Un equipo de astrónomos han descubierto indicios de la existencia de un extenso disco de polvo y gas que gira en órbita alrededor de una estrella lejana en otra galaxia.

No tiene nada de extraño. Es una etapa normal en el desarrollo de una estrella y su sistema planetario. Lo que hace que este hallazgo sea tan espectacular es que es el primero jamás visto alrededor de una estrella en otra galaxia, fuera de la nuestra.

El hallazgo se produjo en la Gran Nube de Magallanes, una galaxia enana situada a unos 179.000 años luz de la Vía Láctea. Y, aunque parezca de sentido común suponer que los procesos de formación estelar son universales, hasta ahora no habíamos podido observar sus caprichos fuera de nuestra galaxia.

Anna McLeod, astrónoma  de la Durham University (Reino Unido), dijo en un comunicado:

“Cuando vi por primera vez indicios de una estructura giratoria en los datos de ALMA no podía creer que hubiéramos detectado el primer disco de acreción extragaláctico, fue un momento especial.

Sabemos que los discos son vitales para la formación de estrellas y planetas en nuestra galaxia, y aquí, por primera vez, estamos viendo pruebas directas de esto en otra galaxia”.

Nacimiento de un sistema planetario

Las estrellas nacen de densas aglomeraciones en nubes de gas molecular y polvo que se encuentran en el espacio interestelar. Cuando un cúmulo se vuelve lo bastante denso, se colapsa por efecto de la gravedad y, al girar, empieza a atraer más material de la nube que lo rodea. Sin embargo, este material no cae sobre la protoestrella de cualquier manera, sino que se organiza en un disco alrededor del ecuador de la estrella y cae sobre ella en un flujo más controlado y constante, como el agua por un desagüe.

Una impresión artística del disco recién descubierto. Crédito de imagen: ESO / M. Kornmesser

Una vez que la estrella ha terminado de formarse, lo que queda del disco permanece allí, agrupándose para formar todos los demás elementos de un sistema planetario: los planetas, los asteroides y meteoritos, los cometas, el polvo. Por eso los planetas del Sistema Solar orbitan alrededor del Sol en un plano más o menos plano. Nosotros mismos somos como el moho sensible que creció en las sobras del desayuno del Sol.

El Atacama Large Millimeter/submillimeter Array (ALMA), un potente radiotelescopio, ha obtenido imágenes de bastantes discos de este tipo a lo largo de la Vía Láctea, en diversas etapas de desarrollo; algunos tienen claros huecos que se cree que han sido despejados por planetas que se agrupan mientras orbitan. Pero cuanto más lejos está algo, más difícil es de resolver, incluso con un telescopio potente.

McLeod y sus colegas se embarcaron en su campaña para encontrar un disco estelar extragaláctico cuando los datos obtenidos por el instrumento Multi Unit Spectroscopic Explorer (MUSE) del Very Large Telescope revelaron indicios de un chorro, en un sistema llamado HH 1177.

La ubicación y orientación de los chorros y el disco identificados en HH 1177. Crédito de imagen: ESO / ALMA (ESO / NAOJ / NRAO) / A. McLeod et al.

La formación estelar también se caracteriza por este fenómeno: parte del material que se arremolina alrededor de la estrella en formación es arrastrado a lo largo de las líneas de su campo magnético hasta los polos, donde es lanzado al espacio en forma de un potente chorro.

Los investigadores querían ver si podían detectar el disco en el polvoriento corazón de la formación estelar, por lo que utilizaron ALMA para buscar signos de rotación. Esto puede verse en la forma en que las longitudes de onda de la luz se acortan a medida que la fuente es empujada hacia nosotros, y se alargan a medida que se alejan.

Jonathan Henshaw, astrónomo de la Liverpool John Moores University, dijo en un comunicado:

“La frecuencia de la luz cambia en función de la velocidad a la que el gas que la emite se acerca o se aleja de nosotros. Es precisamente el mismo fenómeno que se produce cuando el tono de la sirena de una ambulancia cambia al pasar junto a ti y la frecuencia del sonido va de más aguda a más grave”.

Es diferente a otros discos protoestelares

Curiosamente, los datos de ALMA mostraron claros signos de esta rotación. La estrella, según reveló el análisis del equipo, es muy joven y masiva, y aún se alimenta del disco que la rodea. Esto es bastante normal. Pero había una diferencia entre éste y los discos protoestelares encontrados en la Vía Láctea: el disco de HH 1177 puede verse en longitudes de onda ópticas.

Según los investigadores, esto tiene que ver con el entorno interestelar de la Gran Nube de Magallanes. Allí hay mucho menos polvo, por lo que la estrella HH 1177 no está tan envuelta en una cortina de material como suelen estarlo las estrellas jóvenes y masivas de la Vía Láctea.

Esto hace que el descubrimiento sea importante para estudiar no sólo cómo se forman las estrellas en distintos entornos, sino los límites que esos entornos pueden imponer a la formación estelar en general.

McLeod afirma:

“Estamos en una época de rápidos avances tecnológicos en lo que respecta a las instalaciones astronómicas. Poder estudiar cómo se forman las estrellas a distancias tan increíbles y en una galaxia diferente es muy emocionante”.

Los hallazgos de la investigación han sido publicados en Nature.

¿Te gustó este contenido? Te invito a compartirlo con tus amigos. También puedes seguirnos en nuestra Fan Page, para estar al tanto de todas las noticias que publicamos a diario. También puedes unirte a nuestro Grupo Oficial y a nuestra comunidad en Telegram.