La colisión entre un planeta llamado Tea y la Tierra fue tan poderosa que vaporizó a Tea, del tamaño de Marte, y gran parte del manto terrestre para formar un gigantesco disco del que nació la Luna.
En la mitología y las leyendas populares, la Luna suele representarse como una diosa femenina, pálida y hermosa. Sin embargo, el nacimiento del único satélite natural de nuestro planeta estuvo marcado por la violencia: un impacto tan salvaje que pulverizó la mayor parte de una joven Tierra.
A mediados de los 70, dos grupos independientes de astrofísicos postularon la teoría del gran impacto para explicar el nacimiento de nuestro satélite. Desde entonces, numerosos científicos han defendido la idea de que la Luna se formó por agregación de grandes fragmentos, producto de un choque de baja energía entre la Tierra y un planeta del tamaño de Marte. Nuevas mediciones en muestras de rocas recogidas por las misiones Apolo sugieren que el impacto fue en realidad «tan violento como un mazo golpeando una sandía».
En un estudio publicado este lunes, una pareja de investigadores de la Universidad Harvard y la Universidad de Washigton en San Luis utiliza las primeras pruebas basadas en datos experimentales (diferencias geoquímicas entre los isótopos de potasio de la Tierra y la Luna) para precisar algo que los científicos llevan cuarenta años estudiando con simulaciones y modelos numéricos. Según el artículo, la colisión entre Tea y la Tierra fue tan poderosa que vaporizó el planeta del tamaño de Marte y gran parte del manto terrestre para formar un gigantesco disco superfluido del que nació la Luna.
Para llegar a esta conclusión, los autores Kun Wang y Stein B. Jacobsen desarrollaron una técnica que permite analizar los isótopos de potasio de las rocas con una precisión 10 veces mayor que los métodos anteriores. Los cuerpos planetarios que se forman en distintas partes del sistema solar tienen concentraciones isotópicas diferentes, de manera que si estudiamos su composición geoquímica podemos determinar su procedencia. Gracias al avance de la tecnología, las rocas lunares que recogimos en los 70 pueden contarnos ahora historias que antes no sabíamos escuchar.
En las mediciones de Wang y Jacobsen, los isótopos de la Tierra y la Luna eran exactamente los mismos excepto por un isótopo pesado de potasio en las muestras lunares. Para separar este isótopo hace falta una temperatura increíblemente alta, lo que puede explicarse con un impacto muy violento entre Tea y la Tierra.
La fuerza del contacto fue tan grande que el planeta del tamaño de Marte y buena parte del nuestro se evaporaron con el golpe. El vapor se expandió a un área 500 veces mayor que la Tierra antes de enfriarse y condensarse en lo que hoy conocemos como la Luna.
El estudio científico ha sido publicado en la revista Nature.
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