Astrónomos descubren los restos de un sistema solar destruido cerca del nuestro
Publicado el 08 Nov 2022
© Imagen: University of Warwick / Dr Mark Garlick

Un equipo de astrónomos han descubierto los restos de un sistema solar destruido cerca del nuestro. El hallazgo proporciona una prueba más de que los planetas rocosos pudieron formarse en abundancia en un pasado lejano.

La estrella muerta más antigua de la que se tiene constancia que poseía un sistema de planetas rocosos ha sido descubierta a sólo 90 años luz de la Tierra, y está proporcionando información sobre la composición de los mundos que se formaron hace casi 11.000 millones de años.

La estrella es una llamada enana blanca, un cadáver estelar que se quedó sin combustible de hidrógeno en su núcleo. Nacida como una estrella normal hace 10.700 millones de años (sólo 3.000 millones de años después del Big Bang), el cadáver estelar, llamado WDJ2147-4035, es una de las dos enanas blancas contaminadas por restos planetarios que se han descubierto recientemente en los datos recogidos por la misión de cartografía galáctica Gaia de la Agencia Espacial Europea.

Aunque no son las primeras enanas blancas en las que se han encontrado escombros procedentes de una aparente demolición de planetas, sí son las más antiguas y, por tanto, aportan una visión aguda de la composición de los planetas que se formaron cuando el universo tenía menos de 3.000 millones de años.

Un sistema solar destruido

En el caso de WDJ2147-4035, su estrella progenitora era más grande que el Sol, pero no lo suficiente como para explotar como supernova al final de su vida. En cambio, medio millón de años después de su formación, o sea hace unos 10.200 millones de años, la estrella se quedó sin combustible de hidrógeno para la fusión nuclear en su núcleo y se hinchó hasta convertirse en una gigante roja. A continuación, expulsó sus capas exteriores para dejar al descubierto su núcleo inerte rico en helio: una enana blanca.

Exoplaneta

Crédito: Boris_JJ / Pixabay

Con los campos gravitatorios en flujo mientras la estrella evolucionaba a través de su fase de gigante roja, algunos de los planetas en órbita fueron destruidos o perturbados, mientras que otros pueden haber sobrevivido intactos. En cualquier caso, las perturbaciones dieron lugar a grandes cantidades de restos planetarios en órbita que desde entonces han ido cayendo sobre la enana blanca.

Los astrónomos, dirigidos por Abigail Elms, estudiante de doctorado en la Universidad de Warwick (Reino Unido) utilizaron las mediciones de los espectros de luz de Gaia, el Dark Energy Survey utilizando la Dark Energy Camera en el Telescopio Víctor M. Blanco en el Observatorio Interamericano de Cerro Tololo en Chile, y el instrumento X-Shooter en el Very Large Telescope también en Chile, para analizar la composición química de la WDJ2147-4035 de color rojo, y la segunda enana blanca, WDJ1922+0233, que aparece azul.

Los resultados muestran una sorprendente diversidad de composiciones planetarias. La WDJ1922+0233 azul, que obtiene su color no por su temperatura sino por la inusual mezcla de gases en su atmósfera de helio e hidrógeno, está aparentemente contaminada por material de composición similar a la de la corteza continental de la Tierra.

Elms dijo en un comunicado:

“Estas estrellas contaminadas por metales muestran que la Tierra no es única, [que] hay otros sistemas planetarios ahí fuera con cuerpos planetarios similares a la Tierra”.

La roja WDJ2147-4035 es más bien un rompecabezas. Se está enriqueciendo con litio, potasio, sodio y una detección tentativa de carbono que se acumula en la enana blanca.

Representación artística de escombros planetarios con las dos enanas blancas, la azul WDJ1922+0233 y la roja WDJ2147-4035

Representación artística de escombros planetarios con las dos enanas blancas, la azul WDJ1922+0233 y la roja WDJ2147-4035. Crédito: University of Warwick / Dr Mark Garlick

Elms agregó:

“La estrella roja WDJ2147-4035 es un misterio, ya que los restos planetarios acrecionados son muy ricos en litio y potasio y no se parecen a nada conocido en nuestro propio sistema solar”.

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En cualquier caso, los hallazgos proporcionan una prueba más de que los planetas rocosos pudieron formarse en abundancia en un pasado lejano, a pesar de que los elementos pesados eran menos comunes en el universo en ese momento, ya que esos elementos necesitaban ser acumulados por cada generación de estrellas.

Elms agregó:

“Es asombroso pensar que esto ocurrió en una escala de 10.000 millones de años, y que esos planetas murieron mucho antes de que se formara la Tierra”.

La investigación(opens in new tab) se publicó en el número del 5 de noviembre de Monthly Notices of the Royal Astronomical Society.

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Fuente: space.com
Redacción CODIGO OCULTO

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Autor

La verdad es más fascinante que la ficción.

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