Astrónomos descubren 200 cráteres nuevos en la superficie lunar, bombardeada por pequeños impactos cien veces más rápido de lo que se creía
La Luna se hace un «lifting» facial cada 80.000 años. Ocurre porque la superficie lunar es bombardeada por pequeños impactos cien veces más rápido de lo que los científicos pensaban anteriormente. Esto significa que los rasgos de la superficie que se consideran jóvenes lo son quizás aún más de lo previsto.
El hallazgo, publicado este miércoles en Nature, llega después del estudio por parte de científicos de la Universidad Estatal de Arizona y la de Cornell de imágenes lunares en alta resolución obtenidas por la sonda Lunar Reconnaissance Orbiter durante siete años. Las observaciones identificaron 222 nuevos cráteres de impacto en la Luna de más de 10 metros de diámetro, lo que supera en un 33 por ciento el número predicho por las estimaciones. Esto implica además que el regolito de la superficie lunar se está removiendo 100 veces más rápido de lo que se pensaba.
«Antes de que el orbitador se pusiera en marcha en 2009, pensábamos que llevaba de cientos a miles de años cambiar la capa de la superficie lunar significativamente», dice Emerson Speyerer, responsable del estudio. «Sin embargo, hemos descubierto que los materiales de la superficie más superior de la Luna se trasforman completamente cada 80.000 años más o menos».
Además de esos impactos, los científicos observaron un sorprendente número, 47.000, de pequeños cambios en la superficie provocados por pequeños impactos de los materiales lanzados por los impactos más grandes. El golpetazo de un meteorito arroja varios tipos de desechos, algunos a una velocidad de 16 km por segundo. Este material remueve la capa superior del suelo lunar y cambia su brillo.
Cualquier futura exploración humana de la Luna implicará estructuras de suministro, cohetes y otros equipos estacionados en la superficie durante largos períodos de tiempo. Conocer la tasa actual de impactos será importante en la planificación para proteger estos equipos en la superficie.
El hallazgo ha sido publicado en la revista Nature.
0 comentarios