Un cazador de tesoros alemán afirma haber detectado en Baviera un lugar donde los nazis podrían haber escondido un tesoro de entre 600 y 800 millones de euros.
El cazador de tesoros Hans Gluck, de 76 años, afirma estar seguro de haber encontrado un escondite en un bosque bávaro, donde las tropas de las SS guardaron oro, diamantes y sellos valiosos en la primavera de 1945. El hallazgo podría tener un valor de entre 600 y 800 millones de euros, indica el periódico local Rhein-Neckar-Zeitung.
Por haber localizado el tesoro en inmediaciones de la localidad de Arrach, a Gluck le correspondería un 3% del valor de lo descubierto. En ese sentido, si los nazis de verdad dejaron tanto como se estima, al alemán le tocaría como parte entre 18 y 24 millones de euros. Sin embargo, por el momento el hombre no puede poner manos a la obra y verificar sus suposiciones y cálculos.
La legislación de Baviera no permite desenterrar el territorio sin permiso del propietario del bosque quien, en este caso, no se lo da a Gluck. «Quiere encontrar el tesoro por sí mismo», sostiene el hombre, quien pone en duda la capacidad del terrateniente de encontrar el tesoro sin sus coordenadas y mapa.
El misterioso tren nazi
La historia se remonta a los tiempos de la Segunda Guerra Mundial. En mayo de 1945, en la localidad alemana de Arrach, en Baviera, trabajadores forzados cargaban cajas de municiones pesadas en unos 20 vagones de un tren de carga a las 5 de la mañana.
En aquel momento los residentes de la localidad no podían abandonar sus casas y tenían que mantener cerradas las persianas: quienes violaron el toque de queda fueron castigados. Un joven que consiguió llegar al bosque adonde se dirigía el tren, a hurtadillas, fue ultimado a tiros y luego los 12 trabajadores forzados que llegaron al bosque en los vagones cargados también fueron encontrados sin vida.
El contenido de aquellas cajas, así como su destino, nunca llegó a conocerse. Los residentes de Arrach trataron de buscar su rastro en el bosque, pero se desconoce si encontraron algo.
Oriundo de Heidelberg, Hans Gluck llegó a la localidad 50 años después de aquellos acontecimientos con un detector de metales y un mapa de un oficial de las SS que fue capturado por los rusos y acabó en los campos de trabajos forzados en Siberia.
El mapa
Antes de su muerte en el campo soviético, el oficial nazi le entregó el mapa a un prisionero llamado Willi Jahnke, diciéndole que podría hacerse rico. A diferencia del miembro de las SS, Jahnke sobrevivió y después de la guerra vivió en la República Democrática Alemana.
En los años 90 Willi Jahnke llegó al bosque bávaro con su esposa siguiendo las indicaciones del mapa nazi. Sin embargo, no tuvo suerte. Murió en 1995 y el mapa pasó a manos del propietario del bosque, con quien Jahnke había colaborado en la búsqueda del tesoro.
El mismo año Gluck acudió a la cadena de televisión bávara Bayerischer Rundfunk. En aquel entonces, participó como un reconocido cazador de tesoros que había sido invitado a Grecia, Portugal y EE.UU. en busca de objetos de interés. Después del programa un desconocido se puso en contacto con él y le dio el mapa que lo llevaría al tesoro nazi.
Los primeros hallazgos de Gluck y la primera advertencia
El cazador de tesoros halló sus primeros ‘premios’ en un viejo almacén de madera en un bosque cerca de Arrach. Encontró un tarro de vidrio de 30 centímetros y luego una caja metálica. En ambos contenedores había dos partes de un mapa del territorio donde se encontraba Gluck.
El mapa contenía anotaciones y estaba marcado con una cruz, un par de puntos, líneas y los números 600, 900 y 750, que solo le generaron más interrogantes. En el tarro de vidrio también encontró una bocina de advertencia y tres cartuchos, con lo cual no le quedaron dudas de que se trataba de una advertencia y que el tesoro estaba protegido con tres minas.
El tesoro
La inspección del terreno con un detector de metales no dio frutos y Gluck utilizó otra herramienta para medir el campo magnético, que daba señales cuando debajo de la tierra había metales. Así fue como encontró el lugar donde cree que estaría el tesoro nazi, ya que las cajas metálicas del misterioso tren contenían hierro.
El único problema es que el bosque es privado. Sin embargo, Gluck está oficialmente registrado como cazador de tesoros y, por ende, independientemente de quién desenterrará el tesoro, le corresponderá un 3 %, que podrían ser millones de euros. Ahora busca convencer a las autoridades para que inicien la excavación.
En ese caso, tendrían que ocuparse de la desactivación de las bombas que podría haber en la zona y serían responsables de la recuperación. Gluck sospecha que el tesoro podría ser parte de la herencia de los judíos y ahora quiere ponerse en contacto con los representantes oficiales de la comunidad.
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