mucho más grande y circular de lo que se pensaba.
La Luna lleva su historia en la piel. El único satélite natural permanente de la Tierra tiene marcas y cicatrices de miles de millones de años de cráteres, un registro de bombardeos constantes.
La mayor y más antigua de estas cicatrices es un cráter monstruoso, uno de los mayores, no sólo de la Luna, sino de todo el Sistema Solar. La cuenca Aitken del Polo Sur cubre casi una cuarta parte de la superficie de la Luna, con un diámetro de unos 2.500 kilómetros.
No es fácil estudiar la cuenca Aitken. Tiene más de 4.000 millones de años y es enorme; además, el tiempo y los impactos posteriores han hecho mucho por oscurecerla.
Cuenta Aitken es más grande de lo que pensábamos
Pero una nueva investigación sugiere que el antiguo y gigantesco cráter podría no haberse formado como pensábamos, y podría ser mucho mayor de lo que sugieren estudios anteriores, un descubrimiento que tiene implicaciones interesantes para futuras misiones lunares a la cuenca.
Hannes Bernhardt, geólogo de la University of Maryland, dijo en un comunicado:
“Es difícil estudiar la cuenca del Polo Sur-Aitken de forma holística debido a su enorme tamaño, por lo que los científicos todavía están tratando de conocer su forma y tamaño.
Nuestro trabajo desafía muchas ideas existentes sobre cómo se produjo este impacto masivo y cómo se distribuyeron los materiales, pero ahora estamos un paso más cerca de comprender mejor la historia temprana de la Luna y su evolución en el tiempo”.
Trabajos anteriores sobre la cuenca Polo Sur-Aitken concluyeron que el impacto se produjo por una colisión oblicua con un objeto de gran tamaño, dejando tras de sí un cráter con forma más ovalada que circular. Según este modelo, los escombros habrían salpicado predominantemente en una dirección, alejándose del polo sur lunar.
Bernhardt y sus colegas querían investigar cómo se desarrolló este impacto estudiando las características geológicas de la superficie lunar actual. El Lunar Reconnaissance Orbiter de la NASA lleva desde 2009 dando vueltas alrededor de la Luna, cartografiando su superficie y recopilando una gran cantidad de datos geológicos lunares.
Investigación se centró en los posibles restos del impacto
La investigación se centró en más de 200 rasgos montañosos dispersos por las afueras de la cuenca que el equipo pensó que podían ser restos del borde del cráter. Sin embargo, una vez finalizada la catalogación y la cartografía, la forma de estos accidentes era mucho más circular de lo que los investigadores esperaban.
Los impactos arrancan materiales de las profundidades de la corteza lunar y los esparcen por la superficie. Debido a que la Luna no experimenta la erosión de los procesos geológicos o atmosféricos que oscurecen las pruebas de impacto aquí en la Tierra, esos materiales todavía deberían estar allí.
Bernhardt dijo:
“Una forma más redondeada y circular indica que un objeto golpeó la superficie de la Luna en un ángulo más vertical, posiblemente similar a dejar caer una roca directamente sobre el suelo.
Este impacto circular implica que los restos del impacto están distribuidos a su alrededor de forma más equitativa de lo que se pensaba en un principio, lo que significa que los astronautas de Artemis o los robots de la región del polo sur podrían estudiar de cerca rocas de las profundidades del manto o la corteza lunar, materiales a los que normalmente nos resulta imposible acceder.”
Estos materiales podrían ayudarnos a comprender mejor cómo se formó la Luna, un proceso rodeado de misterio y sobre el que se especula mucho.
La principal explicación actual es que el satélite de la Tierra es un trozo de planeta que se desprendió durante un gigantesco impacto en los inicios del Sistema Solar, pero existen otras alternativas, como la fusión a partir de una nube de escombros o la captura gravitatoria.
Un ángulo de aproximación más vertical del impactador podría explicar otras extrañas características de la cuenca. Por ejemplo, las mediciones de la gravedad de la Luna alrededor de la región sugieren que, bajo el cráter gigante, la corteza lunar tiene una densidad mucho mayor que la de sus alrededores. Una posible explicación es la presencia de un denso trozo de asteroide enterrado en él.
Tener acceso directo a un tesoro de minerales de los inicios de la historia de la Luna podría ayudar a responder a estas preguntas.
Bernhardt afirma:
“Una de las implicaciones más interesantes de nuestra investigación es su aplicabilidad a las misiones a la Luna y más allá.
Los astronautas que exploren el polo sur lunar podrían tener un acceso más fácil a materiales lunares antiguos que podrían ayudarnos a comprender cómo surgieron la Luna y nuestro Sistema Solar”.
Los hallazgos de la investigación han sido publicados en Earth & Planetary Science Letters.
[FT: UMD]
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