Un planeta enano llamado Quaoar, situado en los confines del Sistema Solar, tiene a los astrónomos rascándose la cabeza, ya que el tamaño de su anillo recién descubierto prácticamente desafía cualquier explicación.
Aunque Quaoar sólo tiene la mitad de tamaño que Plutón, su tenue sistema de anillos hace saltar por los aires las teorías actuales sobre el tamaño máximo de los anillos, según un nuevo estudio publicado en la revista Nature.
Conocido como el límite de Roche, sostiene que lo más cerca que un objeto que se mantiene unido únicamente por su propia gravedad puede acercarse a un planeta antes de ser separado por la gravedad del cuerpo mayor -y eventualmente formar un anillo- es alrededor de dos radios planetarios y medio. El anillo de Quaoar mide más de siete.
Vik Dhillon, profesor de Astrofísica de la Universidad de Sheffield, dijo a Live Science:
“Hasta ahora se pensaba que era imposible tener anillos tan lejanos, así que, en pocas palabras, el anillo de Quaoar es un verdadero desafío para explicar teóricamente”.
Más allá de lo pálido
Por el contrario, una vez superado el límite de Roche, la gravedad de un planeta debería ser demasiado débil para impedir que las masas en órbita se agrupen y acaben formando satélites, o al menos eso se pensaba.
Dhillon dijo:
“Los anillos que se forman fuera de los límites de Roche no están destinados a ser estables; deberían acumularse rápidamente en lunas, consumiendo todo el material del anillo. Con este descubrimiento, tenemos un anillo no sólo fuera del límite de Roche, sino mucho más allá”.
El descubrimiento sólo fue posible gracias al uso de un instrumento situado en España llamado HiPERCAM, que Dhillon y sus colegas desarrollaron, y a una ocultación fortuita en la que Quaoar pasó por delante de una estrella brillante de fondo, proporcionando la iluminación suficiente para distinguir su anillo previamente oculto que aparecía como dos buzamientos en la luz de la estrella.
Ansiosos por una explicación
Captar el anillo es una proeza en sí misma, pero explicar su tamaño podría resultar aún más difícil.
Según el autor principal, Bruno Morgado, astrónomo de la Universidad Federal de Río de Janeiro, la explicación más sencilla es que el anillo es joven y no ha tenido tiempo de reconstituirse, explicó a Popular Science.
Pero, según las simulaciones realizadas por el equipo, se calcula que sólo tardaría unas décadas en ocurrir, lo que significa que hay una “baja probabilidad” de que lleguemos a observar el proceso en primer lugar.
Tal vez podría tratarse de algún objeto aún invisible cuya gravedad obstaculizara la formación de las lunas. Pero lo más probable, según los investigadores del estudio, es que haya llegado el momento de revisar el límite de Roche.
Los hallazgos de la investigación han sido publicados en la revista Nature.
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