Un joven atleta de la antigua Grecia, enterrado con todos los honores hace 2.500 años en Tarento, ciudad de Grecia, (colonias griegas de Sicilia y el sur de Italia) dejan ver que estas personas eran adineradas y afamadas como en la actualidad. Los investigadores pudieron determinar que se trataba de un atleta, luego de examinar sus huesos y su ajuar funerario, los cuales revelaron más de un dato interesante.
Junto con sus restos fueron enterradas cuatro ánforas panatenaicas de gran tamaño que contenían valioso aceite de oliva. En un artículo publicado en 1984 por National Geographic New Service podemos leer que estas cuatro piezas presentan escenas de diversas pruebas de competición: pentatlón, carreras de cuadrigas y boxeo.
Además de las ánforas, su mano izquierda tenía aferrado un pequeño frasco que contenía un tipo de ungüento utilizado habitualmente por los antiguos atletas.
Tarento se encontraba antiguamente en la Magna Grecia, región de Italia colonizada por griegos.
Los Juegos Panatenaicos, que tenían lugar cada cuatro años, eran los más populares de Atenas. No existe forma de saber con certeza si el atleta en cuestión compitió en los aún más prestigiosos Juegos Olímpicos, en los que estaban basados los Juegos Panatenaicos. De todos modos, los investigadores creen que los triunfos de este atleta en los Juegos Panatenaicos le habrían permitido con toda seguridad competir posteriormente en los Juegos Olímpicos.
A diferencia de los Juegos Olímpicos, en los cuales la única recompensa para los ganadores eran coronas de olivo, en los Juegos Panatenaicos se concedían valiosos premios. En un artículo publicado por Forbes.com se informa de que la gran antigüedad de este enterramiento excluye cualquier posibilidad de hallar en él rastros botánicos de ramas de olivo.
Las investigaciones han demostrado que los marcadores musculares de este antiguo atleta, situados allá donde el músculo se unía al hueso, son de gran tamaño, especialmente en sus trapecios y deltoides, como podemos leer en este artículo de la arqueóloga Kristina Killgrove publicado en Forbes.com. Este dato, junto al hecho de que la articulación de su hombro derecho presenta un gran desgaste y al tamaño de su antebrazo derecho, revela que debió tratarse de un gran lanzador de disco.
También tenía unos gemelos bien desarrollados, lo que indica asimismo que podía haber sido capaz de saltar hasta 3 metros, según las simulaciones llevadas a cabo por la antropóloga física Sara C. Bisel y su equipo en la década de 1980.
El pentatlón clásico incluía diversas pruebas: lanzamiento de disco, jabalina, carreras, lucha y salto de longitud.
Otro equipo de investigación, encabezado por Gaspare Baggieri, estudió los restos en las décadas de 1990 y 2000, descubriendo que este antiguo atleta probablemente tuviera entre veinte y algo más de treinta años en el momento de su muerte. Su estatura era de 1,70 metros, superior a la media de su época. Tenía fuertes músculos, con hombros poderosamente trabajados, y era corpulento. Probablemente se alimentara a base de una dieta de carnes y mariscos, y sus dientes se encontraban en buenas condiciones, lo que apuntaría asimismo a una dieta baja en hidratos de carbono, según la Dra. Killgrove.
El excelente estado de su dentadura y la rectitud de su nariz han planteado dudas a los investigadores, por el ánfora con escenas de boxeo hallada en su tumba, desenterrada en 1959 cuando unos obreros de la construcción descubrieron tanto el esqueleto como el sepulcro
«El ánfora con escenas de boxeo es interesante, ya que no hay indicios en los restos óseos de este hombre de que compitiera en un deporte de lucha que implicara un combate cuerpo a cuerpo,» escribe la Dra. Killgrove en Forbes. «Su dentadura era perfecta. Su mandíbula y su nariz eran rectas, sin rastro de huesos rotos o regenerados en su cuerpo, por lo que esta ánfora constituye un enigma para los arqueólogos.»
Arqueólogos igualmente sorprendidos por la presencia de un ánfora con escenas de carreras de cuadrigas, de lo que han deducido que quizás patrocinaba u organizaba este tipo de carreras, más que competir en ellas.
En sus restos no se ha observado por ahora rastro alguno de la posible causa de su muerte, aunque según la Dra. Killgrove, en aquella época no había antibióticos que pudieran salvarle de las numerosas enfermedades que podrían haber provocado su muerte.
Los Juegos Panatenaicos se celebraban en honor a la diosa Atenea y otras deidades griegas, entre ellas Poseidón. En ellos se ofrecían sacrificios a la diosa y los ciudadanos participaban en eventos culturales, poéticos y musicales, que tenían lugar paralelamente a las competiciones atléticas.
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