Durante una de las semanas más intensas de los últimos tiempos, el Sol dejó escapar un filamento ardiente de 200.000 km que se dirige directamente hacia la Tierra. Los expertos esperan que llegue a la Tierra al final de la semana, según informó The Weather Channel.
La actividad solar se ha acelerado en los últimos meses a medida que el Sol se aproxima al pico de su ciclo solar. Cada 11 años aproximadamente, los polos del Sol cambian de posición, lo que hace que nuestro astro entre en un frenesí de actividad, marcado por la aparición de manchas solares y zonas más oscuras en la superficie solar.
Los científicos estudian con atención las manchas solares, ya que son zonas de intensa actividad magnética. A veces, estas zonas emiten una radiación feroz, llamada erupción solar, y en ocasiones relativamente raras, también emiten partículas, llamadas eyecciones de masa coronal (CME, por sus siglas en inglés).
Filamento de fuego
A medida que los científicos estudian la superficie solar, se encuentran con casos de fenómenos raros. A principios de agosto, se informó de la aparición de un agujero en la atmósfera meridional del Sol. Anteriormente, los científicos observaron filamentos de magnetismo que recorrían miles de kilómetros en la superficie solar.
La última vez, los filamentos se mantuvieron. Sin embargo, el 4 de octubre, otro largo filamento, también en la parte meridional del Sol, se rompió como una goma elástica, según informó The Weather Channel. Curiosamente, los observatorios que estaban captando la actividad tuvieron una interrupción en el flujo de datos que se recibía, y la información disponible sobre el filamento era incompleta.
Los científicos no están seguros de hacia dónde se dirige exactamente la CME resultante, pero saben lo suficiente como para saber que se dirige hacia nosotros y que podría rozar la magnetósfera de nuestro planeta el 7 o el 8 de octubre.
Tormenta geomagnética leve
Se espera que la probable interacción de la CME con nuestro planeta provoque una tormenta geomagnética de clase G1. En la escala de intensidad, este tipo de tormentas son relativamente suaves y tienen un impacto menor en infraestructuras como las redes eléctricas y los satélites de comunicación.
Según la página web del Space Weather Prediction Center de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) de Estados Unidos, hay un 25% de probabilidades de que se produzca un apagón radioeléctrico importante tras la tormenta de clase G1. La probabilidad de un apagón de radio menor es mayor, del 50%.
Aunque la atmósfera de la Tierra protege a los habitantes del planeta de las partículas altamente energizadas de las CME, los astronautas y las naves espaciales que no gozan de esa protección envolvente están en riesgo durante estos eventos. SpaceX perdió más de 40 de sus satélites Starlink a principios de este año durante una tormenta de este tipo.
Sin embargo, no todos los efectos de la tormenta geomagnética son tan temibles. Las auroras también son el resultado del clima espacial causado por el Sol. Aunque esta semana se esperaba que las auroras brillaran en zonas tan bajas como Nueva York e Idaho, es poco probable que la próxima tormenta geomagnética tenga un impacto similar, según ha predicho el panel de auroras de SWPC.
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