El descubrimiento de moléculas orgánicas aumenta las posibilidades de que Marte haya tenido vida y podría indicar que estamos buscando en el lugar correcto.
Las moléculas orgánicas halladas por el vehículo Perseverance en el cráter Jezero de Marte son más variadas que las encontradas anteriormente en el cráter Gale por el Curiosity y en meteoritos caídos de Marte. Las moléculas detectadas podrían haberse formado sin la presencia de vida, pero demuestran que el planeta tuvo en su día una química más compleja de lo que se creía, lo que reduce el paso necesario para que haya vida.
Los diferentes significados de la palabra “orgánico” crean mucha confusión. Cuando se compra, significa alimentos cultivados sin fertilizantes artificiales ni pesticidas, y otras definiciones incluyen: “Relativo a, o derivado de, organismos vivos”. Sin embargo, para un químico, cualquier molécula que contenga carbono es orgánica, incluidas las que se encuentran en el espacio sin relación con la vida. En consecuencia, la información sobre compuestos orgánicos puede llevar a la gente a sacar conclusiones injustificadas.
Sin embargo, por lo que sabemos, toda la vida es orgánica, y para que exista, las moléculas orgánicas complejas son un requisito previo. Cuantas más encontremos, más posibilidades tendremos. Un nuevo análisis de los materiales extraídos por el rover Perseverance del suelo del cráter Jezero indica que Marte tiene una mayor variedad que la observada anteriormente.
La exploración del Perseverance
En sus 29 meses en Marte, Perseverance ha tomado muestras de tres formaciones rocosas principales. Algunas de ellas han sido almacenadas para que puedan ser recogidas por futuras misiones de retorno de muestras para su análisis en laboratorios de la Tierra. Aunque Perseverance no puede igualar la sofisticación disponible aquí, también está realizando sus propias investigaciones con los instrumentos de que dispone, y parece haber dado en el clavo en las formaciones Máaz y Séítah en Marte
Los autores escribieron en su investigación:
“Informamos de asociaciones específicas fluorescencia-mineral consistentes con muchas clases de moléculas orgánicas que se producen en diferentes patrones espaciales dentro de estas formaciones composicionalmente distintas, lo que indica potencialmente diferentes destinos del carbono a través de los ambientes”.
Perseverance expone sus muestras a la radiación ultravioleta profunda para observar las longitudes de onda a las que presentan fluorescencia, lo que indica su composición. Basándose en esto, los autores estiman que los compuestos orgánicos constituyen 20 partes por millón de la formación Máaz, pero sólo 2ppm de Séítah.
Diversidad de moléculas orgánicas encontradas
No se han identificado todas las moléculas orgánicas, pero el número de longitudes de onda en las que se observó fluorescencia indica la presencia de muchas moléculas diferentes.
Dado que el carbono se produce en las estrellas una vez que éstas han terminado de transformar el hidrógeno en helio, su presencia en Marte no es ninguna sorpresa. Sin embargo, los procesos para incorporarlo a compuestos orgánicos no se conocen bien, sobre todo las versiones más complejas. El artículo señala que se han ofrecido múltiples explicaciones para su presencia en meteoritos marcianos, pero aún no sabemos si ocurrió en el agua, a través de la reducción del dióxido de carbono, o por la caída de materiales desde el espacio.
Se cree que ambas formaciones tienen un origen acuoso, y las diferencias entre las moléculas de ambas “indican que se produjeron diferentes procesos acuosos de alteración o deposición”, señala el artículo.
Y lo más importante que indica el estudio:
“Los componentes básicos clave para la vida pueden haber estado presentes durante un largo periodo de tiempo (desde hace al menos unos 2.300-2.600 [millones de años])”.
Una fuente biológica para las moléculas puede ser poco probable, aunque el documento dice que no se puede descartar, pero la presencia de estos materiales hace que sea más probable que se haya iniciado en algún lugar de Marte en algún momento en el tiempo.
Los hallazgos de la investigación han sido publicados en Nature.
[H/T: NTG]
Crédito imagen de portada: depositphotos.com
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